Al mejor estilo kirchnerista de reemplazar la discusión de ideas por lateralidades que terminan desenfocando el centro de la polémica, la titular de la autoridad monetaria, quien se supone que tiene la capacidad, la experiencia y el sustento técnico e ideológico para cruzar a cualquier interlocutor, sólo atinó a utilizar la misma táctica que sacan a relucir invariablemente los voceros más aguerridos y políticos del Gobierno cuando no saben cómo refutar los argumentos de los demás: “¿De qué hablan algunos empresarios cuando hablan de seguridad jurídica?”, se preguntó la funcionaria.

“¿Qué seguridad jurídica garantizaba la Convertibilidad, el Plan Bonex, el corralito, el corralón y los ahorros de los trabajadores que fueron presa de los negocios de las AFJP?, ¿cuál se les garantizó a los jubilados y empleados públicos cuando el gobierno de la Alianza les recortó los haberes?”, se explayó sobre la historia Marcó del Pont, intentando cambiar el foco de la situación, aunque evitando dar respuestas sobre el punto central, la seguridad jurídica, impositiva e institucional que se le reclama al Gobierno, aquí y ahora.

Para quienes valoran por estas horas la conveniencia o no de hundir dinero en la Argentina para impulsar emprendimientos productivos, en medio de un clima bastante beligerante en materia política, la voz (o el silencio) de una funcionaria que ostenta tan importante cargo, habitualmente debería servir, y así sucede en el mundo, para inclinar la balanza hacia el lado de la racionalidad.

Sin embargo, esas burlonas simplificaciones oratorias de la presidenta del BCRA, que recuerdan otros modos de discriminación hoy ya pasados de moda, parecen lapidarias a la hora de convencerlos de lo contrario. Sobre todo porque provienen de alguien cuyo pasado es muy respetado ya que, dentro de las reglas de la heterodoxia, supo defender siempre sus posturas de genuino sentido desarrollista con una mayor convicción, que a través de este tipo de chicanas tan poco profesionales.

Parece que Marcó del Pont no reparó en la seriedad que deviene de la responsabilidad del cargo que ostenta y quizás por eso se largó a hablar al vacío. Aunque por suerte, en vez de sonreír con asentimientos de cabeza, como hacen otros caracterizados miembros del equipo económico cuando se hacen anuncios de cualquier tipo, a ella misma se la observó en primera fila muy atenta y preocupada, el día en que la presidenta de la Nación anticipó la suba de las jubilaciones mínimas. Aún no se ha desmentido que, cuando la funcionaria observó el salto del circulante y entendió que había necesidad de generar mecanismos de absorción a través de mayores encajes, sus planteamientos técnicos no pasaron el filtro de la política, porque los gobernantes no desean por ahora una suba de las tasas de interés ni que se inhiba la posibilidad de mantener dinero en la calle.

Probablemente, sus desafortunadas declaraciones tengan que ver con que Marcó del Pont ha priorizado su necesidad de ser nuevamente nominada como titular del Central por seis años más. Quizás por ese motivo, se decidió a defender una postura política no desde su investidura de presidenta del Banco Central o desde la estructura de su propio pensamiento económico, sino desde una trinchera que ni siquiera es de principios, sino que parece improvisada y oportunista al extremo.

Como titular de la autoridad monetaria, sería además muy interesante escuchar su voz sobre los proyectos de ley de Entidades Financieras que se tratan en el Congreso, ya que muchos de los enunciados de algunos de ellos pueden tener el efecto de desalentar la inversión y el ahorro, como considerar a los bancos como si fuesen una compañía de gas o de electricidad y fijarle sus tarifas (sus tasas), direccionar el crédito o distinguir entre entidades nacionales y extranjeras, lo que podría entenderse como un modo cierto de discriminación.

Al respecto, y debido a su formación intelectual, se espera de ella mucho más que escucharla decir, como toda referencia facilista, que se trata de una “Ley de la Dictadura”, ignorando los cambios que se han producido desde 1976 para acá.