Es importante que se hable de ello, pero sobre todo que se revise la política energética en materia de hidrocarburos con varios objetivos simultáneos: garantizar el abasto nacional de petróleo; detener la sangría de Pemex que compromete el futuro energético del país; utilizar recursos generados por la paraestatal para desarrollar un plan de inversión que incluya exploración y desarrollo de nuevos yacimientos; redefinir los niveles de exportación de petróleo; desarrollar energías alternativas para lo cual una década es tiempo insuficiente y un cuarto de siglo sería un plazo muy apretado para definir cuál debiera ser en el futuro el balance energético de México y desarrollarlo.

¿Qué pasaría si México dejara de ser exportador de petróleo, si no cubriera siquiera su consumo de hidrocarburos? El petróleo es un recurso no renovable, y hay que tratarlo como tal porque no habrá petróleo para siempre. Estados Unidos dejó de ser autosuficiente en petróleo desde la década de los 60, ha aumentado su dependencia de manera constante y consume más del 25% de los hidrocarburos del mundo.

En México no nos hacemos cargo de la realidad de lo que significa un recurso finito. A lo largo de los últimos años las reservas han caído de manera vertiginosa, acontece a la vista de todos (no es información secreta); pero ni el Ejecutivo ni el Legislativo parecen haberse percatado de la seriedad del problema.

En los últimos siete años, las reservas "probadas" (factibles para su explotación) de petróleo disminuyeron drásticamente, no aumentaron en un solo barril de acuerdo con los datos públicos de Pemex. En 1999 las reservas probadas de petróleo eran de 34 mil 179 millones de barriles, para 2005 se habían reducido a la mitad y contábamos con 17 mil 649 millones de barriles. De acuerdo con lo informado por el director de Pemex, Jesús Reyes Heroles, el l de enero de 2007, las reservas probadas de México sólo ascendían a 15 mil 514 millones de barriles. El presidente Calderón afirma que tenemos petróleo para menos de 10 años y que sin la exploración e inversión debida se "pone en riesgo la viabilidad energética de México para el futuro".

En ese escenario, Pemex dio a conocer durante el gobierno de Fox haber alcanzado un récord, logrado una hazaña con la exportación de mil 909 millones de barriles diarios para noviembre de 2005. Casi paralelamente se anunciaba que a partir del primer trimestre de 2006, Cantarell, el cuarto yacimiento más grande del mundo reduciría su producción. Hasta ahora, no hay en México ningún yacimiento importante que pueda sustituir la producción de Cantarell que durante más de dos décadas ha extraído casi las dos terceras partes de la producción de México.

De continuar la disminución drástica de las reservas probadas -que son las únicas realmente existentes en tanto factibles (técnica y económicamente) para ser explotadas- nos estaríamos encaminando hacia una catástrofe energética y económica. No sólo por los ingresos que el país dejaría de percibir sino por la factura energética que tendríamos que pagar. Hoy las reservas "probables" (que se sabe que existen y requieren estudios de factibilidad para ser consideradas "probadas") ascienden a 15 mil 788 millones de barriles; mientras las reservas "posibles" (es posible que existan) alcanzarán otros 14 mil 159 millones de barriles. Mucho trabajo se requerirá, junto con canalización de recursos, para que sean técnica y económicamente viables.

El problema de nuestro petróleo tiene también otras aristas: el crecimiento a niveles de riesgo de la deuda de Pemex, la sobreexplotación de yacimientos de crudo, la disminución de reservas, el desequilibrio entre reservas y exportaciones de crudo; las importaciones crecientes de derivados de petróleo, los problemas administrativos y financieros de la paraestatal. Como el futuro nos alcanza habría que hacer frente a todos los problemas al mismo tiempo. No habrá petróleo para siempre.

Periodista y antropóloga social