El presidente Chávez acaba de ser operado de una rodilla, razón por la cual tiene dificultades para andar. La patología parece ser parte de una gran cojera nacional, que como una gigantesca artritis afecta a cada una de las articulaciones del país.
Misión Vivienda, el plan para construir dos millones de unidades
habitacionales en solo una década, nunca caminó, y por ahora el Presidente, cada
vez que visita un barrio humilde, le entrega a sus esperanzados habitantes la
escritura de una casa que no existe. Esta gran promesa se ha convertido en la
gran estafa nacional a la población, que está esperando recibir alguna vez las
llaves de una casita de cemento y ladrillos de verdad.
El atrofiado bebé del socialismo del siglo XXI, ya con diez años de edad,
continúa entumecido en su cunita. Los otros planes bandera del chavismo,
llámense educación, salud, dignidad nacional o alimentación, también son
parapléjicos de nacimiento.
Los alimentos importados a costos astronómicos se pudren en las bodegas y no
hay una logística efectiva para mover contenedores de los puertos a los centros
de distribución. Los anaqueles de los supermercados ahora son súper autopistas
vacías por donde solo corren macilentas cucarachas en busca de una migajita de
comida.
La seguridad nacional también anda en muletas. Las fronteras del país son
puertas abiertas por donde transitan sin ningún control los guerrilleros de las
FARC, los narco contrabandistas y los traficantes de armas. Los dos mayores
puertos del país y una aerolínea estaban en manos de Wakid Makled. Para
ensombrecer aún más este paisaje, bástenos recordar que Venezuela y El Salvador
son de lejos los países más violentos y peligrosos de este hemisferio. Peor aún,
los asesores de seguridad nacional son militares cubanos disfrazados de
médicos.
La justicia también cojea, pero solo llega cuando se juzga a un periodista o
al dueño de un medio. La semana pasada las turbas chavistas se apoderaron de una
de las plantas de producción de El Nuevo País porque
habían difundido un rumor según el cual los iraníes estaban construyendo una
base de misiles intercontinentales en Paraguaná.
De la mal llamada dignidad nacional ni hablar, pues la economía del país
depende de las exportaciones de petróleo enviadas a Estados Unidos, que se
supone debería ser el peor enemigo nacional. Para colmo el país se gobierna
desde Cuba.
En todo este desolador panorama de proyectos derrengados, algo sí marcha
bien. La hiperinflación que revienta a los venezolanos y brinca alegre escaleras
arriba, porque es la más alta del mundo.
Analista político
colombiano.