Afortunadamente, tampoco están en este afán los integrantes de las Fuerzas Armadas de Bolivia porque, al igual que todos los bolivianos, se sienten parte integral de la ciudadanía boliviana y porque, además, como lo han reiterado en muchas ocasiones, se encuentran perfectamente conscientes del papel que esa institución debe jugar en resguardo de la democracia.

Entonces, ¿de dónde vienen estos frívolos rumores que nos causan tanto daño y desaliento? Hay quienes piensan que se trata de algunos asustados diplomáticos o representantes de organismos internacionales, que se mueren de susto ante la idea de cualquier asonada golpista. Por otro lado, hay quienes piensan que se trata de los eternos pesimistas o de los agoreros, que siempre ven la Apocalipsis boliviana. Sin embargo, hay quienes también piensan que se trata de rumores originados en algunos sectores del propio Gobierno, que tienen como propósito el producir una especie de cortina de humo para tapar los luctuosos sucesos de Huanuni y la convulsión social que actualmente vive el país.

No es entonces mucha casualidad que el presidente Chávez se haya hecho eco de estos rumores, al decirles a los propios bolivianos, que no permitirá que se atente contra del gobierno del presidente Morales; en momentos en que dentro del Congreso de Bolivia se discute un convenio militar bilateral entre los dos países, cuyas cláusulas no dejan de llamar la atención a quienes ven indicios de intromisión de ese país en los asuntos internos de Bolivia.

Pero, los bolivianos no necesitamos ni de golpes ni de amenazas de gobernantes extranjeros. Bolivia es un país que, sin la necesidad de golpes u otro tipo de intervenciones, sabe castigar a sus malos gobernantes, cuando no cumplen con sus obligaciones. Y, para esto, basta dar un breve repaso a la historia de Bolivia del siglo XX, donde el lector seguramente encontrará cómo muchos gobiernos y muchos gobernantes tuvieron que acortar sus mandatos presidenciales, sin necesidad de golpes o de asonadas militares, sino porque así el pueblo lo exigió.

La reciente historia de Bolivia es tal vez más elocuente, al mostrarnos cómo algunos errores de los gobernantes, entre ellos la soberbia, la autosuficiencia y la arrogancia, tuvieron que pagar un alto precio político e histórico, porque algunos de nuestros gobernantes, simplemente, no se dieron cuenta de que serían duramente fiscalizados por la ciudadanía y por toda la población.

Por lo tanto, mientras el presidente Morales haga bien su trabajo, gobierne el país a nombre de todos los bolivianos y cumpla sus promesas electorales de generar empleo y engrandecer el país, no tiene de qué preocuparse. Si lo hace así, el país le agradecerá y le dará el ansiado premio de pasar a la historia, como uno de sus grandes gobernantes.

Si, por el contrario, su gobierno no cumple a cabalidad con la adecuada administración del Estado, se siembra el odio y el enfrentamiento entre los bolivianos y no se cumplen las promesas de acabar con la pobreza y el subdesarrollo del país, la ciudadanía y la historia serán muy duras con su gobierno, como lo fueron con todos aquellos gobernantes que no supieron cumplir sus promesas, crearon la discordia entre los bolivianos y no fueron capaces de producir mejores días para tantos bolivianos que merecen vivir mejor.

*Juan L. Cariaga es economista y escritor.