Quienes inducen a votar a conciencia de que en Venezuela el voto no servirá para elegir Presidente, merecen el rechazo indignado de una nación fiel al mandato recibido el pasado 4D-05. Este país no irá al matadero electoral de diciembre bajo el engaño de quienes, por cobardía, ingenuidad o complicidad, no asumen la responsabilidad de encabezar la lucha para ponerle punto final a este infierno en que se ha convertido la vida nacional.

El régimen se mantiene sobre bayonetas tarifadas, estructuras del crimen organizado gracias a la politización del hampa y una chequera petrolera que sirve para casi todo, desde comprar o diferir conflictos hasta construir complicidades dentro y fuera de Venezuela. Siendo esto cierto, nos preguntamos si ese afán electoralista de cierto liderazgo opositor ¿no estará influyendo en millones de compatriotas, sin duda mayoritariamente contrarios al castro-chavismo, que rechazan lo que está a la vista, para estar relativamente desmovilizados, tristes y sintiendo el rigor del desamparo ante la progresiva pérdida de sus valores fundamentales? Ya no se trata de ser o no ser candidato, de ganar o perder una elección más. Se trata de defender la patria, la libertad, la propiedad, la familia y los derechos humanos básicos.

Esto sólo podrá lograrse con la salida de Chávez, el cambio de gobierno y la sustitución del más nefasto régimen de la historia. Esto no sucederá por obra y gracia del Espíritu Santo. Hay que trabajar muy duro y exponer mucho para lograrlo. Lo fácil, lo cómodo, lo insólito es cerrar los ojos ante la represión y el crimen, ante el fraude y la violencia física e institucional e ir como corderos a esperar un milagro en elecciones con resultados cantados de antemano.

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