El nuevo presidente de Ucrania, un humorista judío sin experiencia política, bajito y menudo, se enfrenta el lunes a Vladímir Putin en París. Será en el marco del llamado Cuarteto de Normandía (Rusia, Ucrania, Francia y Alemania), cuyo fin es buscar una salida a la guerra del Donbass, que ha costado 13.000 vidas en el este ucraniano desde el 2014. Este es el mayor problema que afronta Volodímir Zelensky, y no el que le puede haber causado Trump: el Ucraniagate no ha tenido coste para él sino para el presidente de EE.UU.
Zelensky cuenta con una popularidad y una mayoría
parlamentaria sólidas. Es mucho, pero insuficiente para su objetivo de
recuperar el control de la frontera con Rusia, que va ligado a la celebración
de elecciones en la región supuestamente secesionista y a un posible estatuto
de autonomía. Aunque Putin también quiere negociar, Zelensky no lo tiene fácil.
Rusia pondrá sobre la mesa los acuerdos bilaterales sobre el gas, justo cuando
Ucrania va a dejar de ser país de tránsito de energía para la UE debido a los
nuevos gasoductos rusos, como el North Stream 2 hacia Alemania. Una Angela
Merkel condicionada por este factor –y en tiempo de descuento– dejará a
Emmanuel Macron como gran mediador.
Según Wilfried Jilge, del Consejo Alemán de Relaciones
Exteriores, “para que no haya soluciones simbólicas, lo importante es
garantizar la seguridad en el Donbass. Zelensky tiene que presionar a Rusia para
que acepte las normas de la OSCE”, la organización para la Seguridad y la
Cooperación en Europa, que vigila el territorio. Zelensky tiene un plan de
mínimos y otro de máximos . Y París no es el final del camino.
Zelensky acelera las reformas y cuenta con un Parlamento
joven y nuevo, pero la sombra de los oligarcas persiste
Jilge participó en un seminario organizado en Madrid por
el Cidob y las fundaciones Friedrich Ebert y Bertelsmann bajo el título Por qué
Ucrania importa. Cinco años después del Euromaidán, el país merece el apoyo
europeo, concluían los ponentes. El nuevo Parlamento refleja un gran cambio.
Casi el 80% de los diputados son nuevos y más jóvenes, el 21% son mujeres, casi
todos tienen educación superior, el 38% viene del activismo civil y los
prorrusos son minoría (aunque el grueso de los medios audiovisuales están en
sus manos). Pero hay riesgos nada desdeñables: uno, la posible concentración de
poder presidencial sin contrapeso parlamentario. Otro, la sombra del oligarca
Ihor Kolomoisky. Dueño del canal de televisión donde se hizo famoso Zelensky,
apoyó su candidatura a la presidencia, y hoy tiene cuentas pendientes.
Kolomoisky quiere resarcirse en los tribunales de la expropiación de Privat
Bank en el 2016, siendo presidente Petró Poroshenko. El mayor banco del país
tenía el 33% de los depósitos de los ucranianos y funcionaba con un sistema
piramida l. Desaparecieron 5,5 millardos de dólares. “Privat Bank tiene
sucursales en la UE que responden a la vieja dirección de Kolomoisky, y el dinero
que fue a parar a Europa no se ha recuperado”, señala Miram Kosmehl, experta de
la Fundación Bertelsmann.
Anastasía Krasnosilska, diputada del partido de Zelensky,
asegura: “No he visto ninguna iniciativa en el Parlamento en favor de
Kolomoisky”. Yulia Klymenko, diputada del partido Golos (Voz), discrepa: “Veo a
su gente por todas partes, sobre todo allí donde hay dinero”.
El Fondo Monetario Internacional condiciona sus fondos
para Ucrania al combate a la corrupción y a los oligarcas. El PIB per cápita
equivale a 20% del promedio de la UE y la productividad laboral es mínima. Y
eso, pese a que, según Peter Wagner, jefe del grupo de apoyo a Ucrania en la
Comisión Europea, es “un país que aún es capaz de producir aviones, turbinas y
satélites, y que tiene trabajadores muy cualificados”. Ólena Haluska, del
Centro de Acción Anticorrupción, asegura que “se ha atacado la casta de los
intocables, todos los oligarcas están siendo investigados; no es cierto que
haya más corrupción, lo que hay es más transparencia”.
Zelensky pisa el acelerador de las reformas. El cambio se
nota, pero mal seguirá adelante sin solución para el Donbass. El fracaso de
Ucrania será el triunfo de Putin. También un fracaso europeo.