Junto a los diversos componentes electrónicos, los agentes encontraron en ese zulo, situado cerca de Burdeos, cinco bidones con 10 kilos de nitrato amónico, nitrato sódico, alcohol, y acetona; 450 metros de cordón detonante, dos revólveres, tres cajas de munición, que vienen a ser unos 1.000 cartuchos, y 83 detonadores. Los terroristas habían escondido allí también la gorra de un gendarme francés.

La detención, el miércoles, de los tres encargados de la logística del aparato militar de ETA -el jefe, Aitzol Etxaburu, Andoni Sarasola e Ignacio Machaín- ha provocado, por el momento, el desmantelamiento de tres zulos y, probablemente, contribuya a desactivar otros tantos.

Los almacenes se encuentran cerca o relativamente cerca de la frontera -no es el caso del de Burdeos- y separados entre sí por cientos de kilómetros. De hecho, el destapado en primer lugar -con 100 kilos de nitrato amónico y 12 kilos de nitrometano- estaba localizado en Ferrières, a 40 escasos kilómetros de la frontera francesa con Huesca. Los hallados ayer se encuentran, uno cerca de Burdeos, y el otro en Camplong en el departamento de Langedoc-Roussillon.

En total, y a la espera de cuantificar de forma precisa los materiales almacenados -en muchas ocasiones en paquetes perfectamente etiquetados-, la cantidad de explosivo detectada en las últimas 24 horas es más de la cuarta parte de lo inmovilizado a lo largo de todo el año 2008, que ascendió a los 385 kilos de explosivo. Y la operación, realizada de manera conjunta por agentes españoles y franceses, que a última hora de ayer habían detallado minuciosamente el contenido de tres de los cinco bidones encontrados en el zulo de Camplong, todavía no ha finalizado.

Claro está que el peligro no queda conjurado ni mucho menos porque la banda dispone de más zulos y porque sus miembros, en vez de robar el explosivo ya fabricado, hace mucho tiempo que se encargan de elaborarlo ellos mismos a partir de materiales de relativamente fácil accesibilidad; pero la caída de esta red de pequeños almacenes sí que implica la demostración de que el sistema actualmente empleado por la banda no es tan seguro como ésta pudiese esperar.

Las continuas operaciones contra la organización terrorista hicieron que sus dirigentes se planteasen la conveniencia de reestructurar sus aparatos -uniendo el militar al logístico, por ejemplo- y cambiar el sistema de almacenaje de explosivos. Consideraron más seguro sustituir los grandes sótanos de caseríos en el sur de Francia por pequeños zulos dispersos por la geografía gala en una estructura que intentaron trasladar de algún modo, a finales de 2008, hasta el País Vasco.

Quedaron olvidados los garajes en casas rurales como el de Cahiers -el último en 2002- o los sótanos de Bidart en los que, para acceder, había que superar puertas con mecanismos hidráulicos que ocultaban fábricas de granadas, bombas o explosivos.

Sin embargo, ETA ha podido confirmar ahora que dispersar el material tampoco garantiza su seguridad.

Los encargados de custodiar los zulos y distribuir el material entre los comandos, los tres arrestados el miércoles, vieron ayer prorrogada su estancia en la comisaría de Lyon otras 24 horas por decisión de las autoridades francesas, que quieren que estén disponibles para la localización de pistas antes de que pasen a declarar ante un juez. En Francia los detenidos pueden estar a disposición policial durante 96 horas.

En el piso en el que fueron arrestados, los agentes encontraron 20 fiambreras preparadas para atentar, 42 detonadores y cuatro revólveres. Se unirán en prisión con su antigua jefa, Itziar Plaza, la anterior responsable de la logística del aparato militar de ETA, apenas mes y medio después de sustituirla.