El evento no podría ser mas risible, excepto para los cuatrocientos guerrilleros armados hasta los dientes, quienes en un acto de épico heroísmo persiguieron durante 10 días a este vagabundo alucinado armado con un machete sin filo. De acuerdo a estos héroes de la selva y a sus “fuerzas de inteligencia” el loco de marras no es tal, sino que es un peligroso espía del imperio.

Para liberarlo los insurgentes han montado otro show mediático y han llamado para que sean garantes a las ONG Europeas de siempre, a la Cruz Roja, a Tele Sur y por supuesto a Piedad Córdoba. También se rumora que asistirán algunos presidentes de Unasur. Sin proponérselo, este orate le ha puesto una traba más a la ya enredada mesa de negociaciones de La Habana. De paso, las FARC violaron de nuevo su compromiso de no cometer más secuestros.

Con este y otros montajes, estos aprendices de publicidad están haciéndole creer a los medios que en el país esta floreciendo una primavera colombiana. En el Catatumbo cerca de la frontera venezolana, armaron un supuesto paro campesino, dirigido por un miembro de las FARC que acababa de llegar de Europa. El lunes pasado, un vocero de los bandoleros arengó a los participantes de la marchas de protesta y les aseguró que la guerrilla tenía armas suficientes para armar a los habitantes de la zona. Así esperaban obligar al gobierno a escuchar sus reclamos, e incitaban a la rebelión en la selva mientras pretendían seguir hablando de paz en Cuba.

Según el ministro del Interior, Juan Carlos Pinzón, los “campesinos” del Catatumbo son guerrilleros infiltrados que viven en Venezuela, y quienes queman los buses son menores de edad que lanzan bombas Molotov y huyen allende la frontera.Mientras tanto, protestan miles de “cafetaleros” reclutados en la ciudad, que nunca han visto un arbusto de café, a quienes se les paga un salario por armar alboroto en la costa pacifica, donde no se cultiva el arbusto.

También cientos de “mineros de ciudad”, quienes jamás han entrado a un socavón lleno de hollín, protestan en la zona de Medellín, donde nunca han existido minas.

Los hermanos Castro han estado igualmente activos en esta encerrona contra Santos. De acuerdo a las denuncias del ex presidente Uribe, generalmente bien informado, las armas escondidas en un barco de Corea, bajo toneladas de azúcar cubano que cruzaron por el Canal de Panamá, estaban destinadas a las FARC. Tal es la razón por la cual los guerrilleros ya estaban anunciando “armas para todos” pues estaban seguros de recibirlas durante el mes de julio en algún lugar de las selvas del Pacifico.

Esta misma semana la misma guerrilla emboscó a 18 soldados y los asesinó. Peor aun, algunos habían quedado malheridos y recibieron tiros de gracia. Según el doctor Carlos Valdés, director de medicina legal, cuatro de los cadáveres tenían disparos hechos a menos de 20 pulgadas.Entonces es obvio, que la táctica de las FARC ha sido, crear un ambiente de terror y armar una serie de levantamientos ficticios a lo largo y ancho del país. Uniendo todos estos cabos sueltos, aflora un plan desestabilizador dirigido desde La Habana y orquestado por los hermanos Castro. Si se observa con detenimiento la secuencia de eventos, es obvio que los levantamientos populares, el intento de las FARC para hacer una coalición con el ELN y los demás grupos de izquierda, la reactivación de las emboscadas al ejercito, y la oferta a los campesinos para tener armas, coincide exactamente con el envío de armamento en el barco coreano a través de Panamá. Todo esto es parte del mismo objetivo para tomar el poder por la fuerza.

Desafortunadamente el presidente Santos se muestra muy débil, sin brújula, y no sabe qué se cocina a sus espaldas. Para acabar de enlodar la situación, ha acusado a las FARC de estar haciendo política en la mesa de negociaciones, olvidando que fue él mismo quien organizó las rondas de negociaciones. haciendo coincidir la supuesta firma de la paz con el inicio de su campaña de reelección. Ahora terminó siendo víctima de su invento.

La mayoría de los colombianos seguimos sin entender por qué se adelanta un proceso de negociación de paz innecesario, si la guerrilla ya estaba derrotada, y sus líderes tradicionales ya estaban muertos o encarcelados.