El vicepresidente es conocido por su papel de intermediario en el conflicto Oriente Medio, entre israelíes y palestinos o en la compleja disputa entre africanos por el Nilo.
Omar
Suleiman, vicepresidente de Egipto, no es solamente el jefe de los servicios de
inteligencia de su país. Es también uno de los más estrechos colaboradores y
asesores del ya ex presidente Hosni Mubarak.
Suleiman
es conocido por su papel de intermediario en el conflicto de Cercano Oriente
entre israelíes y palestinos o en la compleja disputa entre africanos por el
agua del Nilo. En Egipto le suscriben además la eliminación exitosa de celúlas
terroristas islámicas.
Su
figura delgada, un bigote llamativo y una sonrisa refinada lo asemejan a un
general británico de épocas coloniales o al menos a un superagente de
Hollywood.
El
vicepresidente es un hombre discreto y entre sus amigos es considerado una
persona tranquila. Además de su formación militar en El Cairo estudió Ciencias
Políticas.
Suleiman,
de 74 años, es oriundo de la provincia de Qina, en el sur de Egipto. Tras una
carrera en la inteligencia militar fue nombrado en 1993 jefe de los servicios
secretos de Egipto.
Mientras
sus antecesores pasaron inadvertidos, Suleiman pudo ocupar los primeros planos
y se convirtió en una figura pública a partir del año 2000.
Sin
embargo, antes de las protestas, Suleiman huía de los focos y hasta ese momento
nunca había dado un discurso. El rol del hombre discreto en las sombras le
sientaba mejor. Hasta ahora.
El
general, que peleó en la guerras de 1967 y 1973 contra Israel, era considerado
el hombre fuerte de Mubarak para asuntos delicados.
La
confianza de su máximo jefe se consolidó en 1995 cuando junto con Suleiman
participó en una cumbre africana en Addis Abeba.
Once
extremistas dispararon contra la limusina presidencial mientras el auto se
trasladaba del aeropuerto al centro de la capital etíope. El presidente quedó
ileso ya que Suleiman había decidido el día anterior cambiar el automovil
normal por uno blindado.
Suleiman
era considerado desde hace años como potencial sucesor de Mubarak. Estados
Unidos e Israel lo consideran un "buen socio", que no sólo luchó
contra el terrorismo en su país sino que apoya a la fracción palestina pro
occidental del presidente Mahmud Abbas contra la organización islámica Hamas.
Otros
rumores presagiaban que Suleiman sería el futuro vicepresidente si Mubarak
entregaba el cargo de presidente a su hijo Gamal, quien como empresario y
político hubiera sido el primer mandatario egipcio desde 1952 que no pertenecía
al Ejército. Suleiman hubiera equilibrado este "déficit".
El
experto en espionaje parece no haber sido tocado por la corrupción muy
extendida en el régimen de Mubarak, ni tampoco se lo asocia con pácticas
violatorias de los derechos humanos dentro de los servicios secretos.
Pero
probablemente tampoco esto le ayudará en el marco de su repentino nombramiento
como vicepresidente, un cargo que contempla la Constitución egipcia pero que
Mubarak dejó libre en casi 30 años de gobierno.
Omar
Suleiman podrá ser el hombre de la sonrisa amable dentro del hasta ahora
autoritario gobierno en El Cairo, pero para los ciudadanos sigue siendo una
cara más del régimen de Mubarak.