Este gobierno democratizó el espionaje contra periodistas de una manera progresiva, con objetivos políticos.
El espionaje contra periodistas se está expandiendo a una
velocidad que no se conoció en gobiernos anteriores, y se ha ampliado el número
de funcionarios del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador que
están buscando las fuentes de información de periodistas o rastreando si tienen
intereses ocultos que permeen sus opiniones. Este es un tema donde la prensa no
suele denunciar porque, salvo que atrapen al gobierno prácticamente in
fraganti, no tiene forma de saber cuáles periodistas están sujetos a
investigación. Pero los secretos no son para siempre.
Javier Tejado, que tiene acceso a información
privilegiada, denunció este martes el espionaje contra varios columnistas. En
su informada columna en El Universal, Tejado afirmó que el subsecretario de
Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja, solicitó información
sobre columnistas –como él mismo– que han escrito sobre el Padrón Nacional de
Usuarios de Telefonía Móvil, que ha sido denunciado como una intromisión en la
vida privada de los ciudadanos con objetivos que van más allá de combatir a la
delincuencia, como argumentan las autoridades.
En este abuso de facultades, como señaló Tejado, “buscan
encontrar los vínculos de periodistas con empresas de telefonía móvil, lo que
denota poca capacidad de autocrítica por una ley que sencillamente está mal
diseñada”. Este espionaje solicitado por Mejía Berdeja fue planteado por Tejado
como una contradicción del funcionario y el gobierno que representa. Espiar a
periodistas, señala, “evidencia el mal uso que pueden hacer ciertos
funcionarios si se les entregara la información y biométricos de los usuarios
de celulares”.
Tejado no abunda cuál fue la dependencia a la que
solicitó información, pero se infiere de su texto que no fue a Plataforma
México, adscrita a la Secretaría de Seguridad. No hay muchas otras dependencias
que puedan hacerla, pero es altamente probable que la petición haya sido al
Centro Nacional de Inteligencia, que sustituyó al Cisen, bajo la
responsabilidad del general Audomaro Martínez, un viejo amigo y colaborador del
presidente López Obrador, quien ha dicho reiteradamente que el espionaje
político se erradicó en su gobierno. Esto es una mentira.
Tejado habló de una línea de espionaje, pero no es la
única. La Central Nacional de Inteligencia tiene abiertas investigaciones,
solicitadas en Palacio Nacional, en contra de varios columnistas políticos que
han publicado textos que les han incomodado. Algunos están sujetos a
investigación permanente, como otros dos colaboradores de El Universal, Carlos
Loret y Héctor de Mauleón. Dos más de ese diario también han sido sometidos a
investigación del servicio civil de inteligencia, Mario Maldonado, que escribe
una columna en la sección de negocios, y Salvador García Soto, que tiene una
columna política. López Obrador se ha quejado públicamente de otro columnista
de ese diario, Roberto Rock, porque tiene acceso a información privilegiada,
pero no se sabe si también haya sido sometido a una investigación.
El Centro Nacional de Inteligencia no es el único metido
en el espionaje de periodistas. El secretario de la Defensa, el general Luis
Cresencio Sandoval, ordenó colocar vigilancia física directa e interceptar
llamadas telefónicas y correos electrónicos de un columnista de EL FINANCIERO
que en octubre pasado adelantó los preparativos para que la Guardia Nacional
pasara a la Secretaría de la Defensa Nacional. En la Secretaría de Seguridad y
Protección Ciudadana, por otra parte, reactivaron el malware modular Pegasus,
que vende la compañía israelita NSO Group –y que tiene varios distribuidores en
México–, que penetra en los dispositivos móviles y puede leer todos los
mensajes, correos electrónicos, ver el historial de búsquedas en internet,
extraer las fotografías y los expedientes almacenados, encontrar las
contraseñas, los contactos e intervenir llamadas.
Pegasus adquirió notoriedad durante el gobierno del
presidente Enrique Peña Nieto porque el Citizens Lab de la Universidad de
Toronto descubrió que lo estaban utilizando para espiar a activistas y
periodistas, lo cual fue un escándalo. No ha sido el caso en el gobierno de
López Obrador, pese a las varias denuncias en el pasado sobre el espionaje. En
este espacio, por ejemplo, se publicó en octubre que el Centro Nacional de
Inteligencia había estado investigando a los líderes del Frente Nacional
Anti-AMLO y de los activistas que protestaban por pérdida de agua en la prensa
de La Boquilla en Chihuahua. Un mes después El Universal retomó la existencia
de una investigación sobre los líderes del llamado FRENAAA, que negó el
gobierno.
El gobierno de López Obrador ha estado espiando por todos
lados. A una unidad de inteligencia de la Marina dedicada al seguimiento de
cárteles de la droga, le ordenaron dejar de vigilarlos para dedicarse a
conseguir información delicada de los empresarios, para ser utilizada contra
quienes se resistieran a los chantajes para que pagaran impuestos adicionales a
los que debían cubrir. No es algo nuevo que se dé este tipo de espionaje, pero
es una contradicción entre lo que asegura el Presidente y los hechos. En el
pasado, las negativas de espionaje eran menos vehementes y buscaban salidas
plausibles –por cierto, sin mucho éxito.
El espionaje a periodistas, ciertamente, no es nuevo.
Durante el gobierno del presidente Ernesto Zedillo, este espacio publicó la
lista de ocho de ellos a quienes había solicitado investigar el entonces
secretario de Gobernación, Emilio Chauyfett. Poco tiempo antes, el periodista
Jorge Luis Sierra reveló en un portal ya desaparecido, To2, las fichas de
inteligencia militar de varios periodistas vigilados desde el gobierno de José
López Portillo hasta, en ese entonces, los 90. Lo que representa una variación
del espionaje a periodistas es cómo han incrementado el número de columnistas
bajo seguimiento.
Este gobierno democratizó el espionaje contra periodistas
de una manera progresiva, con objetivos políticos. Esto es al menos lo que
demuestra Tejado en su columna. Preocupa y alarma, como señala, el abuso de las
facultades de los funcionarios y la falta de controles internos para contener
los excesos del poder. A diferencia del pasado, esos contrapesos no existen ya.
Al contrario, han cerrado filas contra el nuevo enemigo, los columnistas.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/2021/06/22/espian-a-periodistas/