La primera ministra italiana decidió entrar en política el día que murió el magistrado.
En los italianos permanece vivo el recuerdo de dos
magistrados héroes por su lucha contra la mafia: Giovanni Falcone y Paolo
Borsellino. El 19 de julio de 1993, Borsellino murió junto a cinco agentes de
su escolta en un atentado con un coche bomba. Italia ha conmemorado al
magistrado que, junto a su amigo Falcone –asesinado dos meses antes en otro
atentado–, puso al Estado en condiciones de enfrentarse con éxito a la mafia, a
costa de pagar con sus vidas. A la conmemoración en Palermo asistió la primera
ministra, Giorgia Meloni, que consideró siempre a Borsellino un modelo, siendo
determinante su muerte para entrar en política.
La presencia de Meloni en la capital siciliana se ha
convertido en un caso político, al margen de la conmemoración de Borsellino, al
que el presidente de la República, Sergio Mattarella, rindió homenaje con estas
palabras: «En el aniversario de la masacre de Via D'Amelio, la República se
inclina ante la memoria de Paolo Borsellino. Aquel atentado golpeó a todo el
pueblo italiano y permanece imborrable».
En su autobiografía 'Yo soy Giorgia', la primera ministra
explica que «el detonante» de su decisión de entrar en política fue el atentado
de Borsellino que conmocionó al país: «Viendo las impactantes imágenes de
aquella devastación en el telediario (…) tenía que hacer algo y me dirigí al
Frente de la Juventud y al Movimiento Social Italiano». Meloni, que tenía 15
años, se inscribió a ese partido postfascista.
Hoy Paolo Borsellino es un icono para la derecha. La
presencia de Meloni en Palermo se convirtió en un caso político, porque en los
últimos días surgió una fuerte polémica por la reforma de la Justicia que
proyectaba el titular de ese ministerio, Carlo Nordio. Pretendía, entre otras
cosas, cancelar el delito de «concurso externo en asociación mafiosa», a lo que
se opusieron los magistrados, especialmente quienes combaten la mafia.
Precisamente, el exsenador Marcello Dell'Utri, amigo de Silvio Berlusconi y
cofundador de Forza Italia, fue condenado a siete años de prisión en 2014, con
esa tipificación de «concurso externo en asociación mafiosa». Y aún hoy sigue
siendo investigado.
Compromiso político
Para rebajar la fuerte tensión entre el Gobierno y la
magistratura, Giorgia Meloni hizo que su ministro de Justicia diera un paso
atrás en su reforma, diciéndole: «Me centraría en otras prioridades». Con su
presencia en Palermo, Meloni quiso borrar cualquier duda sobre la voluntad del
Ejecutivo de no retroceder en la lucha contra la mafia.
Lo dejó muy claro la primera ministra, en una carta
publicada este miércoles por el 'Corriere della Sera', en la que explica cómo
con la muerte de Paolo Borsellino nació su compromiso político que la llevó a
la Jefatura del Gobierno: «Recuerdo, como si fuera ayer, el profundo y visceral
rechazo a la mafia que, de joven, sentí frente a las imágenes de la masacre. De
ese rechazo nació el largo y convencido compromiso político que me ha traído
hasta aquí, de simple militante de un movimiento juvenil a la presidencia del
Consejo de Ministros».
Después de 31 años, aún no se sabe la verdad sobre el
atentado, ni quiénes fueron sus instigadores. La familia Borsellino lo define
un «una masacre de Estado, con desviaciones en las investigaciones por parte de
aparatos del Estado, para mantener enormes intereses políticos y económicos».
No es de extrañar que el presidente Mattarella pidiera
«combatir las zonas grises de las complicidades» con la mafia. En el 2019,
Giorgia Meloni pidió una comisión de investigación parlamentaria para conocer
la verdad. Hoy ha dicho en Palermo: «Estaré siempre para combatir a la mafia,
convencida de que esa batalla se puede ganar».