El Papa hizo una apología de la evangelización en América, y se metió con el nuevo chico rico del barrio haciendo notar sus actitudes autoritarias, éste se enfadó y le lanzó una de las suyas, diciendo que la iglesia más bien debería pedirle perdón a los indígenas como lo hizo con los judíos porque el genocidio había sido nada comparando con la conquista.
El otro chiquillo de la vecindad, que juega al mono mayor, se lanzó entonces con otra diatriba, y el Papa que tiene la humildad de los verdaderamente arrogantes, dio la otra mejilla, como buen vicario de Cristo, y relativizó las cosas una semana después.
Pero a Dios lo que es de Dios, y al ´Duce´ y sus seguidores, un par de aclaraciones. La Iglesia Católica, en tanto institución milenaria que reivindica esa su tradición, tiene evidentemente la obligación de pedir perdón de muchos de sus pecados del pasado, y dentro de poco tendrá que pedir perdón por los errores de ahora, tiene que pedirles perdón a los hijos ilegítimos, a los divorciados, a los homosexuales, y yendo a los tiempos del imperio español, tiene que pedir perdón ante todo a los africanos, porque avaló plenamente el más infame de los tráficos humanos que haya tenido lugar, dicho sea de paso, desde el advenimiento del cristianismo.
Pero respecto a las poblaciones indígenas americanas, la Santa Madre puede dormir tranquila, y es que la Iglesia Católica fue no sólo el lado amable de la conquista, sino la gran defensora de los indios y la gran crítica y denunciante de los abusos a los que eran sometidos. Por lo demás, la evangelización no se hizo con la espada y con la cruz, en el mejor de los casos se hizo con la cruz y con una buena cantidad de chicha.
Pero el tema es mucho más profundo, está claro que el cristianismo significó en el mundo antiguo europeo una gran revolución, una revolución espiritual que atrajo tanto a la gente, porque precisamente llevaba un mensaje a los más débiles, porque contiene un nivel de compasión y de respeto al otro que aún es moderno en nuestros tiempos. Ese cambio cualitativo ha sido ampliamente estudiado por los medievalistas, pero lo que verdaderamente significó en términos ideológicos la cristianización de América, todavía no ha sido estudiado, ha sido solo visto como parte del proceso de colonización y despojo que sufrió esta parte del mundo.
El cristianismo, pese a todas sus aberraciones, significó en su momento una modernización, y una oferta de seguro atractiva y liberadora para quienes veían en los poderosos de sus zonas (Curacas o Incas) a la encarnación de sus dioses, y para quienes tenían que acompañar en la tumba a estos dioses que por humanos se morían, y a quienes en el más puro espíritu arcaico griego tenían que entregar a sus hijas para acallar a un volcán.