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15/09/2010 | Esclavos por las drogas, el tráfico y los alimentos

Alejandro Travaglini

¡Que culebrón el de la guerra "contra las drogas"! Uno de los de mayor audiencia y rating desde la Tierra del Fuego hasta Alaska, en el que ganan los narcotraficantes, los funcionarios corruptos y las agencias gubernamentales que reciben astronómicos fondos para esta "lucha".

 

Claro que son los ciudadanos los que pagan esta guerra, con sus impuestos, que están cada vez más indefensos ante un sistema de violencia, corrupción y adicciones descontroladas y, a la vez, escondidas y disimuladas por los que se benefician.

"Legalizar" el mercado de las drogas, esto es, dejar de utilizar la violencia estatal para reprimir a los "outsiders" garantizando el monopolio a las mafias, las que han corrompido suficientemente al poder político, es una política mucho más sana porque blanquearía todo, permitiendo un mejor control, prevención y curación, sin violencia, como ocurre con otras drogas mortíferas como el alcohol y el tabaco.

Por el contrario, a pesar de que el gobierno mexicano tiene destinados 50.000 soldados a la guerra "contra las drogas", cada vez que cae un capo el negocio, lejos de morir el negocio, se robustece y hoy ya mueve unos US$ 29.000 millones anuales. A las refriegas internas por la sucesión, hay que sumarle los intentos de los grupos rivales para ocupar el espacio dejado. Tras la reciente captura de Edgard Valdez Villareal, "la Barbie", se ciernen nuevas luchas por el control del territorio.

Tras la matanza de 72 inmigrantes en Tamaulipas, Felipe Calderón, con fines propagandísticos, anunció un paquete de medidas para "debilitar las finanzas" del narcotráfico, una masiva "depuración" policial para frenar la corrupción y la detención de "la Barbie", cuya figura crecía tras la muerte de su jefe, Arturo Beltrán Leyva, "el Barbas", líder del cartel del mismo nombre.

Más de un centenar de sicarios fueron acribillados en la guerra entre "la Barbie" y Héctor Beltrán Leyva, "el Hache", hermano "el Barbas". Ahora, el cartel de Sinaloa, comandado por Joaquín Guzmán, "el Chapo", e Ismael Zambada, "el Mayo", y el del Golfo, liderado por Jorge Eduardo Costilla Sánchez, "el Coss", serían los más interesados en "heredar" la organización de "la Barbie". Estaría también involucrado el cartel de Juárez. Las guerras entre bandas han provocado el 80% de la friolera de 28.300 muertos relacionados con el narcotráfico desde que asumió Calderón.

Los Zetas, la banda de sicarios provenientes en su mayoría del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del ejército, desgajado del cartel del Golfo (lo mismo que la Familia Michoacana), el grupo, liderado por Heriberto Lazcano, "el Lazca", es uno de los más letales y serían responsables del asesinato de los 72 inmigrantes, y controlarían las principales rutas por donde cruzan los indocumentados hacia EE.UU.

Joaquín Guzmán, "el Chapo", verdadero "capo de capos" dentro del narcotráfico, evadido de una cárcel de alta seguridad (¿cómo pudo lograrlo sin la complicidad de funcionarios?) en enero de 2001, maneja una organización que mueve miles de millones de dólares, presente en unos 30 países. Para la revista Forbes, es uno de los más ricos del mundo, mientras que para Time está entre los 100 personajes más influyentes del globo. La DEA ofrece cinco millones de dólares por su captura.

Con la ayuda de pandillas, los Zetas permiten a las organizaciones de traficantes de humanos, "polleros", el traslado ilegales cobrando una cuota por cada uno (entre US$ 3.000 y 5.000) que pretenden pasar hacia EE.UU. La vigilancia y control de las fronteras de México les permiten a los narcos conocer a los "polleros". Muchos de ellos son extorsionados o asesinados, como en el caso de los 72 inmigrantes recientemente masacrados. De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, unos 20.000 migrantes son secuestrados cada año por las mafias.

Según documentos oficiales, las mafias operan con la ayuda de agentes de Migración y de la policía federal, entre otras autoridades. En definitiva, queda claro que esta guerra no sirve más que para beneficiar a unos pocos mafiosos, entre los que se cuentan autoridades del gobierno y que, en definitiva, esclavizan a personas.

En el fondo, drogas o alimentos, no hay diferencia con lo que cuenta Antonio Maria Delgado, en El Nuevo Herald. La "Cédula del Buen Vivir", que según Hugo Chávez es un instrumento para facilitar la compra de alimentos, es un excelente intento de empezar a introducir una tarjeta de racionamiento, al estilo cubano. Y, nada mejor para esclavizar a las personas, que controlarles la alimentación diaria.

El Cato (Estados Unidos)

 



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