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07/03/2009 | “Las tentativas de renacionalización y la corrupción lastran la economía rusa”

Daniel Utrilla

YEGOR GAIDAR-CARGO: Ex primer ministro de Rusia y titular de Economía entre 1991 y 1992. En la actualidad, director del Instituto de Investigación para Economías en Transición / EDAD: 52 años / FORMACION: Doctor en Ciencias Económicas / CREDO: Haz lo que debas y que pase lo que tenga que pasar / SUEÑO: Llegar a ver una Rusia aburrida y tranquila.

 

De pequeño quería ser marinero, como su padre. No sabía que el destino le tenía reservado el timón más espinoso en medio del mayor naufragio geopolítico contemporáneo: la dirección del primer Gobierno de Rusia tras la caída de la URSS. Yegor Gaidar pasará a la Historia como el hombre que dio la puntilla a la primera economía planificada del planeta. Ocurrió en 1992, cuando liberalizó los precios, regulados hasta entonces por el Estado. Quienes lo perdieron todo en aquella traumática transición al capitalismo aún le reprochan su terapia de choque.

En 1999 fue cofundador junto con Anatoli Chubáis (el padre de las privatizaciones) de la Unión de Fuerzas de Derecha (SPS), partido reformista recientemente disuelto. Después, entre 1999 y 2003 fue diputado. Hoy es el director del Instituto de Investigación para Economías en Transición.

En noviembre de 2006, Gaidar perdió la consciencia cuando daba una conferencia en Irlanda. El suceso se produjo días después de que el ex agente Alexander Litvinenko muriera en Londres tras ingerir una dosis de polonio, y se dijo que Gaidar también había sido envenenado. Nieto de un famoso escritor de cuentos infantiles, pasó parte de su infancia en Cuba, donde su padre, Timur Gaidar, participó en el episodio de Bahía de Cochinos y trabó amistad con Raúl Castro. Su hija es miembro de la oposición al Kremlin liderada por Garry Kasparov.

Yegor Gaidar se hunde en el sofá de su despacho con mirada tierna y agazapada.

Pregunta.- ¿Cómo está su salud después del desmayo que sufrió en Irlanda? ¿Hay alguna investigación en curso?

Respuesta.- Mi situación actual es normal. Los médicos en Moscú me curaron bien. No existe ninguna investigación. Allí [en Irlanda] es muy difícil investigar, y, como afortunadamente todo acabó bien, no veo para qué.

P.- ¿Pero fue un envenenamiento?

R.- Eso fue lo que me dijeron los médicos.

P.- Cambiemos de tema. ¿Cuándo cree que saldremos de la actual crisis mundial?

R.- La respuesta a esta pregunta no la tiene nadie. Esta crisis es insólita y bastante profunda. El FMI ya rebajó varias veces los pronósticos de los ritmos del crecimiento para 2009-2010.Si su última revisión a la baja va a ser o no la última, eso nadie lo sabe. Pronosticar algo es prácticamente imposible. Aquí y en todas partes. No existen precedentes a semejante crisis, peculiar tanto por su origen como por su mecanismo de desarrollo.Si usted quiere una suposición, no un pronóstico, diría que la salida a la crisis se producirá aproximadamente entre el cuarto trimestre de este año y la primera mitad del año que viene.

P.- En su libro Colapso de un imperio establece un relación entre los precios del petróleo y los sucesos políticos, y sostiene que la URSS cayó por los bajos precios del crudo. Si se acentúa la crisis y bajan más los precios de los hidrocarburos, ¿se podría tambalear la base del poder en Rusia?

R.- No es lo mismo gobernar Rusia con el precio del barril a 140 dólares, que hacerlo cuando está a 30. Y los gobernantes son los primeros que tienen que adaptarse a la idea de que ahora nuestra vida es muy distinta. Hemos pasado de una situación en la que el Gobierno podía tomar decisiones populares que gustan al pueblo, y éste le dice a sus gobernantes lo buenos y admirables que son, a otra situación en la que hay que decidir qué gastos disminuir, qué fábricas van a limitar su producción, etcétera.Está por ver hasta qué punto los poderes rusos lograrán adaptarse.Y de ello dependerá su estabilidad política.

P.- Sin embargo, ¿no parece la popularidad de Vladimir Putin a prueba de crisis?

R.- La sociedad rusa entiende de forma aún muy limitada que estamos en crisis, porque hay un colchón de seguridad de recursos acumulados, fondos de reserva, banco del bienestar nacional y reservas de oro y divisas. Los rusos todavía no comprenden que viven en otro país.

P.- ¿Cree que el colchón de fondos acumulados en los últimos años por los altos precios del petróleo y del gas bastarán para hacer frente a la actual crisis?

R.- Lo será, siempre que no se cometan errores, y eso dependerá de la política que se adopte. Si simplemente se tira el dinero, no habrá para mucho tiempo, pero si se usa para adaptarse de forma flexible a la situación cambiante, durará cuanto se quiera.Mis amigos en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial solían preguntarme para qué acumulábamos los rusos tantas reservas de divisas y oro. Nuestra economía depende en exceso de la vacilación de los precios de las materias primas y de la balanza de llegada y salida de capital, y esas dos corrientes son paralelas. Cuando los precios de nuestras mercancías principales de exportacion caen, paralelamente pasa la huida del capital.Por eso hemos necesitado estas reservas, las terceras en el mundo por su escala, para vencer la crisis.

P.- ¿Cómo ha cambiado la economía rusa desde que usted fue primer ministro en 1992?

R.- La carcasa de la economía privada de mercado está creada, y funciona: hay precios de mercado, el déficit de mercancías es ya cosa del pasado, la economía está integrada en el mercado internacional, hay convertibilidad de la divisa y predomina la propiedad privada. Claro que aún arrastra una serie de problemas, como la insuficiente protección de la propiedad privada, las eventuales tentativas de renacionalización, la imperfección del sistema judicial, la corrupción en el aparato estatal o la falta de transparencia en el mecanismo de toma de decisiones. Esperemos que la crisis empuje a su resolución.

P.- En el contexto de la crisis, los comunistas rusos han reforzado su discurso anticapitalista. Su líder, Guenadi Ziuganov, recomienda a los capitalistas leer El Capital de Marx. ¿Tiene sentido pensar que el capitalismo hace agua?

R.- Primero tengo que decir que leer El Capital es una idea provechosa.Es un libro muy interesante, equivocado, pero interesante. Las discusiones sobre el fracaso del capitalismo se han producido en los últimos 200 años. No ha fracasado. Simplemente se transforma.El primer capitalismo era completamente diferente al de hoy día, por ejemplo en lo que se refiere al papel del Estado en la administración de la economía, aunque tienen rasgos básicos comunes, como la apertura de los mercados o las garantías claras de la propiedad privada. Este sistema se mostró muy efectivo durante 500 años.Precisamente durante su formación dio al mundo la posibilidad de acelerar los ritmos de crecimiento del Producto Interior Bruto per cápital en decenas de veces más en comparación con el milenio anterior, y la idea de que el mundo va a rechazar todo esto después de esta crisis -y recordemos que ya hubo crisis de este tipo durante al menos los últimos dos siglos-, es poco probable.

P.- Desde un punto de vista estrictamente económico, ¿tuvo la experiencia comunista en Rusia algún aspecto positivo?

R.- Sí, claro. El riesgo de la amenaza comunista obligó a las élites de muchos países desarrollados a revisar sus nociones sobre los procesos políticos en una dirección razonable. Por ejemplo, ampliando el derecho a la propiedad o el derecho de voto a las mujeres, ampliando la esfera de las garantías sociales, introduciendo limitaciones a la jornada laboral, creando el sistema de pensiones, etcétera. Para los países más desarrollados, el comunismo, aunque pueda parecer extraño, resultó un regalo. Sí, fue una influencia positiva para las economías más desarrolladas, al quedar demostrado el callejón sin salida que las propuestas comunistas suponían para reglamentar el mundo occidental. Con su ejemplo, Rusia mostró al mundo cuán peligroso puede ser este sistema, y Occidente salió ganando. Desgraciadamente, Rusia pagó por ello con la muerte de decenas de millones de personas durante la guerra civil y durante la hambruna de los años 30, con su aislamiento y con una economía ineficaz. Por eso si alguien quiere hacer un nuevo experimento comunista, yo sólo le pediría que no lo haga en mi país y que elija algún otro.

P.- ¿Cómo se siente cuando los afines al régimen llama bancarrotistas a los reformistas de los años 90 como usted?

R.- No dicen la verdad, pues nosostros simplemente adoptamos medidas de reanimación después de la bancarrota de la economía soviética. A nosotros nos llamaron para ir al Gobierno no en condiciones de florecimiento, sino cuando la URSS había quebrado y quienes dirigían la economía soviética no sabían qué hacer.Pero desde el punto de vista político, es comprensible, porque cuanto más regañas a tus predecesores tanto mejor resuelves tus propios problemas.

P.- ¿Cree que Rusia perdió en los años 90 la oportunidad de democratizarse?

R.- En aquellos años, Rusia fue una democracia. Era joven, imperfecta, inestable, pero, sin duda alguna, era una democracia.

P.- Pero aquella democracia hoy ya no existe...

R.- Es cuestión de tiempo. Se trata de un rasgo típico de la estabilización postrevolucionaria. Mire cómo se regulaba la prensa francesa en la época de Napoleón: no había ninguna libertad de prensa en general. Ahora pasamos por esta misma etapa.

P.- ¿Cómo se entienden que en un momento de crisis Rusia anuncie planes de ayudas a Islandia o conceda préstamos a Cuba?

R.- El problema es saber a partir de qué nivel de reservas dejaremos de hacer tonterías. Yo pienso que eso se debe a que nuestra élite todavía no se ha adaptado a las condiciones de esta nueva vida, mucho más dura. La élite vive todavía en un mundo donde el dinero se gasta absolutamente sin medida alguna.

P.- ¿Cómo valora las reacciones negativas que suscitó en España el interés de Lukoil por Repsol?

R.- En Francia se desconfía de las compañías alemanas, en Alemania de las francesas, y eso que ambos son miembros de la Unión Europea.No me parece correcto este nacionalismo económico, pero es muy popular en la práctica.

P.- ¿Cómo ve que su hija se integre en la oposición al Kremlin?

R.- Yo respeto su opción. Como cualquier padre, preferiría que eligiera una ocupación más segura, pero es su elección. Somos una familia liberal.

P.- ¿Se fortalecerá la débil oposición rusa con la crisis?

R.- Sí, claro.

P.- ¿Qué le parece Garry Kasparov como líder la oposición?

R.- Creo que es un gran ajedrecista.

P.- Las empresas rusas tienen contraídos un gran número de créditos privados en el extranjero. ¿No amplifica esto los efectos de la crisis en Rusia?

R.- El aumento de los créditos privados de los bancos rusos creó, por supuesto, riesgos adicionales, y ahora crea problemas adicionales.Si los poderes rusos hubieran controlado más rigurosamente los préstamos de aquellas compañías que están en propiedad del Estado, ahora todo sería mucho más fácil. Aquello fue un error.

El Mundo (España)

 


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