De la redada ‘preventiva’ en los cafés de El Cairo a la represión de las manifestaciones del lunes contra Al Sisi.
El mariscal presidente Abdel Fatah al Sisi ha lanzado una nueva ola de represión en Egipto , con más de 200 detenciones en los últimos días, parte de ellas con el fin de prevenir protestas. El pasado jueves 21 por la noche, docenas de jóvenes que estaban sentados en los cafés de El Cairo, o que simplemente caminaban por la calle, fueron detenidos por policías de paisano, en una redada que medios egipcios y árabes califican de “aleatoria”, aunque se sabe de la detención de miembros del movimiento 6 de Abril, precursor de la revuelta de la plaza Tahrir en el 2011. Y ayer lunes, manifestaciones convocadas en El Cairo y Giza fueron rápidamente reprimidas por un despliegue de miles de agentes de policía.
Ayer se conmemoraba el Día de la Liberación del Sinaí, la retirada israelí de la península en 1982, años después de su conquista en la guerra de los Seis Días. Tres días antes, el viernes 22, las redes sociales denunciaban detenciones de activistas, periodistas y caricaturistas en El Cairo y Alejandría en la redada de los cafés, e incluso en sus propias casas. Los casos de al menos 97 personas fueron documentados.
Se cree que 168 personas fueron detenidas en el conato de protesta de ayer lunes, anunció la campaña Libertad para los Valientes, que trata de hacer visibles a los encarcelados y de apoyarlos. La policía impuso un cerrojo en El Cairo, Giza y otras localidades sensibles y disparó gas lacrimógeno y balas de goma. De nuevo, activistas políticos, de defensa de los derechos humanos y periodistas –tanto egipcios como extranjeros- fueron detenidos, según el portal Mada Masr. Las autoridades reconocieron tan solo 10 detenciones, según la agencia Bloomberg.
El
pasado 15 de abril se produjo la mayor protesta contra el régimen desde que Al
Sisi tomó el poder en el 2014. Según las agencias de noticias, eran tan solo
1.000 personas en El Cairo; 2.000 o “varios miles”, a decir de otras fuentes.
Lo suficiente, teniendo en cuenta que las manifestaciones están prohibidas.
El
pretexto era la cesión de las islas de Tirán y Sanafir a Arabia Saudí (que
no es legalmente tal cesión sino una devolución), es decir, una cuestión de
orgullo nacional. Muchos egipcios consideran que se ha entregado estos islotes
a cambio de inversiones millonarias, es decir, lo consideran una venta
humillante, tanto más notoria teniendo en cuenta la propaganda nacionalista del
régimen.
Pero en
el fondo se trata de una censura al gobierno de Al Sisi, justificada por la
represión creciente y la debacle económica. El 15 de abril se gritaron
consignas de la frustrada revolución del 2011, exigiendo que el general
presidente Abdel Fatah al Sisi se vaya. Hubo al menos 100 detenidos en nueve
provincias, según fuentes oficiales.
De modo
que el régimen veía justificada su preocupación ante la convocatoria del lunes
25, formulada por el movimiento 6 de Abril, los socialistas revolucionarios y
los Hermanos Musulmanes, entre otros colectivos.
El
domingo, Al Sisi lanzó un discurso televisado, con explicaciones y amenazas.
Entre las explicaciones, justificó el asunto de las islas, prometió que
afrontaría –con ayuda de las fuerzas armadas- la carestía provocada por el
desplome de la libra egipcia y dijo que los militares preparan proyectos de
desarrollo en el Sinaí (una región en llamas por la insurgencia terrorista y la
represión)…. Al Sisi llamó a defender Egipto de “las fuerzas del mal” y
movilizó miles de policías en la capital. El acceso a la plaza Tahrir fue
cerrado, por supuesto, y se incrementó la vigilancia en el transporte público.
Por fin,
dos manifestaciones en Giza congregaron varios cientos de personas, jóvenes en
su mayoría, que fueron dispersadas rápidamente. El mismo lunes, 17
organizaciones de defensa de los derechos humanos emitieron un comunicado
pidiendo la liberación de los detenidos. Según abogados citados por medios
árabes, en cuatro días fueron detenidas 90 personas en ocho provincias del
país.
A pesar
de que las protestas de ayer lunes duraron tan solo unos minutos debido a la
abrumadora presencia policial, una manifestante dijo al portal Middle East Eye
que “lo que es seguro es que la barrera del miedo se ha roto”.
EE.UU.,
Francia y Alemania muestran sus respetos al régimen con nuevos contratos de
venta de armas
Esta por
ver si de todo ello surgirá un nuevo movimiento organizado, porque esta vez las
condiciones son favorables al régimen. Arabia Saudí, Estados Unidos, Gran
Bretaña, Francia y Alemania respaldan al presidente Al Sisi. Precisamente el
sábado pasado el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, le visitó en
El Cairo, recuerda Al Yazira, señalando asimismo que pocos días antes lo
hizo el presidente francés, François Hollande, para la firma de un contrato de
venta de armas por valor de 1.000 millones de dólares. Y antes que Hollande
pasó por la capital egipcia el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel para hablar
de la venta de dos submarinos.
Los
militares egipcios -que controlan la economía del país- son clientes de
excelencia en el mercado mundial de armas, pero además, en las actuales
circunstancias en que se impone la necesidad de frenar a los yihadistas del
Estado Islámico en la vecina Libia, resulta muy improbable que la cuestión de
los derechos humanos vaya a importar mucho. Tal como señala Al Yazira, ni
siquiera la universidad de Cambridge, a la que pertenecía el estudiante italiano
asesinado Giulio Regeni, ha levantado la voz ante un caso que apunta sin duda
al aparato de seguridad egipcio, mucho menos el Gobierno británico. Italia, que
retiró a su embajador en El Cairo, se ha quedado sola..., pero Italia también
tiene un papel que jugar en Libia.