En este macabro plan, la primera regla es no dejar en libertad a un grupo, sino a individuos. La segunda norma es establecer un proceso muy lento, casi siempre de meses de negociación. La tercera es que entre cada entrega, exista un lapso amplio, con el fin de alargar al máximo el espacio de exposición mediático. Los líderes guerrilleros creen con mucha ingenuidad que al ganar más espacio en los medios informativos, incrementan su poder político y están más cerca de ser reconocidos a nivel internacional, como fuerza deliberante.

Este año hay un objetivo adicional, que es revivir la maltratada imagen política de la ex senadora Piedad Córdoba, a quien un juez despojó de su curul y la inhabilitó para ocupar cargos públicos por los próximos 18 años, en vista de su culpabilidad en el delito de asociación para delinquir con las FARC. Entonces para neutralizar la medida, la guerrilla propuso a Doña Piedad como negociadora.

Los objetivos militares de la operación son igualmente perversos. El ejército debe retirarse de extensas áreas selváticas, bautizadas eufemísticamente como zonas de distensión, varios días antes y después de la operación. Así los secuestradores se pueden mover sin peligro con el fin de llevar a cada retenido al sitio de liberación.

Como son muchos los secuestrados, existen obviamente muchas ``zonas de distensión''. Se ha comprobado que en la práctica, estas áreas son un mecanismo de doble vía. Por un lado son aprovechadas por las fuerzas rebeldes para sacar a los rehenes, combatientes heridos y de paso despachar cocaína. También operan en el sentido contrario para entrar armas, explosivos, dinero, medicinas y alimentos.

Aquí el presidente Santos, un consumado jugador de póker, ganó la mano, porque al final solo participan la Cruz Roja Internacional y el gobierno de Brasil, excluyendo a Chávez de toda la operación. Así evitó que decenas de ONG de pelambres rojos y rosaditos, diplomáticos de una treintena de países, burócratas venezolanos y centenares de periodistas de todos los rincones del planeta, volvieran a jugar, como en el pasado, el triste papel de idiotas útiles.

Entonces, el presidente Santos aceptó a la ex senadora como mediadora en las negociaciones y automáticamente resucitó a este cadáver político y lo convirtió en eje fundamental del intrincado proceso.

Por su parte, ``la negra'', como se le dice coloquialmente a la controvertida política, ha prometido que en junio todos los secuestrados estarán libres. Si esto es cierto, los diálogos de paz están cerca, porque ya la guerrilla sabe que está derrotada y que en Colombia es imposible alcanzar el poder por medio de las armas.

i ella es capaz de liderar una rápida operación, lograr que la guerrilla renuncie al secuestro como arma de guerra y desista de usar las liberaciones como elemento propagandístico, habrá alcanzado la meta imposible de remover el único obstáculo que impide al gobierno iniciar diálogos de paz con los rebeldes.

La gran ironía es que Doña Piedad, ``la villana'', condenada por ser cómplice activa de las FARC, es al mismo tiempo ``la heroína'' que tiene la clave secreta para sentar en la mesa del diálogo a los irreconciliables insurgentes y a un gobierno que no se deja chantajear.

Analista político colombiano.