El incremento de seguridad que aplica el gobierno de Estados Unidos, a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, ha generado que los cárteles mexicanos rompieran las barreras fronterizas al sur de nuestro país.

Pero también México provocó algo similar. La delincuencia organizada se transformó de nuevo aquí desde el 11 de diciembre de 2006, cuando el Estado ordenó los operativos conjuntos contra la inseguridad, lo que a la postre devino en un endurecimiento de la frontera sur mexicana.

Y al igual que ocurrió con el plan estadunidense después de los atentados, hace tres años surgieron nuevos narcomercados al sur de la línea divisoria del territorio nacional.

El gobierno mexicano decidió “erigir un muro” antinarco en el Istmo de Tehuantepec. Ahí ha concentrado efectivos y tecnología para frenar la andanada de estupefacientes que vienen del sur.

Esto también ha motivado la multiplicación de rutas marítimas y ha creado una “frontera” a las dinámicas del narcotráfico: al sur de esta franja se empiezan a concentrar los enervantes que inicialmente iban a comercializarse en el norte de México y, sobre todo, en EU.

Esa situación provoca que los cárteles busquen vender los narcóticos en la zona en que han empezado a concentrarse (sureste mexicano y Centroamérica), por lo que esas regiones pasan de ser zonas de almacenamiento y tránsito a lugares de consumo.

La estrategia del enemigo

Ya en territorio centroamericano, los narcotraficantes mexicanos a través de la violencia intentan presionar a los gobiernos locales para que sus operaciones delictivas no sean interferidas.

En su nuevo “proyecto” también pretenden crear una “red de protección social” distribuyendo considerables sumas de dinero entre la población civil, quienes serán los encargados de informarles sobre las acciones policiales en su contra.

Las principales pandillas de Guatemala, de El Salvador y de Honduras están incluidas en esta nueva estrategia delictiva; remesas de droga y armas de alto poder de fuego se convertirán en moneda para pagar sus servicios.
Así lo advierte el informe de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, donde se detalla que el territorio centroamericano se encuentra entre los nuevos objetivos de los cárteles mexicanos.

“De no atenderse esta problemática, desde una óptica de prevención y combate frontal a este delito (el narcotráfico transfronterizo), es muy probable que los grupos del crimen organizado se muevan desde el sur de México y norte de Guatemala hasta Panamá, buscando nuevos mercados de consumo y acortando la ruta de trasiego de drogas.

“Por lo anterior, es prioritario sumar esfuerzos desde ahora, entre todos los actores involucrados en la prevención social del delito y los encargados de la persecución de los delincuentes a escala internacional, toda vez que las condiciones parecen dadas para que su avance hacía el sur (de América) sea gradual y silencioso.”

Además, un tercio de las ganancias de los grupos criminales dedicados al tráfico de drogas, detalla el documento de la SSP, se destinan al pago de protección institucional para garantizar el traslado, distribución y venta de drogas al menudeo.