¿Tiene relación la última ofensiva del PKK en Turquía con los sucesos de Siria? Esa es la pregunta que se hacen estos días los analistas de seguridad, y cuya respuesta preocupa enormemente a las autoridades turcas. Desde hace dos semanas, la guerrilla kurda combate al ejército turco en la localidad de Semdinli, en la frontera con Irak, pero, a diferencia de las tácticas de ataque rápido y retirada empleados normalmente por este grupo, esta vez el PKK trata de poner sitio a las guarniciones de la localidad.

El coste está siendo muy alto. Aunque la guerrilla ha matado en estos días a al menos ocho soldados y dos guardias rurales, más de ciento treinta guerrilleros han muerto en las últimas dos semanas.

En lo que ha sido calificado por el diario “Milliyet” como “la mayor ofensiva del ejército turco en años”, su información es una de las pocas completas aparecidas en los medios de Turquía, donde impera un apagón informativo al respecto cada vez más difícil de mantener. Miles de personas han sido desplazadas por los combates, y ayer, siete áreas de la provincia de Hakkari, en la que se encuentra Semdinli, fueron declaradas zona de emergencia militar.

El ejército turco ha movilizado a cientos de soldados en varias regiones de la frontera con Siria, especialmente en Nusaybin, en la provincia de Batman, donde esta semana han tenido lugar importantes maniobras de tanques y vehículos blindados. Probablemente se trata de sacar músculo: justo al otro lado de la frontera está Qamishli, la principal ciudad kurda de Siria y un importante foco de agitación contra el régimen, donde se cree que las Fuerzas Populares Kurdas de Protección controlan algunas áreas y tratan de llegar a un acuerdo con las fuerzas del régimen sirio todavía presentes.

Pero lo que asusta a Ankara es la posibilidad de que el PKK esté tratando de forzar una dura respuesta de las autoridades para provocar un levantamiento generalizado kurdo en el sureste de Turquía.

El dudoso aliado sirio

Más allá de la viabilidad de dicho plan, lo cierto es que los recientes movimientos de losactivistas kurdos al otro lado de la frontera siria inquietan al gobierno turco. En las últimas semanas, las llamadas Fuerzas Populares Kurdas de Protección se han hecho con el control de varias localidades en las regiones kurdas del norte de Siria, incluyendo Afrin, Kobani y Derek.

Las Fuerzas Populares Kurdas de Protección han surgido de la unión de los principales grupos políticos kurdos, entre ellos el Consejo Nacional Kurdo (opositor al régimen de Bashar Al Assad desde el principio), y el Partido de la Unión Democrática (PYD), afín al PKK y que ha mantenido posiciones mucho más ambiguas hacia el régimen sirio. Sin embargo, el pasado julio, ambas facciones unieron fuerzas a instancias de Massud Barzani, presidente del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí.

Pero este movimiento, totalmente inesperado por parte de un aliado de Turquía como Barzani, ha desconcertado enormemente a Ankara, que se resiste a renunciar a la narrativa cuidadosamente construida que distinguía a los kurdos “buenos” (el Consejo Nacional Kurdo y otros grupos opositores) y los "malos" del PYD/PKK, aliados del “villano” Bashar Al Assad.