Cuando empezó la reforma económica, en 1978, el Banco Popular de China era el único banco del país. Actuaba a un tiempo como banco central, como financiador de las políticas del Gobierno y como banco comercial.

Desde 1978 se fue desarrollando el sistema financiero, quea principios de los noventa estaba integrado por el Banco Central (o Banco Popular de China), cuatro bancos comerciales estatales (Banco de China, Banco de la Construcción, Banco de la Industria y el Comercio, Banco Agrícola), once bancos comerciales más pequeños (uno de ellos, el Minsheng, privado), más de un centenar de bancos comerciales resultantes de la reforma de las cooperativas de crédito urbanas, e instituciones financieras no bancarias (miles de cooperativas de crédito urbanas y rurales y centenares de sociedades de inversión).

Los cuatro bancos comerciales dominaban, y aún hoy dominan, el sistema bancario: conceden unos dos tercios del total del crédito. Tienen actualmente en torno a millón y medio de empleados y 70.000 oficinas. Eran hasta hace poco meras agencias para conceder subvenciones a las empresas públicas, con las que éstas enjugaban sus déficits sistemáticos.

Acumularon de este modo montañas de malos créditos, que ascendían en 1999 al 34% del total, según cifras oficiales, y a cerca de la mitad según estimaciones independientes. Así, los activos tóxicos de la banca china era consecuencia de la ineficacia del sistema económico adoptado tras la Revolución, en 1949, importado de la URSS, basado en el monopolio de la propiedad estatal de los medios de producción y en la planificación centralizada.

En 1993 el PCCh adoptó la resolución "Cuestiones relativas al establecimiento del sistema económico de mercado socialista". Uno de sus puntos era la reforma del sistema bancario. El Banco Popular de China se convertiría en un verdadero banco central, ocupándose de la política monetaria, el control de la inflación, el mantenimiento de la estabilidad de la divisa (utilizando para ello como instrumento esencial los tipos de interés y no medidas administrativas) y la supervisión de las instituciones financieras. Se desarrollaría la banca comercial, función que abandonaba el banco central, y las instituciones financieras no bancarias. Se crearían bancos para financiar las políticas del Gobierno descargando de esta función a la banca comercial (en 1994 se crearon el Banco de Desarrollo de China, el Banco de Desarrollo Agrícola y el Eximbank).

El saneamiento de los cuatro grandes bancos comerciales se convirtió en el eje de la reforma del sistema bancario. La ley de la Banca Comercial, de 1995, impuso severas exigencias a los bancos comerciales, haciendo a sus directivos responsables de los malos créditos quea partir de entonces se generaran.

Para su saneamiento se tomaron un conjunto de medidas. Los créditos irrecuperables, unos 320.000 millones de euros, se depositaron en cuatro sociedades de gestión de activos (Asset Management Corporations), o bancos malos, encargados de colocarlos en el mercado al precio que éste estuviera dispuesto a pagar. De esta forma los bancos quedaron descargados de activos tóxicos. Se recapitalizaron los bancos, inyectándoles un total de unos 520.000 millones de euros a lo largo de los últimos quince años, equivalentes al 20% del PIB de 2007. A las empresas públicas se las liberó del pago de gastos sociales a sus empleados: pisos, colegios, gastos médicos, jubilaciones, etcétera, que en parte pasaron a regirse por el mercado y en parte pagan las administraciones públicas. Estos gastos eran en una medida responsables del déficit sistemático de las empresas públicas. Los tipos de interés a los que presta la banca están ahora en torno al 5% o el 6%, mientras que se mantiene muy bajo el interés pagado a los ahorradores, en torno al 2 o 3%. China tiene el nivel de ahorro más elevado del mundo, por encima del 40% del PIB.

Como parte del acuerdo de ingreso de China en la OMC, en el 2001, se dio entrada a la banca extranjera; al principio se le autorizaron transacciones en divisas y desde fines de 2006 puede operar en yuanes. Se convirtieron los bancos en sociedades por acciones y se dio entrada en el capital a bancos extranjeros, hasta un límite del 20%. Varios bancos extranjeros, básicamente norteamericanos, suizos e ingleses adquirieron participaciones. Se suponía que tenían que enseñar la gestión de riesgos a los bancos chinos y la realidad fue que la mayoría se despeñaron por su catastrófica gestión. Una de las raras excepciones ha sido el BBVA, socio de CITIC. Vender las participaciones en la banca china, con suculentas plusvalías, ha sido un expediente utilizado por algunos de ellos para paliar los efectos de la crisis financiera. A partir de 2005 los grandes bancos comerciales, con la excepción del Agrícola, sacaron parte de sus acciones a bolsa. En octubre del 2006 el Banco de la Industria y el Comercio vendió, simultáneamente en la Bolsa de Shanghai y la de Hong Kong, el 17% de sus acciones, por valor de 15.200 millones de euros, la mayor oferta de acciones en bolsa de la historia. Las órdenes de compra superaron los 400.000 millones de euros.

Dando entrada a la banca extranjera en el capital de la china y autorizando a los bancos extranjeros a operar en el país, se pretende modernizar la banca china, poniéndola al nivel de la de los países avanzados. Tras las últimas desinversiones, sólo media docena de bancos o grupos financieros extranjeros mantienen participaciones en bancos chinos, entre ellos BBVA en CITIC. Hay ahora unos treinta bancos extranjeros operando en China, que controlan el 2% de los activos financieros. Los que tienen más presencia son HSBC (con unas 85 sucursales), Standard Chartered y Bank of East Asia. Puesto que la concesión de licencias a la banca extranjera es facultad discrecional, el Gobierno chino podrá proteger a la banca nacional, de modo que la competencia extranjera estimule su modernización en lugar de fagocitarla.

Por su capitalización bursátil los bancos chinos ocupan ahora, tras los fuertes castigos sufridos en bolsa por los bancos occidentales, los primeros puestos del ranking mundial. Número uno, el Banco de la Industria y el Comercio, 135.000 millones de euros. Número dos, Banco de la Construcción, 95.000 millones. Número tres, Bank of China, 85.000 millones (por 83.000 del HSBC, 56.000 millones del Santander o 11.200 millones del Citibank). Sin embargo, estas cifras son engañosas, ya que los bancos chinos tienen en bolsa un porcentaje muy pequeño de sus acciones, del 20 al 30%. Los bancos chinos están ahora también entre los más rentables del mundo, dadas las grandes pérdidas de los bancos occidentales, aunque sus ratios de eficacia siguen siendo bajos.

Así, al llegar la crisis financiera global la banca china se encontraba en buena posición: saneada; poco expuesta a la banca internacional, dadas las pequeñas participaciones de ésta en su capital; con regulación fuerte; sin derivativos o instrumentos financieros complejos (aunque una parte significativa de las reservas del país está en títulos de Fannie Mae y Freddie Mac).

**Licenciado en Derecho por la UB, ha sido embajador en Indonesia, Canadá, Rusia y la República China.