Por ejemplo, el representante de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michael Frühling ha salido, otra vez, con una novedosa teoría que, de ser acogida, favorece el secuestro.

¡Recomienda el personaje que no se intente rescatar secuestrados por la fuerza porque ello pone en peligro la vida de los rehenes! Las FARC y el ELN deben estar felices. Podrían así secuestrar sin riesgo alguno. La realidad es que la Fuerza Pública normalmente consulta a los familiares de los secuestrados antes de cualquier operación y actúa sólo si las probabilidades de éxito son muy buenas. Las estadísticas demuestran que los rescates, con las conocidas dolorosas excepciones, suelen ser exitosos. Por otra parte, quedar en manos de los secuestradores, sin que haya intento de rescate, no es garantía de supervivencia. Si las negociaciones fracasan, el secuestrado suele ser asesinado. La "recomendación" de Frühling no es solamente insólita, es también estúpida. La decisión de proceder a un operativo de rescate es generalmente una decisión que toma la familia de acuerdo a las circunstancias de cada caso.

Pero el funcionario de la ONU también refleja la posición de la izquierda sobre los términos de negociación con las autodefensas. Si se hubieran acogido las recomendaciones que hizo, sería imposible la reinserción. Cabe preguntar quien está afiliado a la ONU: ¿el Estado colombiano o las FARC? ¡Que buen aliado ha resultado para los terroristas este sueco!

Últimamente el organismo internacional está siendo cuestionado en varios países por la calidad de sus funcionarios, sus sesgos y prejuicios, y por su ineficacia para conjurar crisis. Es una costosa burocracia que no parece capaz de resolver problemas graves. Como sitio de encuentro para que los gobiernos se hablen, así no tengan relaciones bilaterales, puede ser muy útil el organismo, pero cuando va más allá de esa función resulta costoso e ineficaz. El asunto del contrabando de petróleo iraquí demostró además que la ONU no es ajena a la corrupción. Todo esto no es tan extraño como puede aparecer a primera vista.

Al fin y al cabo, la ONU es la suma de los países del mundo, la mayoría poco democráticos y corruptos. Los europeos que tienen una desproporcionada representación en la burocracia, por otra parte, suelen ser de izquierda y miran con desprecio al resto del mundo. Si por excepción se encuentra un funcionario "gringo", resulta ser un periodista fracasado de algún diario de izquierda.

En Colombia, la presencia de la oficina que dirige el Sr. Frühling sólo ha resultado en informes sesgados y posiciones alineadas con los deseos de las FARC. El burócrata sueco parece una marioneta cuyos hilos manejan ciertas ONG proclives a la subversión. Es entonces conveniente revisar el acuerdo para la operación de la oficina. ¿Si ello significa que se nombre un relator para nuestro país, será mucho peor que el Sr. Frühling? Por lo menos costará mucho menos.

En el ámbito internacional la pesada administración de la ONU puede no sobrevivir a una reducción de la contribución de Estados Unidos. De pronto no sobra el recorte de la burocracia inútil a la cual estaría obligada la organización.