Aunque en el país se mantienen altos índices de asesinatos de mujeres y se incrementa la crueldad implícita en estos hechos, el feminicidio pierde visibilidad en el escenario de la guerra contra el narco y el crimen organizado.
La
violencia de los crímenes donde su propia condición hace vulnerables a las
víctimas, en los que los homicidas actúan con la complicidad de estructuras
sociales que avalan la discriminación, no ha cesado. La impunidad en que
permanecen los feminicidios perpetrados en el país genera la recurrencia del
asesinato y la desaparición de mujeres.
Un dato
al que no debemos acostumbrarnos: de enero de 2009 a junio de 2010, en 18
estados del país fueron asesinadas mil 718 mujeres, según información recabada
por el Observatorio Nacional del Feminicidio.
Sobre el
asunto converso con Victoria de Pablo, parte de la Misión Internacional formada
por el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del
Delito y el Consejo de la Abogacía Española, entre otras instituciones, la que,
bajo el lema “Por el acceso a la justicia para las Mujeres”, visitó
recientemente México.
“A
propósito de esos mil 718 crímenes sólo se han dictado 40 sentencias; es decir,
sólo 3.7 por ciento de los expedientes se han finalizado. Ni siquiera podemos
saber si esas sentencias fueron condenatorias o absolutorias, o si se
encontraban en fase de recursos. Eso representa un mensaje absoluto de
impunidad”, dice De Pablo.
La
misión documentó la realidad del feminicidio en Nicaragua, Honduras y México.
“Lo que es común en Nicaragua, Honduras y México es que nos encontramos con
países altamente militarizados. En el caso de México, la guerra contra el
narcotráfico está llevando a una consecuencia perversa: el ocultamiento de la
situación del feminicidio, de la violencia, del secuestro del cual son víctimas
muchas mujeres. Estos crímenes quedan ocultos por el tema del narcotráfico”.
VÍCTIMAS
DESECHABLES
Aunque
pasen desapercibidos, en el marco de la guerra del narco y sus 30 mil
muertos, los homicidios de mujeres se han multiplicado en estos últimos tres
años. Según datos del Gabinete de Seguridad Nacional que se han hecho públicos,
a lo largo de esta administración federal el número de mujeres asesinadas en
crímenes que por sus características pueden ser atribuidos al narcotráfico,
aumentó en un 600 por ciento. Las cifras son contundentes: en enero de 2007
fueron 93 casos, y para octubre pasado ese número se había multiplicado hasta
llegar a 650.
Verónica
Navarro, integrante de Mujeres Apoyando a Mujeres (MAM), organización que
trabaja con víctimas de la agresiones domésticas, habla de cómo la violencia
ambiental genera una mayor crueldad en los casos de violencia doméstica, sobre
todo donde se ven involucrados narcos o policías. “Nosotros hemos
recibido casos gravísimos, de violencia extrema, mujeres que han sido
encajueladas, mujeres a la que los narcos obligaron a presenciar
ejecuciones. Hemos recibido mujeres con los huesos rotos, víctimas de horribles
golpizas. Los casos más cruentos siempre son a manos de miembros del
narcotráfico y, desgraciadamente, también de policías”.
Para
quienes deberían esclarecer estos crímenes, la tendencia a criminalizar a las
víctimas es recurrente: las autoridades apuntan que el incremento de homicidios
que por sus características pueden vincularse al crimen organizado se debe a
que cada vez es mayor el número de mujeres que participan en operaciones de
lavado de dinero, en elnarcomenudeo o como gatilleras. En México, la fosa
común donde caben los cuerpos de las víctimas de los crímenes que no se
investigan bajo el argumento de la relación que los asesinados pudieron tener
con el crimen organizado es enorme: esa criminalización es una forma de
complicidad institucional.
De Pablo
apunta al fenómeno como un patrón seguido desde finales de la década del siglo
pasado, cuando las autoridades de Chihuahua y Ciudad Juárez seguían la política
del avestruz para negar la tragedia que implicó el fenómeno social de las
mujeres asesinadas en Juárez: “Buscan excusas y comportamientos sospechosos,
entrometiéndose en la vida familiar y personal de ellas para encontrar así
pretextos y justificar su asesinato. Es indudable que en el mundo de la
pobreza, del aislamiento, de la dependencia, algunos de esos asesinatos están
vinculados con el mundo de la delincuencia, pero siguen siendo feminicidios en
el sentido de que se da el desprecio absoluto por la vida de una mujer, que
acaba por aparecer asesinada en un descampado”.
PATRONES
CULTURALES PATRIARCALES
El
viernes 13 de noviembre de 2009, en un lote baldío del barrio de Senderos de
San Isidro, en plena Ciudad Juárez, fueron encontrados los cuerpos de dos
mujeres asesinadas, cerca de una casa a la que se pretendió incendiar. Las
víctimas eran María Concepción y María Guadalupe Guardado Flores. Tenían 15 y
14 años de edad. De acuerdo a la autopsia las víctimas fueron severamente
golpeadas antes de que alguien les disparara un tiro en la cabeza y arrastrara
sus cuerpos al lugar donde fueron encontradas.
El padre
de María Concepción y de María Guadalupe es Juan Manuel Guardado Márquez,
integrante de la banda Los Ruteros, a quien se juzgó y sentenció como
culpable de seis homicidios. Conocido como El Tolteca, este hombre fue
denunciado por su esposa, a quien a menudo golpeaba. María del Carmen Flores de
la Rosa recibió 50 mil pesos de recompensa por ofrecer la información que llevó
a la captura de El Tolteca en Gómez Palacio, Durango, a donde había
huido.
A María
Guadalupe y María Concepción su madre las abandonó en la casa de su abuela, madre
del homicida ya condenado. Las niñas vivieron luego en el albergue Betel, de
Ciudad Juárez. De la segunda se sabe que llevaba una relación sentimental con
un chofer de ruta del transporte público antes de que éste fuera ejecutado. Las
hermanas Guardado, las hijas de El Tolteca, llegaron hace poco al
barrio de Senderos de San Isidro a vivir con una amiga en la casa donde fueron
encontrados sus cuerpos. Hasta ahora, este crimen, como otros muchos donde las
víctimas han sido mujeres en Ciudad Juárez, sigue sin castigo.
Más allá
de la impunidad, la causa original de los feminicidios es la existencia de
patrones sociales que avalan la discriminación como una forma de reducir a las
mujeres a objetos de servicio, placer, ornato o venganza, como ocurrió en la negra
historia de las hijas de El Tolteca. “En nuestra visita hemos comprobado
que la principal razón para explicar el incremento de la violencia en los
feminicidios es el hecho de que los patrones culturales patriarcales
permanezcan intactos. No se han hecho campañas para modificar esos patrones
culturales. El mensaje al varón es de superioridad, y a la mujer de dependencia
e inferioridad. Hemos comprobado también que la impunidad está generada por un
altísimo nivel de tolerancia a la violencia; de tolerancia cultural en la
sociedad y, lo que es más grave, de tolerancia por parte de las instituciones,
las que, al no responder reprimiendo las conductas violentas, generan un
mensaje de impunidad”, establece De Pablo.
Teresa
Incháustegui Romero, integrante de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara
de Diputados, insiste sobre la causa que ha generado los mil 728 homicidios de
mujeres perpetrados en los últimos 18 meses en México: “Es estructural, la
desigualdad de género y la discriminación de las mujeres. En este país la
violencia machista sigue siendo muy fuerte”. De acuerdo a la encuesta publicada
por un diario de circulación nacional hace unas semanas, 80 por ciento de la
población reconoce que existe discriminación hacia las mujeres. Pero este reconocimiento
no parece cambiar las condiciones de exclusión y desventaja.
GEOGRAFÍA
DEL FEMINICIDIO
Sólo 13
estados informaron a la organización “Por el acceso a la justicia a las
mujeres” sobre los crímenes de género en sus entidades. “El primer lugar,
evidentemente, lo tiene Chihuahua (no en cantidad absoluta, pero sí en
porcentajes o cantidad relativa a su población); en el segundo está el Estado
de México, y luego Michoacán. Oaxaca está en el cuarto lugar y también se han
presentado estos crímenes de manera recurrente en Nayarit. En Veracruz también
hay un alto índice de esta forma de violencia”, dice Incháustegui Romero. El
perfil que prevalece en cuanto a las víctimas es de mujeres jóvenes y pobres.
En
Ciudad Juárez el pasado 28 de octubre fueron acribilladas cinco mujeres que
viajaban en el autobús de una empresa maquiladora. El crimen permanece impune.
En lo que va del año han sido asesinadas allí 177 mujeres y más están
desaparecidas. Distintas organizaciones no gubernamentales consideran que hay
por lo menos 24 casos. Pero Ciudad Juárez no es el único sitio donde se
perpetran feminicidios. En el Estado de México en este año se registraron 146
de estos crímenes y en Guanajuato, 31. En el Distrito Federal se cometieron 92
homicidios de mujeres en 2009. La tercera parte de ellas murieron en su propia
casa, en un contexto de violencia doméstica.
En
Morelos la violencia en contra de las mujeres sigue en ascenso, de acuerdo a
información de la Comisión Independiente de Derechos Humanos: el año pasado se
sumaron 38 feminicidios, y en lo que va de este año van 40.