La producción del bioenergético también impactará la producción agrícola, en particular de maíz. No es posible que frente a los dramáticos cambios que se aproximan México siga sin rumbo, sin definir políticas agropecuarias, sin apoyar al campo y sin entender su importancia social, en primer lugar, pero también económica y política. ¿El maíz de los grandes productores mexicanos también se va a ir al etanol? ¿Cómo se va a revertir la política que en los años de Fox desalentó la producción de maíz?

En la medida en que la producción de maíz para producir etanol siga incrementándose, es evidente que el aumento del precio continuará, que tendrá un impacto sobre la producción de otros alimentos que disminuirán y que elevarán sus precios.

Las consecuencias para México por el aumento del precio del maíz en los mercados internacionales combinado con la necesidad de importar el insumo de la tortilla y la ausencia de una política agropecuaria nacional frente a los cambios que nos arrollan serán nuevamente evidentes.

Lo serán en dos flancos. En el interno porque, por ejemplo, en Sinaloa se planean ya dos o tres plantas para la producción de etanol a partir del maíz, y la producción sinaloense sostiene en gran medida el consumo nacional. Se afirma que también aumentará la producción nacional de maíz; es muy posible ¿pero lo hará al nivel necesario para sustituir lo que se vaya a la producción de etanol? ¿Qué sucederá con lo que tenemos que importar para el abasto nacional, a qué precios, y cuál será el impacto sobre el precio nacional? En el flanco externo está el aumento de precio que se mantendrá, por lo menos en el corto y mediano plazos. En diversos escenarios esto tendrá consecuencias para México, el gobierno pierde de vista la tortilla.

El editorial de The New York Times del pasado 5 de abril advierte un boom en la producción de maíz que se plantará en una extensión de 90.5 millones de acres, 13.5% más que el año pasado y la mayor desde 1944. Los farmers plantarán esta primavera maíz, maíz, maíz. Las plantaciones de soya descenderán en 10% y algo similar ocurrirá con el trigo y el algodón. El etanol está en el corazón de estos cambios. A nosotros nos preocupan los impactos en los precios y cambios acelerados en la estructura productiva agrícola de nuestro principal socio, a los que no tenemos respuestas. Al NYT le preocupa la presión sobre el Programa de Conservación de Reservas Agrícolas, la tierra que ha sido devuelta a la naturaleza sobre la que habrá presiones para más producción de maíz.

Cómo estarán las cosas que hasta la prestigiada revista conservadora The Economist reconoce que el artículo de Fidel Castro, en el que advirtió de la "siniestra idea de convertir alimento en combustible", él tiene un punto.

Los combustibles verdes son una buena idea, "pero la clase que Estados Unidos produce es mala." Disminuirá otras cosechas, elevará precios no sólo de productos agrícolas, también de la carne. El etanol que produce Estados Unidos "no es verde ni barato". Requiere tanta energía para producirlo (o más según diversos estudios) que la que finalmente produce. El etanol de la caña de azúcar es otra cosa.

El etanol no será ninguna solución mágica ni apuesta única, sólo parte de un nuevo balance energético en el que muchas otras tecnologías deberán desarrollarse rápidamente para sustituir de manera creciente y acelerada los combustibles fósiles, el petróleo.

Periodista y antropóloga social