Es de celebrarse que, por iniciativa de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la del Medio Ambiente y Recursos Naturales, se haya encargado un estudio denominado La economía del cambio climático en México a la Facultad de Economía de la UNAM, bajo la coordinación del doctor Luis Miguel Galindo, que tuvo por objeto precisamente medir cuáles serán los costos para la economía mexicana, medidos en términos del Producto Interno Bruto (PIB), de impulsar medidas para contener el cambio climático, frente a los costos de sus efectos potenciales sobre los grandes sectores productivos y fuente de ingresos de nuestro país, como son la producción agrícola y pecuaria, la disponibilidad de agua, la biodiversidad, el uso de suelo y el turismo.

La conclusión a la que llegan el doctor Galindo y sus colegas sobre el caso mexicano es similar a la anunciada por el informe Stern. Dependiendo de los escenarios de cálculo, para el año 2100 se estima que a México los efectos del cambio del clima le costarían alrededor del 6.1% del PIB, en tanto que la inversión necesaria para mitigar los efectos del cambio del clima para el 2100 se calcula entre 0.70% y 2.20% del PIB. Es decir, desde el punto de vista del análisis económico, a todas luces resulta mucho más barato invertir para contener y mitigar los efectos del cambio del clima reduciendo nuestras emisiones de carbono, en lugar de pagar los enormes costos que tendrán los efectos del cambio del clima sobre nuestra economía, sin considerar los muy lamentables costos de vidas humanas y en materia de biodiversidad.

En gran medida, las estimaciones sobre la economía del cambio climático en México y el mundo dependerán de que exista o no cooperación internacional y de los costos que estén dispuestas a pagar las naciones desarrolladas, que son aquellas que más emisiones de carbono arrojan a la atmósfera y que menos resentirán los efectos catastróficos del cambio del clima, al contrario de las naciones en vías de desarrollo. Es por ello que países como México han insistido en impulsar el Fondo Verde, a fin de que los países desarrollados financien programas de conservación de bosques y renovación tecnológica en países en vías de desarrollo, a fin de cumplir con las metas de reducción de emisiones a la atmósfera mundial.

En cualquier caso, nuestro país está obligado a tomar medidas internas con independencia del resultado de la cooperación internacional. Vale decir que muchas de las medidas propuestas en el documento La economía del cambio climático en México han sido propuestas por el movimiento verde, incluso antes de que conociéramos los efectos del cambio del clima. Medidas como la rotación de cultivos, la creación de infraestructura para disminuir el desperdicio del agua, la protección de manglares, detener la deforestación, darle mayores facultades y autonomía a las autoridades ambientales como la Profepa, etcétera, son propuestas que ha hecho el movimiento ambientalista desde hace varios años.

Esperemos que nuestro gobierno no solamente tenga los ojos puestos en la cooperación internacional, sino que también ponga atención a las medidas internas.

**Presidente nacional del PVEM