Uno de los temas que despertó mayor debate fue el relacionado con la evolución de la democracia en economías asiáticas de rápido crecimiento y contundente desarrollo económico, gobernadas por regímenes con diversos grados de autoritarismo, algunas de los cuales, notablemente Corea del Sur y Taiwan, han entrado en los últimos años a una etapa de pluralismo político y madurez electoral, lo que las sitúa entre las democracias avanzadas. La República Popular China, con un estado dominado por un solo partido político, fue objeto de discusión, y al respecto presenté una ponencia sobre la validez de la frase “democracia con características chinas”, que el Partido comunista de ese país enarbola para contrarrestar las críticas externas sobre su debilidad democrática.

Más allá de si existe o no una concepción única sobre democracia, y si ésta se refiere a la democracia liberal anglosajona, es impresionante la capacidad de los dirigentes comunistas chinos para generar resultados: han sacado de la pobreza extrema por lo menos a 250 millones de personas; por más de un cuarto de siglo han alcanzado tasas de crecimiento económico cercanas al 10%, y casi de la nada han construido una nación que está a punto de engrosar las filas del mundo desarrollado. Todo esto le da legitimidad al PC.

La transformación de China se palpa claramente en las ciudades de su franja costera y en varias del interior; por ejemplo, con el surgimiento de una creciente clase media, exigente de sus derechos económicos y cada vez más cosmopolita. Y aunque esta porción de la población representa una proporción pequeña de los más de mil 300 millones de chinos, en números absolutos es enorme y tarde o temprano llevará a la pluralidad política que requiere una democracia sin adjetivos.

Profesor investigador del Colegio de México