Mientras, se rubricaron otras 5.186 sentencias de pena capital en 53 naciones que ya han puesto en marcha el reloj de la ejecución en un macabro «tic, tac» que pende sobre las vidas de los reos. Son las cifras que se desprenden del informe anual de Amnistía Internacional sobre pena de muerte en el mundo, que revela que todavía hay 20.000 personas a la espera de ser ejecutados por sus propios gobiernos.

China tiene el terrible primer puesto en el ranking de ejecuciones. Las autoridades asiáticas mataron a 1.770 personas mientras Occidente miraba a otro lado, el del jugoso mercado chino. Le siguen de lejos Irán, con 94 ejecuciones; Arabia Saudí, con 86; y Estados Unidos, con 60. William F. Schulz, director ejecutivo de Amnistía Internacional en Estados Unidos, indicó que «por todo el mundo, los funcionarios públicos se dan cuenta de que las muertes patrocinadas por gobiernos son injustas e ineficaces: son una forma cruel e insólita de venganza que no tiene ningún efecto disuasorio».

En China, un individuo puede ser ejecutado por 68 motivos, entre los que se incluye el fraude a la Hacienda Pública. El método de cumplir las sentencias de la pena capital es el fusilamiento o la inyección letal. Esta última forma es también la que se aplica en Estados Unidos junto con la silla eléctrica. En Arabia Saudí, el gobierno utiliza la decapitación, mientras que el de Irán, el apedreamiento y la horca.

Amnistía Internacional ha advertido de que entre sus temores se encuentra que el tráfico de órganos de las personas ejecutadas en China sirva como incentivo para mantener la pena de muerte. Además, la información que maneja esta asociación internacional revela que dos de los condenados a muerte en Irán en 2005 eran menores de 18 años en el momento de las ejecuciones. Mientras, en Arabia Saudí se sorprende a los reos en sus celdas y se les decapita sin que ellos sepan la suerte que van a correr.

En Estados Unidos, y pese al debate abierto tras la ejecución de Stanley «Tookie» Williams -fundador de la pandilla «Crips» que operaba en Los Ángeles- después de que el Gobernador de California, el actor Arnold Schwarzenegger, negara clemencia al condenado, la lucha contra la pena capital ha vuelto a pasar a un segundo plano. Según las encuestas, los norteamericanos están divididos en su apoyo a la pena de muerte. El mismo presidente Bush rubricó 152 condenas durante sus seis años de gobernador en Texas.