El crimen organizado sitió los cruces fronterizos de Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros; cerró calles y avenidas en Monterrey, Ciudad Victoria y Veracruz. Enfrentamientos en Reynosa dejan 11 muertos y 20 heridos, lo que provoca la suspensión de actividades en escuelas, comercios y empresas. Bajo el signo de las narcoprotestas, se vive un estado de excepción en determinadas plazas del país.

“Es buen momento para invertir en México”, dice el presidente Felipe Calderón, pero la impunidad derrumba su optimismo, cuando el secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, informa que se registran 50 mil extorsiones contra empresarios, comerciantes y civiles, a cambio de seguridad y de derecho de piso.¿Qué empresario invertiría cuando sabe que va a ser chantajeado por delincuentes?

A estos Archivos del poder llegan cifras indignantes: alrededor de 30 mil familias en Ciudad Juárez han abandonado al país, por miedo. Se fueron a radicar a El Paso, Texas, mientras capitalistas de Nuevo Laredo, Mexicali y Tijuana se han ido con sus inversiones a otros países.

Es el pavor de vivir en una nación donde la violencia se manifiesta en cada esquina. Es, también, la profunda preocupación por cómo Calderón, y su equipo de gobierno y de partido, perciben lo que está ocurriendo.

“Las expresiones de violencia están solamente en tres estados”, minimizó la canciller Patricia Espinosa respecto a la guerra que se libra en México. Dijo una barbaridad. La titular de la SRE debería saber que, a nivel nacional, se ha ejecutado a ¡12 personas diarias!, en lo que va de 2009. Tan bien que iba Espinosa.

Tan sólo el martes pasado hubo 37 ejecutados. En Ciudad Juárez fueron asesinados el director de la Policía Municipal y sus tres escoltas y, en Tabasco, era acribillado un comandante ministerial.

Espinosa reduce la violencia a tres entidades: Baja California, Chihuahua y Sinaloa. ¿Sabrá que hay un estado llamado Tamaulipas donde el narco es gobierno prácticamente? ¿Y Tabasco, centro de operaciones de Los Zetas? ¿Y el DF, asiento ya de cárteles de la droga? ¿Y Veracruz, dominado en amplias zonas por el narco?

Tan desafortunada la frase de Espinosa como la inaudita afirmación del presidente nacional del PAN, Germán Martínez, quien en su artículo en El Universal aseguró que “las calles de Monterrey, Nuevo León, están siendo bloqueadas por unos mariguanos”. Vaya torpeza la del panista.

Reducir las narcoprotestas públicas a puntadas de “mariguanos” es tan irresponsable como peligroso. Si esa es la visión del dirigente del partido en la Presidencia, ahora entendemos por qué las cosas andan tan mal. Si así complica el panorama un grupo de “mariguanos”, imaginemos qué sucede con la delincuencia mayor.

A las absurdas palabras de Germán tuvo que salir al quite el gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, quien sin empacho declaró que, detrás de las protestas en Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz contra el Ejército, “están el cártel del Golfo y Los Zetas”. De esa magnitud es la batalla. No es lidiar con “mariguanos”, según lo plantea el panista.

Y tampoco nada se gana con echarle la culpa a los medios, de la guerra que se vive en México. El secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, señala que el deterioro en la imagen del país “se debe, básicamente, a la insistencia de darle mucha importancia a todo lo que sucede en materia de crimen organizado y al narcotráfico”. ¿Qué tal? Según Elizondo, no debemos informar tanto sobre las ejecuciones, el bloqueo de puentes fronterizos, los decapitados o los estados de guerra. Preferible abordar temas menos incómodos.

“El siguiente presidente iba a ser un narco”, dice, desde su desafortunada gira por París, el secretario de Economía, Gerardo Ruiz. Qué bueno que lo avisa. Pero, en vez de andar de vacaciones, debería estar en su país tratando de rescatar inversiones y generar empleos, aunque ya dijo que se van a perder 300 mil plazas.

Dentro del Estado se libra una guerra sin cuartel. Eso lo saben, lo viven y lo sufren millones de mexicanos. Pero mientras el gobierno y sus voceros traten de ocultar la realidad, la descomposición social seguirá en aumento.