Roberto Campa y Patricia Mercado tienen el difícil reto de mantener el registro de sus nuevos partidos en condiciones de una competencia desigual.

¿Qué tan sólidas son estas tendencias? ¿Por qué el Partido Revolucionario Institucional ha pasado a tercer lugar, cuando como partido, durante casi todo el gobierno de Vicente Fox, se había mantenido como la primera fuerza electoral? ¿Qué consecuencias políticas empezarán a tener estos datos en el comportamiento de los partidos y gobernantes?

Por lo que toca a López Obrador, la sorpresa del año nuevo fue que no ocurrió lo que muchos aseguraron. Decían que Andrés Manuel estaba en una caída imparable. Que Felipe Calderón, por el contrario, estaba ascendiendo y así se mantendría. Y que Roberto Madrazo había caído, pero que, con la fuerza del PRI, se levantaría una vez que se hubieran absorbido los costos del desgaste que tuvo su candidatura al final del año 2005.

Aunque las encuestas varían, se acepta que López Obrador sigue a la cabeza; que Calderón no siguió creciendo como preveían, y que Madrazo está muy abajo.

Andrés Manuel va a la cabeza y su candidatura es sólida. Más allá de los datos sobre las intenciones de voto, hay dos indicadores de gran contundencia. Por una parte, alrededor de 90% de quienes lo apoyan ya están decididos. Y, por la otra, de mayor importancia, es que cuando se miden los atributos de los candidatos, la diferencia entre AMLO y sus competidores es aún mayor.

Cuando se evalúa qué tan cerca están de la gente, qué tan honrados son los aspirantes presidenciales, qué tanto cumplen su palabra, qué tan eficaces han sido, las respuestas le son muy favorables. No va a ser fácil cambiar esas percepciones, cuando durante dos años sus adversarios han intentado -con todo- desacreditarlo y golpearlo en su prestigio, sin lograrlo.

Felipe Calderón se levantó por la sorpresa que significó su candidatura. En la medida que es el candidato menos conocido, tiene un bajo nivel de negativos, cuenta con el apoyo del gobierno y es quien está ejerciendo en este momento el mayor gasto en medios, podría todavía crecer algo. Sin embargo, su campaña todavía no despega. Sus recorridos no logran convocar ni generar entusiasmo. Aun así, por lo pronto Calderón se perfila como quien tiene mayores posibilidades de llegar a la final.

La razón de su mérito está vinculada a algunos aciertos que tuvo en su precampaña, como presentarse como un precandidato que no contaba con el apoyo presidencial. Esto difícilmente lo podrá sostener, pues no tiene margen para separarse del Presidente más allá de lo simbólico. La razón principal de su encumbramiento es indirecta. Depende del fracaso que están teniendo el PRI y su candidato Roberto Madrazo.

Hace seis meses nadie hubiera imaginado que el PRI estaría en un tercer lugar. En varias encuestas, en un bajo tercer sitio. Menos aún que, como partido, en las intenciones de voto por diputados y senadores estuviera por debajo del PRD, o que descontadas las posiciones del PVEM, pudiera estar en un nivel semejante al que ha tenido el PRD en esta Legislatura.

Después de haber llegado a su punto más alto, cuando el Tucom había conducido su proceso interno con diligencia, el conflicto con la maestra Elba Esther y las revelaciones sobre el enriquecimiento del ex gobernador Arturo Montiel, golpearon al PRI. A partir de ahí, sus decisiones le han sido muy costosas.

La alianza con el PVEM no les transfirió los votos del Partido Verde, porque el voto joven que había sido atraído por Bernardo de la Garza se alejó al momento de unirse al PRI. En su mayoría regresó con AMLO. Los compromisos de las candidaturas le han significado un alto costo que, si no se refleja en intenciones de voto, acentuará la disputa interna por las candidaturas. Son demasiados los compromisos para el nivel de votos previsible.

Si como lo indican la mayoría de las encuestas, Madrazo está entre 22% y 26%, si esa cifra no mejora, al descontar los compromisos de esa alianza, el PRI quedaría en un nivel como el que hoy tiene el PRD en la Cámara de Diputados.

Las intenciones nacionales de voto están regionalizándose cada vez más. En el centro y sur del país hay un corrimiento claro a favor de AMLO. En el norte, el PRI ha perdido la ventaja que tenía y se perfila una competencia entre tres fuerzas.

En los estados donde habrá elecciones concurrentes el mismo día de la elección federal o en los meses subsecuentes, el panorama está cambiando con rapidez. Más de un gobernador tendrá que reevaluar su posición, pues la posibilidad de alcanzar una mayoría en el Congreso puede haberse alejado. Si el PRI no procesa exitosamente sus candidaturas y se polariza la competencia entre Andrés Manuel y Calderón, la elección de 2006 le podría resultar aún más costosa que la de 2000.

Sigo pensando que el desafuero polarizó anticipadamente al electorado y que la competencia será entre los dos primeros. Por eso hoy lo más importante no es saber quién va adelante, sino quién se quedará con el segundo lugar para ir a la final.

Diputado federal (PRD)