El presidente Harry Truman confirió a la brigada honores
especiales. En 1951, Turquía puso fin a una neutralidad que mantenía desde
fines de la primera guerra, y se incorporó a la OTAN. En las siete décadas
transcurridas desde entonces no ha habido una crisis más grave en las
relaciones turco-estadounidenses que la que estalló semanas atrás.
Turquía acaba de recibir los primeros componentes de un
sistema S-400 ruso de defensa antiaérea y antimisilística, a pesar de que los
Estados Unidos le advirtieran que eso implicaría la cancelación de la compra
por parte de Turquía de un centenar de cazas de ataque conjunto F-35. "Los
F-35 no pueden coexistir con una plataforma rusa de recolección de inteligencia
que será utilizada para obtener información sobre sus avanzadas
capacidades", dijo la Casa Blanca.
La venta ha sido cancelada. Los pilotos e instructores
turcos que se entrenaban en los Estados Unidos están preparando las maletas.
Los contratos con empresas turcas que producían partes para el F-35 están en
proceso de cancelación. Según la legislación estadounidense, el gobierno
también está obligado a imponer sanciones a Turquía por haber adquirido
armamento ruso.
ERDOGAN, DESAFIANTE
No es sencillo imaginar cómo los Estados Unidos y Turquía
podrían evitar una colisión capaz de desbaratar la OTAN, alianza a la que los
turcos aportan el segundo ejército en importancia numérica. Los halcones
estadounidenses ya andan reclamando que Turquía sea expulsada de la OTAN. Lo
que no permite descartar, como represalia, la expulsión de las fuerzas y las
armas nucleares estadounidenses que se encuentran en la base aérea turca de
Incirlik.
El presidente Recep Tayyip Erdogan suena desafiante:
"Hemos comenzado a recibir nuestros S-400. Si Dios lo permite, estarán
emplazados en sus sitios para abril de 2020. Los S-400 constituyen el sistema
defensivo más poderoso contra quien pretenda atacar a nuestro país. Ahora el
propósito es la producción conjunta con Rusia. Lo vamos a hacer."
Si bien la tensión planteada entre los Estados Unidos y
Turquía es potencialmente el más crucial de los acontecimientos recientes en el
Oriente Medio, está lejos de ser el único.
Los Emiratos Arabes Unidos se aprestan a retirar sus
fuerzas de Yemen en momentos en que el Congreso estadounidense se propone
restringir el apoyo a las fuerzas sauditas que combaten allí a los rebeldes
hutíes y sancionar a Riad por el asesinato del columnista de The Washington
Post Yamal Jashugui. Si los EAU se retiran, y los Estados Unidos reducen su
ayuda militar, los sauditas no podrán imponerse en una guerra que ni siquiera
pudieron ganar con nuestra ayuda en cuatro años de lucha. Y si los hutíes ganan,
los sauditas y los árabes suníes pierden, e Irán gana.
Para reforzar la presencia estadounidense ante cualquier
enfrentamiento con Irán, el presidente Donald Trump decidió enviar 500 soldados
adicionales a Arabia Saudita. Si bien los Estados Unidos e Irán han evitado
hasta ahora un choque militar o naval capaz de encender un conflicto a gran
escala, las sanciones de máxima presión impuestas por Trump están asfixiando la
economía de Irán. Es difícil imaginar cómo se puede conducir esto hacia una
solución negociada y evitar una guerra a tiros.
En Doha, Qatar, los Estados Unidos negocian con los
talibanes las condiciones para el retiro de los 14.000 soldados norteamericanos
que todavía están en Afganistán. Dado que los talibanes controlan ahora una
mayor porción del territorio nacional que la que tenían antes de ser expulsados
del poder en 2001 y perpetran con regularidad atentados dinamiteros suicidas en
ciudades y pueblos afganos, resulta difícil imaginar cómo el régimen de Kabul y
su ejército podrán mantenerse en pie luego de que nos hayamos ido, cuando no
han logrado hacerlo mientras estuvimos allí.
ERROR TRAS ERROR
En este nuevo siglo, los dirigentes de ambos partidos
involucraron a nuestro país en por lo menos cinco guerras en el Medio y el
Cercano Oriente.
En 2001, después de derrocar a los talibanes y expulsar a
Al Qaeda, decidimos aplicar nuestra fuerza y nuestras ideas a la construcción
de un nuevo Afganistán democrático. En 2003 invadimos y ocupamos Irak para
crear un nuevo bastión prooccidental en el corazón del oriente medio. En 2011,
Barack Omaba ordenó que aviones norteamericanos atacaran a las fuerzas del
coronel Gaddafi en Libia. Lo derrocamos. Obama entonces apoyó a los rebeldes
sirios para que derrocaran al dictador Bashar al Assad. En 2015, fuerzas
estadounidenses acudieron en apoyo de los sauditas lanzados a revertir la
victoria de los rebeldes hutíes en la guerra civil de Yemen.
Ninguna de esas guerras condujo a una victoria o a un
resultado exitoso para nosotros. Pero, tomados en conjunto, produjeron un
desastre estratégico y humanitario a un costo de varios billones de dólares. Al
mismo tiempo, China se benefició enormemente de tener a su gran rival, la
última superpotencia del mundo, despilfarrando dinero para nada en las eternas
guerras del Medio Oriente.
"Las grandes naciones no libran guerras
interminables", dijo Trump. Sí lo hacen. Como lo demostraron los ingleses,
los franceses, los alemanes, los japoneses y los rusos en el siglo pasado, así
es como dejaron de ser grandes naciones.
* Pat Buchanan: Ex asesor de los presidentes Richard
Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados
Unidos en 1992 y 1996. Su
último libro es Nixon"s White House wars: "The battles that made and
broke a president and divided America forever".