Durante la depresión económica de los años 1930 el gobierno de EEUU deporta a 1.800.000 ciudadanos estadounidenses de extracción mexicana, mexicanos nacidos en México, y otros acaso “no documentados” con el propósito de quitarles empleo para dizque dárselo a los llamados “verdaderos americanos”… desempleados.
Esto de acuerdo a la investigación de Richard Dunn, ex senador estatal de California. El entonces presidente de EEUU, Herbert Hoover, aprobaba la práctica. Su Secretario del Trabajo, W. Doak, implementó regulaciones que impedían emplear mexicano-americanos en el gobierno. US Steel, Ford y Southern Pacific Railroad, et.al. acuerdan despedir a miles de ellos.Se las llamó “redadas de repatriación,” cuando eran de exilio en las que se detuvo a muchos a la fuerza, sobre la marcha, sin ningún aviso.
Según History.com, en esa época el Departamento de Ayuda
Social de Los Ángeles opta por deportar a pacientes de origen mexicano de los
hospitales entre los que se incluye a una mexicana enferma de lepra que es
llevada y dejada en Mexicali, México. Tuberculosos, paralíticos, dementes y
ancianos corren la misma suerte en forma atrabiliaria no solamente en Nuevo
México y California, sino también en Michigan, Colorado, Illinois, Ohio y Nueva
York. Ni siquiera se les permite avisar a familiares. Se llenan los trenes y no
se detienen hasta allende la frontera sur. Miles de familias quedan divididas y
difícilmente se extraen al trauma de la separación forzada. En la estación de
los Ángeles, en 1931, algunos parientes y amigos despiden a 1.500 personas que
llenan un tren más de exiliados con destino a México.
Quepa mencionar que la región donde está la ciudad de Los
Ángeles fue originalmente colonizada por españoles venidos de la Nueva España,
hoy México, y desde luego mexicanos y otros, en el siglo XVIII, antes de que
los estadounidenses invadiesen y se adueñasen de California incluyendo Los
Ángeles en el siglo XIX. Según la investigadora D. Lange, en 2003 el ciudadano
estadounidense, José López, atestigua ante un comité de la legislatura de
California, que tenía cinco años de edad cuando su familia fue deportada a
Michoacán, oeste de México. Mueren sus padres y un hermano, y en 1945 él
consigue retornar a EEUU con sus hermanos menores lo que muchos no logran.
Lo destacable de esta terrible situación es que tanto la
expatriación de estadounidenses de extracción mexicana como la deportación de
mexicanos con residencia legal, más los ilegales, fueron entonces, y son hoy,
inconstitucionales porque en ninguna de las situaciones se siguió ni se sigue
el debido proceso judicial que definitivamente hubiese protegido a los
afectados. La fingida ignorancia prepotente y el mero racismo hicieron que se
ignorase la constitución y las leyes. Y hoy en 2019 ocurre lo mismo.
Aquellas redadas eran distintas a las de ahora en que por
lo menos algunos sufrientes latinoamericanos hoy tienen la suerte de acogerse a
la famosa Sección 1325 de la ley de inmigración que ya regía en los años 1930…
cuando solamente 44,000 personas se acogieron a ella en tanto que la inmensa
mayoría no tuvieron la oportunidad ni menos la asistencia legal para recurrir a
ella. Se trata de la misma ley que rige hoy y el acceso a ella continúa
dificultoso aunque no tanto como en los 1930… cuando jamás hubo orden ejecutiva
ni menos una ley federal que la autorizase. Solo la segunda guerra mundial, con
su resultante demanda de fuerza laboral en EEUU, eliminó el exilio de gente que
por desgracia, hoy, ha revivido.