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15/03/2009 | Africa - Cambio de guardia en el Chad

Alfonso Armada

El convoy formado por cinco blindados con cañones de 30 milímetros y dos todoterreno avanza por el árido noreste chadiano, entre dromedarios, camellos, cabras y burros, sin bajar la guardia, con chalecos antibalas de 16 kilos, cascos de combate y las armas siempre listas para abrir fuego.

 

La patrulla hace escala ante el destacamento del DIS, la nueva policía chadiana con niquis azulones y pistola al cinto «a las puertas» del campo de refugiados de Ouré Cassoni. Daniel Dourandi Ngasshala, el jefe del puesto, se queja ante el capitán polaco de su escasez de recursos: son 19 agentes para vigilar un campo donde viven casi 26.000 sudaneses.  

«Les pedimos a los rebeldes del JEM —Movimiento por la Justicia y la Igualdad, el principal grupo rebelde que opera en Darfur contra el régimen sudanés— que dejen las armas a la puerta antes de visitar a sus familias. Pero no podemos impedírselo».  

Como en Somalia
 

Como por ensalmo, de la nada surge una furgoneta Toyota con una ametralladora pesada atornillada a la parte trasera (igual a las «technicals» que siembran el terror en Somalia) y siete jóvenes guerrilleros del JEM con chancletas en los pies, kalashnikovs en el regazo y turbantes dorados en la cabeza.

Nadie, ni los soldados polacos ni los policías chadianos, hacen otra cosa que intercambiar unas palabras amables con los hijos del otro lado de la porosa y artificial frontera que separa el Chad de Sudán.  

A 4.000 kilómetros de Varsovia, el contingente polaco, curtido en Irak y Afganistán, parece perfectamente adaptado a un territorio minado por la corrupción, las guerrillas, el bandidismo y la impunidad, donde a la miseria crónica y la escasez de recursos que padecen 700.000 «nativos» del este chadiano olvidados por la dictadura hay que sumar 180.000 desplazados internos y 285.000 refugiados sudaneses que han huido del espanto de Darfur.

 A diferencia de otros contigentes, como buena parte del francés y todo el español (80 militares y dos aviones CASA C-295, que estuvieron plenamente operativos a partir del 19 de junio), los 400 polacos sí seguirán en el Chad y cambiarán a partir de mañana sus cascos por el emblemático «casco azul» de la ONU.  

El coronel Maciej Siudak, con el cráneo rasurado y el estilo marcial del este europeo, admite al caer la noche en la base de Iriba (una auténtica ciudad-fortín levantada en medio de la nada) que «si la población del este del Chad se ha sentido más segura se puede considerar que la misión ha sido un éxito».  

Admite Siudak que barajan «planes de contingencia» si a raíz de la decisión del Tribunal Penal Internacional de ordenar la captura del presidente sudanés, Omar al-Bashir, y la expulsión de 13 organizaciones no gubernamentales que operaban en Sudán se desencadena una nueva oleada de refugiados hacia el oriente chadiano, donde los recursos acuíferos y alimentarios están al límite.  

La misión parecía una quimera. Estamos en un territorio casi tan extenso como Francia, donde patrulla el grueso de los 3.200 soldados que 24 naciones europeas desplegaron en teoría a partir del 15 de marzo de 2008 a petición de la ONU para proteger a los civiles, y garantizar el reparto de la ayuda y el libre movimiento del personal humanitario. La misión de EUFOR termina entre fanfarrias en Bruselas y la paradoja de que los prometidos helicópteros rusos no estuvieron disponibles hasta diciembre, y el retorno a sus casas de chadianos desplazados por el conflicto no ha superado la cifra de 10.000 almas.  

Tanto Siudak como el comandante de EUFOR en el Chad, el brigadier general francés Jean-Philippe Ganascia, niegan que se vaya a producir un «vacío de poder» o un «cambio de misión» con el traspaso del mando a la ONU, a pesar de la evidencia de que ni las tropas de la Unión Africana ni las de su heredera en Darfur, la UNAMID, evitaron las matanzas (300.000 muertos) o la «limpieza étnica» (casi tres millones de desplazados y refugiados, y miles de aldeas arrasadas).

La complicidad de París  

Cooperantes como Gonzalo Sánchez-Terán, que ha trabajado en Abéché, no lejos de la raya con Sudán, consideran que la labor de EUFOR ha sido más propagandística que eficaz, y que ha reforzado al régimen de Idris Déby: «Circunscribir el conflicto chadiano a Sudán equivale a buscar las causas del problema en Jartum y no en las complicidades de Yamena con París».  

Organizaciones como Intermón Oxfam creen que «el contexto volátil del país no permite vislumbrar una paz cercana y la población civil sigue estando en peligro. A pesar de que la presencia de tropas europeas ha permitido que algunos civiles se sientan más seguros, la seguridad no ha mejorado de forma significativa», por no hablar del «proceso de paz interno, que sigue en «punto muerto».

ABC (España)

 


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