No obstante, para un número creciente de ciudadanos comunes la duda sobre la capacidad del Estado mexicano para controlar efectivamente y dentro del marco jurídico establecido lo que ocurre dentro del territorio nacional es cada vez más grande.

El asesinato de más de 4 mil personas en lo que ha transcurrido del año actual, por conflictos derivados del tráfico de drogas; los secuestros que con mayor frecuencia terminan con la ejecución de las víctimas; la elevada impunidad para los causantes de delitos graves; y la sensación de que el crimen organizado ha penetrado en todos los órdenes de la vida institucional y de la sociedad misma, serían elementos suficientes para argüir que el gobierno federal ya no tiene control sobre lo que ocurre cotidianamente en el territorio nacional.

Tratando de ser optimistas, podríamos también argumentar que en México estamos lejos de tener un Estado fallido, porque el grueso de las actividades económicas, sociales y políticas transcurren dentro de una cierta normalidad a lo ancho y largo de la República. Finalmente, somos más de 103 millones de mexicanos y las muertes violentas no representan, ni remotamente, 1% (un millón 30 mil) del total de la población.

Este tipo de cálculos relativos a indicadores extremos de desorden no son un alivio, ni pueden ser base para desechar la hipótesis de que en México estamos al borde no se diga de un Estado fallido, sino de una situación de franca ingobernabilidad.

Me parece que, en vez de temerle al término ingobernabilidad, deberíamos, gobernados y gobernantes, enfrentar la realidad, diagnosticar sus causas y, a partir de ello, buscar soluciones.

Tomemos un ejemplo relativo a lo económico: la contracción de la economía para 2009 es prácticamente un hecho; el Fondo Monetario Internacional acaba de revisar a la baja sus proyecciones de crecimiento mundial y el de México lo sitúa en 0.9%; mientras tanto, los diputados han aprobado un presupuesto fiscal basado en un mítico crecimiento de 1.8% para el año próximo. Con ese tipo de autoengaño, ¿cómo puede esperarse una acción eficaz del Estado para paliar la crisis que se avecina?

Profesor investigador de El Colegio de México