El Presidente amenaza con vetar cualquier tentativa de bloquear el plan. Aludiendo al hecho de que la compañía en cuestión, la Peninsular and Oriental Steam Navigation Company, ha sido de propiedad británica hasta su inminente venta a Dubai Ports World, el martes decía: “Quiero que aquellos que lo cuestionan den la cara y expliquen porqué una compañía de Oriente Medio debe estar sujeta de pronto a un estándar distinto a una compañía de Gran Bretaña. Hoy estoy intentando llevar a cabo una política exterior diciendo a los pueblos del mundo, ‘Os trataremos con justicia’”.

Esto carece por completo de realidad, y refleja los peligros de la continua falta de disposición o incapacidad de llegar a término con la dimensión completa de la amenaza de la jihad por parte de la administración. Que Bush se sienta obligado a decir “a los pueblos del mundo, ‘Os trataremos con justicia’” muestra a traición una inseguridad peculiar donde debería mostrar una autoconfianza robusta y sin disculpas. Intenta mostrar a un mundo inmerso en antiamericanismo que América no es así de mala, pero al hacerlo sólo presta credibilidad a las acusaciones antiamericanas (porque después de todo, si carecieran de razón, ¿por qué sentiría necesidad del gesto?) y manifiesta la creencia errónea de que “nos odian” a causa de algo que hayamos hecho, que podemos deshacer con la cantidad apropiada de buena voluntad. En esto muestra otra vez total falta de conocimiento de la ideología de la jihad, que permanece constante al tiempo que cambian los pretextos y agravios que la alimentan. No hay cantidad de buena voluntad que pueda borrar con eficacia el imperativo de la jihad de subyugar al mundo bajo el mandato de la ley islámica, que es el programa manifiesto de los jihadistas de todas partes del mundo.

Los Emiratos Árabes Unidos podrían ser el aliado más fiable que Estados Unidos haya tenido nunca (y por supuesto no es eso ni remotamente) y aún así no habría modo de garantizar que Dubai Ports World no contratase a nadie con sentimientos jihadistas. La situación en el mundo islámico hace bastante probable que Dubai Ports World envíe al menos a unos cuantos muyaidines a trabajar a estos puertos americanos, y van a poder trabajar allí sin esconderse. Los secuestradores del 11 de Septiembre utilizaron los Emiratos Árabes Unidos como base de operaciones y fuente de apoyo financiero; ¿han limpiado el país de sentir jihadista las autoridades emiratíes desde entonces? ¿Sobre qué base se puede asumir esto?

Después de todo, hasta en Washington, nadie pregunta ni siquiera las cuestiones adecuadas a moderados autoproclamados acerca de de qué lado están realmente en la jihad y materias de sharia. Los funcionarios de Washington y Europa no han mostrado ninguna consciencia del hecho de que no es suficiente con no tener vínculos con grupos del terror; un musulmán que crea no obstante en la ideología jihadista de supremacía islámica y subyugación de los infieles aún es susceptible de reclutamiento jihadista. ¿Es posible determinar si tal reclutamiento es o no probable en el caso de algún individuo particular? No – y ése es el motivo por el que contratar cualquier puerto a Dubai Ports World está mal asesorado: la infiltración jihadista potencial simplemente es enorme. ¿Por qué una compañía de Oriente Medio está sujeta a un estándar distinto al que está sujeta cualquier compañía británica? Obviamente, una firma británica también podría contratar en la práctica a un jihadista, pero la probabilidad de esto es más reducida, puesto que los musulmanes británicos constituyen una pequeña minoría de la población.

Algunos han argumentado que este acuerdo ha sido propulsado fuera de toda proporción, y que la seguridad de los puertos permanecerá en manos americanas. Incluso si eso fuera cierto, no obstante, al acuerdo con Dubai Ports World debería ponérsele fin inmediatamente, aunque sólo fuera por su valor simbólico. En lugar de doblegarnos para mostrar a las naciones musulmanas del mundo que confiamos en ellas, el Presidente Bush haría más por la seguridad nacional americana explicando porqué tal confianza estaría mal emplazada en este momento, y haciendo un llamamiento a esas naciones a manifestar su fiabilidad con medidas directas e inmediatas anti-jihad dentro de sus fronteras – incluyendo la finalización de toda discriminación contra no musulmanes y de la enseñanza de la idea de que el orden social islámico debe ser impuesto por la fuerza a cristianos, judíos y demás. Si el Presidente llegara a pedir a los UAE la adopción de tales medidas, no sería engañado acerca de dónde se encuentra realmente ese país.

Frist, Hastert y Boehner están en lo cierto. ¿Por qué iba a querer Bush ser tan obstinado en esto? ¿No se da cuenta del inmenso perjuicio para su posición de ser más duro contra el terrorismo islámico que sus detractores? En el otro extremo, Hillary Clinton ya ha hablado de introducir una legislación con el fin de detener el acuerdo. El Presidente arriesga ceder una oportunidad a los Demócratas de demostrar que ellos son más duros en materia de terrorismo que él – lo que no obstante no es cierto; tan imperfecta como haya sido, si un Demócrata saliera realmente elegido en el 2008, podría llevar a la destrucción de la resistencia anti-terror entera.

Si este acuerdo sale adelante, ¿se dará el lujo Estados Unidos de deshacerlo antes de que nos deshaga?




ROBERT SPENCER es director de Jihad Watch y autor de 5 libros, 7 monografías y numerosos artículos acerca del terrorismo islamista. Licenciado con honores en Estudios Religiosos por la Universidad de Carolina en Chapel Hill), lleva desde 1980 estudiando teología, derecho e historia islámicos en profundidad. Es adjunto de la Free Congress Foundation, y sus artículos acerca del islam aparecen en el New York Post, Washington Times, Dallas Morning News, el National Post de Canadá, FrontPage Magazine, WorldNet Daily, Insight in the News, Human Events o National Review Online entre otros. Entre sus textos se encuentran algunos de los libros más conocidos acerca del terrorismo islámico, como “El mito de la tolerancia islámica” (Prometheus Books, 2005. ISBN 1591022495), “La guía políticamente incorrecta del islam” (Regnery Publishing, 2005. ISBN 0895260131), o “El islam al descubierto: cuestiones preocupantes sobre la religión de mayor crecimiento del mundo” (Encounter Books, 2002. ISBN 1893554589).