La XXI Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, que se desarrollará en Asunción el viernes y sábado, sigue sumando deserciones de presidentes y nuevas dudas sobre la presencia de otros que ya habían confirmado.
No
estarán en Paraguay los mandatarios de Argentina, Cristina Fernández de
Kirchner; de Brasil, Dilma Rousseff; de Uruguay, José Mujica; de Venezuela,
Hugo Chávez, ni de Cuba, Raúl Castro, entre los más notorios.
A ellos
se sumó hoy el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, quien prefiere enfocarse
en atender la emergencia provocada por las lluvias que han devastado la región
sur, además del oriente, y que han dejado 29 muertos y más de 60 000
damnificados.
Honduras
se hará representar por la vicepresidenta y ministra de la presidencia, María
Antonieta Guillén, se informó a dpa en Tegucigalpa.
También
está en duda el viaje del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez
Zapatero, por estar pendiente de las reuniones europeas sobre la crisis
financiera internacional. Esta nueva cumbre iberoamericana busca conocer la
nueva visión que tienen muchos gobernantes sobre el papel del Estado en los
nuevos tiempos.
La
"Transformación del Estado y el Desarrollo" es el lema que definió
Paraguay, el país anfitrión, mucho antes de que la crisis financiera actual
adquiriera la gravedad de este momento.
Los
asistentes deberán tomar posición respecto del nuevo papel que le corresponde
al Estado, pocos años después de que muchos proclamaran las virtudes ilimitadas
del mercado como solución a los problemas del mundo.
Fracasaron
muchas de las recetas de la década de 1990, que pregonaban la prescindencia del
Estado, la desregulación del sistema financiero y laboral, y promovían olas de
privatizaciones.
En
Sudamérica, la llegada al gobierno de fuerzas progresistas y renovadoras frenó
aquellas tendencias y afloraron nuevas visiones sobre el papel del Estado como
articulador y garante del crecimiento y el desarrollo, unido a dispares
intentos por redistribuir la riqueza.
Ahora
predomina la idea de que el Estado debe mantener la soberanía sobre algunas
empresas estratégicas y los recursos naturales, y encargarse nuevamente de
cuestiones básicas como la seguridad social, la salud, la educación, la
vivienda y la alimentación de la gente.
Pero no
todos piensan igual en el espacio iberoamericano. De allí que la atención se
centre en lo que cada uno expondrá sobre el tema y, de paso, es posible que
alguno se atreva a formular recomendaciones en medio de la incertidumbre y el
desconcierto generalizado del mundo desarrollado.
La
agenda no genera muchas expectativas. Los cancilleres se van a reunir el
viernes de mañana y los presidentes se verán las caras por primera vez ese
mismo día, al atardecer, pero en el marco de una ceremonia que se realizará en
el teatro del Banco Central del Paraguay. Allí hablarán el secretario general
iberoamericano, Enrique Iglesias, y el presidente de Paraguay, Fernando Lugo.
El
sábado habrá una sesión matutina de tres horas y por la tarde una hora más para
la "adopción de documentos", el traspaso de la secretaría pro témpore
a España -sede de la próxima cumbre en 2012- y un discurso del rey Juan Carlos.
Hasta dos días antes de la inauguración 18 dignatarios habían confirmado su
presencia.
Además
del rey de España, estarán los presidentes de Bolivia, Evo Morales; de Perú,
Ollanta Humala; de Ecuador, Rafael Correa; de Panamá, Ricardo Martinelli
Berrocal; de República Dominicana, Leonel Fernández; de Guatemala, Álvaro Colom
y el jefe de gobierno de Andorra, Antoni Martí Petit.
También
confirmaron verbalmente su asistencia los presidentes Juan Manuel Santos, de
Colombia; Sebastián Piñera, de Chile y Felipe Calderón, de México y, desde
Portugal, Aníbal Cavaco Silva y Pedro Passos Coelho, presidente y primer
ministro, respectivamente.
Otros
países estarán representados por sus vicepresidentes, cancilleres, embajadores
o funcionarios de diferente rango, a la vez que organismos internacionales como
la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Cepal, el
PNUD, Unicef, FAO y el Mercosur.
La
cumbre no tiene fuerza resolutiva para imponer decisiones colectivas y no
genera más que expresiones de buena voluntad y algún acuerdo bilateral o
multilateral que generalmente gira en torno a programas de asistencia social o
promesas de cooperación en diferentes áreas.