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26/12/2005 | Annan frente a las declaraciones de Ahmadinejad

Daniel Pipes

Existe un modo correcto y un modo incorrecto de pedir la eliminación de Israel. El secretario-general de Naciones Unidas, Kofi Annan, brindaba un ejemplo de ambos modos en las últimas semanas.

 

Cuando el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, afirmaba el 26 de octubre que "el régimen que ocupa Jerusalén tiene que ser eliminado de las páginas de la historia", el Sr. Annan respondía expresando "consternación". De nuevo el 8 de diciembre, cuando Ahmadinejad hacía un llamamiento a que Israel fuera desplazado a Europa, Annan respondía con "escándalo".

Pero la consternación y el escándalo por las declaraciones de Ahmadinejad no evitaron que Annan participase el 29 de noviembre, justo entre los estallidos iraníes, en un "Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino" patrocinado por la ONU. Anne Bayefsky, desde "Eye on the UN", informa que Annan se sentaba en la tarima con un "Mapa de Palestina" árabe cercano que mostraba una Palestina en lugar de Israel. Lograba cartográficamente lo que pedía Ahmadinejad exactamente: la erradicación del estado judío.

Las contradictarias acciones de Annan se derivan del hecho de que, desde 1993, los llamamientos explícitos a la destrucción de Israel se han convertido en ofensivos, pero los implícitos han pasado a ser más aceptables. Los segundos incluyen:

• Exigencias de un "derecho de retorno" palestino (desbordar demográficamente al estado judío con cualquiera que afirme ser palestino);

• Declarar la "jihad para liberar Jerusalén";

• Conmemorar la creación de Israel como Al-Nakba ("el desastre");

• Proponer "una solución de un sólo estado" (es decir, no más Israel);

• Homenajes a "todos los que han dado sus vidas por la causa del pueblo palestino" (terroristas suicida incluídos); y

• Mapas que no muestran Israel.

Fatah y Hamas ilustran juntos esta dicotomía. Ambos aspiran a eliminar a Israel, pero han elegido caminos diferentes para lograrlo.

La táctica de Fatah lleva siendo oportunista, inconsistente y deshonesta desde 1988, cuando Yasser Arafat condenaba nominalmente el terrorismo y comenzaba "el proceso de paz" con Israel – incluso mientras patrocinaba simultáneamente el terrorismo suicida y una ideología que rechaza totalmente la legitimidad israelí. Este engaño prístino permitió a Fatah obtener de Israel grandes beneficios, incluyendo una autoridad de autogobierno, una fuerza cuasi-militar, vastas subvenciones de Occidente y el contorl casi total de una frontera.

Hamas, en contraste, ha rechazado constantemente el derecho de Israel a existir, lo que le ha ganado segmentos cada vez mayores de la opinión pública árabe palestina (la última encuesta le sitúa por delante de Fatah en las próximas elecciones, 45% frente a 35%). Pero este rechazo abierto también le ha convertido en anatema para Israel y para otros, limitando su eficacia. Como resultado, en los últimos meses Hamas ha comenzado a mostrar más flexibilidad; por ejemplo, en general honró una tregua con Israel y se mueve en dirección de entrar en el proceso diplomático. Esto proporciona ventajas; el "Conflicts Forum" y otros, con algún éxito, presentan a Hamas como nuevo interlocutor legítimo.

La Jihad Islámica palestina puede encontrarse siendo la única organización contra Israel puramente opuesta.

¿Por qué importan tales distinciones de estilo? Porque el enfoque de Fatah seduce a los israelíes lo bastante como para trabajar con ellos; los eufemismos, las inconsistencias, los subterfugios y las mentiras al estilo Arafat les animan a hacer "dolorosas concesiones". Por el contrario, el enfoque Ahmadinejad-PIJ confronta con crudeza a Israel con amenazas brutales y abiertas que no pueden ser racionalizadas. Los llamamientos abiertos a la desaparición de Israel hacen saltar a los israelíes, adquirir armamento nuevo, y cerrarse en banda diplomáticamente.

Estas estratagemas con truco pueden adolecer de credulidad – ¿seguro que los israelíes se dan cuenta de que el primero no es menos letal que el segundo?

En realidad, no. Desde 1993, los israelíes han demostrado ser, en palabras del filósofo Yoram Hazony, "un pueblo exhausto, confundido y sin dirección" deseoso y hasta ansioso por ser timado por sus enemigos. Todo lo que necesitan es alguna propuesta, sin importar lo poco convincente que sea, de que serán liberados de la guerra, y a duras penas se abstendrán de hacer concesiones a enemigos mortales.

Así, la opinión ilustrada mundial condena a Ahmadinejad, intuyendo que ha ido demasiado lejos y que hará que los israelíes se retracten. Si bajase el tono de sus comentarios e hiciese un llamamiento educadamente a la eliminación de Israel, por ejemplo, proponiendo una solución de un único estado, todo estaría bien.

Así, los israelíes han definido en la práctica qué anti-sionismo es aceptable y cuál no. El historial de Kofi Annan tanto de condenar como de aprobar la eliminación de Israel refleja simplemente la etiqueta de la destrucción establecida por los propios israelíes.

Diario Exterior (España)

 



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