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20/12/2009 | Rumanía y los fantasmas de la revolución

Felix Flores



Veinte años de la única caída violenta de un régimen de la Europa comunista, que costó un millar de muertos. Aclarar el pasado: "Aquello fue un gran juego, y muchos no saben nada de cómo ocurrió todo". Una fecha trágica: Nicolae y Elena Ceausescu fueron fusilados el día de Navidad de 1989. Revolución Sí o No: "No aceptamos la verdad completa, que hubo una revuelta y un golpe de Estado". Miedo y Confusión: "La mayoría de la gente sentía terror, sabía que no podía tener éxito sola".

 

El vigésimo aniversario del derrocamiento  de Ceausescu no se presta a festejos como los que celebraron, en noviembre, la caída del muro de Berlín, sino más bien al debate sobre esta página aún incompleta de la historia reciente de Rumanía. En los mismos bulevares del centro de Bucarest engalanados para unas Navidades de crisis, hace veinte años había tiroteos, multitudes esperanzadas y a la vez confusas, carros de combate y banderas con un gran agujero en el centro, en el lugar que ocupaba el escudo comunista. El origen de esta bandera nueva estaba en Timisoara, donde empezó la revuelta popular, el 17 de diciembre. El 21, el Genio de los Cárpatos intentaba frenar la rebelión desde el balcón del comité central del PC. El 25 era fusilado con su esposa, la poderosa Elena, tras un simulacro de juicio en una guarnición militar.

El régimen rumano fue el único de la Europa del Este que cayó de manera sangrienta: 1.104 muertos y 3.552 heridos y mutilados. El jueves se encendían velas en los cementerios de los héroes. Hay monumentos en Bucarest, en Timisoara, en Cluj-Napoca, Arad, Sibiu, Brasov, Oradea… En Timisoara pronunciaron discursos, entre otros, el obispo luterano Lazslo Tokes - el hombre que prendió la chispa en 1989-y el polaco Lech Walesa como invitado especial.

Pero otra cosa es la muerte del dictador un día de Navidad. Para algunos, un peso en la conciencia de los rumanos. El fiscal de aquel consejo de guerra, Dan Voinea, fue preguntado en este sentido por Radio Rumanía. "Fue un momento difícil el 25 de diciembre - dijo-.La gente se había expresado pidiendo ¡muerte para el dictador! Después del día 25 todo el mundo se tranquilizó". Según él, "se puede afirmar que fue un juicio al límite de la legalidad",

"¿Cómo celebrarlo? - se pregunta Octav Doru, de 52 años-.Mi generación participó, y ahora no necesitamos salir a una manifestación, sino quedarnos en casa a pensar en ello. Hubo que pagar un precio. Aquello fue un gran juego. Mucha gente no sabe nada de cómo ocurrió todo, yo todavía no se si fue una revolución o no".

En el museo militar de Bucarest hay una exposición permanente sobre la revolución. Fotos, camisas ensangrentadas y pequeños objetos personales de algunas víctimas, panfletos y pancartas, un fusil desmesurado de francotirador… Pero no hay explicaciones. "El ejército está con nosotros" era un lema. Sí, pero al principio los militares dispararon contra la población. Luego los uniformados se dispararon entre sí. Las tropas, las fuerzas especiales, la Securitate…

En tanto que a Ceausescu le sucedió un régimen neocomunista encabezado por Ion Iliescu, han circulado varias teorías de la conspiración, se ha especulado con la presencia de 20.000 agente rusos, se han buscado agujeros de bala en fachadas donde debería haberlos. Las fosas comunes de Timisoara con 4.000 víctimas resultó ser un escandaloso montaje. ¿Simple caos o violencia interesada, a beneficio de un nuevo poder constituido por muchos de los que ya lo ostentaban antes?

"Tuve gente muerta a mi lado en la plaza de la Universidad. Después de veinte años, no se sabe quién mató a 600 personas. Ion Iliescu no lo ha dicho, sino tan sólo que olvidemos el pasado. Pero necesitamos aclararlo", argumenta Octav Doru, que trabaja desde 1992 en la fundación Icar para las víctimas de la tortura.

¿Existe una narrativa de la llamada revolución? Según Horia-Roman Patapievici, director del Instituto Cultural Rumano, lo que pasa es que "no aceptamos la verdad completa, que es que hubo una revuelta popular y un golpe de Estado de una parte minúscula de la nomenclatura del PC bien conectada con la Securitate y el ejército. Podemos decir que la revuelta disparó la revolución y esta fue conquistada por el golpe de Estado de la nomenclatura. Ese es el relato. La gente no lo acepta; toma la opción o de la revuelta popular o del golpe de Estado" para interpretarla.

"No soy tan ingenuo como para decir que la gente hizo la revolución - afirma Radu Filipescu-.Parte del partido, de la Securitate ydel servicio exterior estaban dispuestos. La mayoría de la gente sentía terror, sabía que no podía tener éxito sola". Filipescu fue un insólito precursor. En 1983 fue condenado a diez años de cárcel por repartir panfletos "contra la sociedad socialista" nada menos que en la plaza Victoria, de Bucarest. Cumplió sólo tres años, gracias a Amnistía Internacional y otras entidades que hicieron presión. Recién liberado, en 1987, "decidí pedir un referéndum sobre el liderazgo de Ceausescu. No pudieron hallar un argumento en contra en el Código Penal y a los diez días me soltaron". Luego quiso crear un sindicato, pero la Securitate amenazó a su mujer, médico anestesista, de manera vil.

"Yo nunca vi fotos del sindicato polaco Solidarnosc por aquel entonces. Cuando las vi por fin, me di cuenta de que habrían abierto antes los ojos a la gente". Quizás ese aislamiento de la sociedad rumana constituyó un factor en el robo de la revolución.

Filipescu decidió crear la Asociación de Revolucionarios sin Privilegios. "Los revolucionarios empezaron a pedir ventajas materiales y los partidos los absorbieron. Pero los que arriesgaron su vida no lo hacían por cosas materiales, quizás aspiraban como mucho a tener un pequeño negocio o a viajar. No era por tener una pensión. Con la asociación quisimos demostrar que unos cientos de nosotros no queríamos nada". Filipescu, miembro fundador del Grupo para el Diálogo Social, que edita la prestigiosa Revista 22, no quiso dedicarse a la política.

El ´Genio de los Cárpatos´

La atmósfera en diciembre era muy triste, muy tensa. Escuchábamos Radio Europa Libre y La Voz de América, todos mirábamos al oeste", explica Elena Gherman, documentalista en el Consejo Nacional para los archivos de la Securitate. "Yo era profesora de historia en Iasi. Se propuso una movilización para el 14 de diciembre, pero un informador avisó. En la plaza Universidad había grupos de milicianos y gente de la Securitate. No pudimos. Pero creo que la gente de la cultura preparó el ambiente para la revolución. En Iasi tuvimos movilizaciones de estudiantes en febrero de 1987, antes que las de los obreros de Brasov en noviembre", que fueron reprimidas violentamente.

Ceausescu temía más una intervención exterior (rusa) que a la disidencia.

"Había pocos disidentes y pocos opositores - recuerda Radu Filipescu-.El sistema represivo era enorme. No teníamos apoyos". A pesar de la existencia del comité Helsinki - que salvóaFilipescu-,Occidente no respaldaba ni fomentaba una oposición, en pago al no alineamiento de Rumanía respecto a la URSS. Así, Ceausescu podía visitar a la reina de Inglaterra, codearse con los presidentes de Estados Unidos, recibir a Giscard d´Estaing; y así pudo concebir su "sociedad socialista multilateralmente desarrollada", régimen peculiar que el escritor Norman Manea calificó de "nacionalsocialista bizantino".

Rumanía vivió los años ochenta en una penosa autarquía, resultado del fracaso del modelo económico y del empeño del dictador en pagar toda la deuda externa. Un cada vez más enajenado Ceausescu construía su gigantesco, monstruoso Palacio del Pueblo (destruyendo barrios del viejo Bucarest), prohibía prácticamente la calefacción y exportaba alimentos a la URSS dejando al país en la escasez, al tiempo que apretaba las clavijas del control social.

En medio de la convulsión que recorre la Europa del Este en noviembre de 1989, el dictador critica en el congreso del PC lo que sucede en los países socialistas. No se plantea ninguna apertura. Pero los rumanos ya huyen a Hungría (como la gimnasta Nadia Comaneci) desafiando el cierre de la frontera. Hungría anuncia que romperá sus acuerdos con Rumanía; también los partidos comunistas checoslovaco y yugoslavo.

Ceausescu, por exceso de confianza o por haber sido convenientemente desinformado, viaja a Irán a pesar del estallido de Timisoara. El día 21, hace traer obreros de las fábricas de Bucarest a la plaza del Palacio. Promete de todo, pero es abucheado. La televisión capta sus reacciones, primero de estupor, luego de indignación. La revuelta ha llegado a la capital y, tras una noche sangrienta, al día siguiente no podrá volver a hablar desde el balcón del comité central. Sube a un helicóptero en la azotea. Pero en vez de en su villa de Snagov, acaba en un cuartel de Targoviste. La pareja real Nicolae y Elena no reconocerá al tribunal militar que la acusa - incluido el abogado-de genocidio y de hundir la economía. Ion Iliescu dijo recientemente al diario Adevarul (que está reconstruyendo historias de la revolución) que no tiene "nada que lamentar" sobre la ejecución de Ceausescu el día de Navidad. La decisión de juzgarlo, afirmó, se tomó el día 24, después de dos noches de violencia. "Si lo hubieran atrapado en la sede del comité central, lo habrían linchado".

El más controvertido político rumano, entonces jefe del Frente de Salvación Nacional, salió triunfante del complot. Sobre él y sobre el ministro de Defensa que nombró enseguida, el general Militaru, cayeron las sospechas de ser agentes de Moscú. Militaru había sido marginado años atrás; Iliescu descendió posiciones en el partido cuando, siendo secretario del comité central en 1971, criticó el entusiasmo de Ceausescu por importar el modelo norcoreano después de una visita oficial. Elegido presidente dos veces, en 1992 y en el 2000, Iliescu todavía hoy asegura que no puede explicar todo lo que sucedió, ni quién disparaba y por cuenta de quién.

Los últimos días de la dictadura

  • 9 noviembre. Cae el muro de Berlín.
  • 10 noviembre. Violentos disturbios en la capital de la república soviética de Moldova, habitada por rumanos, rusos y ucranianos.
     
  • 16 noviembre. El presidente Jivkov dimite en Bulgaria: Ceausescu ve detrás la mano de Moscú. Hungría, Polonia y Checoslovaquia se plantean su adhesión al Consejo de Europa.
  • 18 noviembre. Rumanía restringe el paso fronterizo con Hungría.
  • 20 noviembre. XIV Congreso del Partido Comunista Rumano. El programa habla de desarrollo económico para 1991-95 y "orientaciones" hasta los años 2000-2010. Ceausescu critica la apertura de "ciertos países socialistas" y exige a Moscú que anule "todas las consecuencias" del pacto Hitler-Stalin que supuso la anexión soviética del territorio rumano de Besarabia (Moldova).
     
  • 23 noviembre. George Bush propone a Gorbachov enterrar la guerra fría.
  • 24 noviembre. Ceausescu, de casi 72 años, es reelegido secretario general. La cúpula d a del PC no cambia.
     
  • 17 diciembre. Una multitud en Timisoara exige que el pastor luterano húngaro Laszlo Tokes no sea trasladado. Gritos contra Ceausescu prenden la revuelta. 18 diciembre. El ejército d a tiene sitiada la ciudad de Timisoara después de disparar contra los civiles. Ceausescu ha viajado a Irán en visita oficial.
  • 19 diciembre. Ceausescu interrumpe su visita a Irán para dar, al día siguiente, un discurso televisado. La revuelta se ha extendido por varias ciudades; hay cientos de víctimas.
     
  • 21 diciembre. Ceausescu es abucheado en Bucarest. Estudiantes y trabajadoresda se atrincheran en el centro de la capital asediados por blindados y helicópteros.
     
  • 22 diciembre. Ceausescu, en su huida de Bucarest, es llevado a un cuartel en Targoviste. El recién constituido Frente de Salvación Nacional, con Ion Iliescu al frente, se instala en la torre de la televisión. Aunque las tropas se han unido a la revuelta, siguen los tiroteos. Al día siguiente se anuncia que los Ceausescu han sido capturados.
  • 25 diciembre. Nicolae y Elena Ceausescu son fusilados tras una farsa de juicio. Hasta entonces no cesará la violencia en las calles.


 

La Vanguardia (España)

 


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