Habituados y necesitados de reafirmaciones patrióticas, da igual si es Lorena Ochoa, Guillermo del Toro o Carlos Slim el que llegue a la cima, lo que se festeja es que un mexicano alcance las alturas: “Se quedó apenas a 3 mil millones de dólares del segundo lugar”, lo cual nos abre “esperanzas” de que el próximo año estará en el segundo sitio listo para atacar la cumbre, el lugar destinado al hombre más rico del mundo.

El crecimiento en 19 mil millones de dólares de la fortuna personal de Carlos Slim es, en el mejor de los casos, el campeonato mundial en la mala distribución de la riqueza, un campeonato que no es para festejarse. El aumento de la riqueza del señor Slim equivale a 10 por ciento del presupuesto ejercido por el gobierno federal el año pasado, y representa 54 por ciento de la generación de riqueza del año 2006. Es decir, lo que generamos los mexicanos, entre todos, poco más de 35 mil millones de dólares mientras que una sola persona, con negocios en toda América Latina 19 mil millones. Si queríamos tener claro cuál es el problema de la distribución de la riqueza en México, ésta es la mejor radiografía.

Para qué ajustan 19 mil millones de dólares. Para darnos una idea con ese dinero se podrían construir 19 mil kilómetros de carreteras de las buenas o un triángulo de ferrocarriles de alta velocidad entre Monterrey, Guadalajara y México, y sobraría un poco.

La fortuna de Slim, nos dice Forbes, creció fundamentalmente por los buenos resultados de las acciones de sus empresas en la Bolsa de Valores. En principio eso nos habla de una buena administración y comprueba que el dueño de Telmex es uno de los hombres de negocios con mayor visión y mejor capacidad de gestión en el mundo. Pero no hay que olvidar que Telmex es un monopolio lo cual, sin duda, facilita la creación de riqueza personal. “Nada hay mejor que el sexo, excepto el monopolio”, reza un dicho popular. En México son pocos los que pueden decir si eso es cierto y, por supuesto, que nuestro “hombre Forbes” es uno de ellos.

Sin negarle cualidades personales a Slim, a otros empresarios también les dieron monopolios y dilapidaron fortunas y oportunidades, el brutal incremento de su fortuna muestra con toda claridad el efecto que tiene sobre una economía un monopolio y por qué cuando se habla de distribución de la riqueza éste va asociado necesariamente al combate a los monopolios.

¿Qué hubiera pasado con esos 19 mil millones de dólares si en lugar de haber una sola compañía telefónica hubiera tres o cinco? La mayoría del mercado lo habría ganado Slim, no tengo la menor duda, pero mal que bien las otras le hubiesen mordido un cacho al pastel. Las condiciones de mercado habrían obligado también a todas las compañías a invertir en la competencia por lograr mayor penetración, lo que llevaría así a una mayor generación de riqueza.

Veámoslo desde otro ángulo. Aunque esto es absolutamente hipotético, por no decir ficción, ejemplifica el asunto: ¿qué le pasaría a la economía mexicana si en lugar de que un solo hombre ganara en un año 19 mil millones de dólares, un millón de mexicanos hubieran visto incrementado su ingreso en 19 mil dólares. Un millón de familias con 200 mil pesos más de ingreso anual generan más negocio, más crecimiento económico, más distribución de la riqueza. Esto es, la distribución de la riqueza genera distribución de riqueza, las clases medias generan clases medias, aunque suene a peroguyo.

En uno, tres o cinco años Carlos Slim llegará a ser el hombre más rico del mundo y será ídolo nacional, pero eso será un indicador clarísimo de que las cosas en México no van por buen camino. Aquel chiste de que Slim no es de México sino que México es de Slim está a punto de hacerse realidad.

dpetersen@milenio.com