Según un informe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, el año pasado se descubrieron 126 bases clandestinas de las FARC, especialmente en las provincias de Sucumbíos y Esmeraldas, 61 bases menos que en el 2009.

Pese a que se redujo el número de refugios temporales –como califican las Fuerzas Armadas a estos campamentos de los insurgentes colombianos–, el promedio de hallazgos se mantiene con relación a los años anteriores.

Con la recuperación de la capacidad operativa, después del bombardeo del Ejército colombiano a Angostura, el 1 de marzo del 2008, las FF.AA. fortalecieron su presencia en la frontera norte. Anteriormente, entre 2003 al 2007 descubrieron 117 bases por el reducido número de operaciones.

Para el comandante de la Fuerza de Tarea Nº 1, general Wagner Bravo, encargado de la seguridad de la frontera con Colombia, el accionar de las Fuerzas Armadas representa la presencia efectiva del Estado. Calificó al 2010 como un año “efectivo en el control militar” y en el cumplimiento de la misión constitucional de proteger la soberanía territorial.

Según el Comando Conjunto, el año pasado se realizaron 12 operaciones militares en la frontera norte, 207 acciones tácticas, 5.687 patrullajes y se utilizó un promedio mensual de 7 mil uniformados.

Información del Ministerio de Seguridad Interna revela que al Estado le representa unos $ 200 millones anuales mantener el control de la soberanía en esa frontera.

La reanudación definitiva de las relaciones diplomáticas con Colombia, el pasado 26 de noviembre, permitió mejorar los canales de diálogo a través de la Comisión Binacional de Frontera, especialmente en el intercambio de información de inteligencia militar y policial.

El embajador de Ecuador en Colombia, Raúl Vallejo, aseguró al asumir la misión diplomática, el 5 de enero, que el Gobierno de Rafael Correa no permitirá la creación de campamentos de grupos armados al margen de la ley, “sean estos paramilitares, sean estos narcotraficantes, sean estos de la guerrilla, de cualquier signo o de cualquier nombre”.

Gonzalo Meza, ex jefe de Estado Mayor del Comando Conjunto, expresó que por la permeabilidad de la frontera, pese al buen trabajo de los uniformados, las infiltraciones son difíciles de controlar por el tipo de vegetación y las condiciones agrestes de la zona. Y que estas representan también la falta de control de la fuerza pública colombiana en su frontera sur.

Para Bravo la normalización de las relaciones es positiva para las FF.AA., sobre todo para coordinar información de Inteligencia militar, “que es lo que nos interesa”, puntualizó.