La guerra entre cárteles del narcotráfico produce personajes que siempre están en medio de los enfrentamientos más violentos, entre disparos, sangre y muerte. Uno de ellos es el Comandante Pepito, un zeta recientemente aprehendido que en su declaración ante la PGR da detalles, entre otros, de dos sonados episodios: el tiroteo durante una carrera de caballos en el que murió un jefe de su organización y el asesinato del agente estadunidense Zapata, del ICE, hace un año.
Las
declaraciones de Luis Jesús Sarabia Ramón, Pepito Sarabia o Comandante Pepito,
explican algunos hechos de violencia de los últimos años en regiones del norte
del país; esto por su cercanía con Miguel Ángel Treviño Morales, L-40, su
compadre, así como por su ascenso en la organización criminal de Los Zetas, de
la que llegó a convertirse en asociado.
Detenido
el pasado 11 de enero en un operativo incruento, Sarabia está en calidad de
indiciado según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/041/2012, en la que se
asienta que hasta marzo de 2011 fue mando regional de Los Zetas, con influencia
en San Luis Potosí, Zacatecas, Jalisco y Coahuila.
A lo
largo de su declaración, Sarabia da cuenta de operaciones en las que participó
directamente o de las que tuvo conocimiento al formar parte de la también
llamada Compañía, operaciones que en su momento se convirtieron en noticias de
repercusión internacional.
Uno de
esos casos es el ataque a dos agentes del Servicio de Inmigración y Control de
Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) el 15 de febrero de
2011.
Ese día
los agentes Jaime Zapata y Víctor Ávila fueron tiroteados en un paraje de la
autopista federal número 57, en San Luis Potosí. Zapata murió.
El 23 de
febrero de ese año la investigación a integrantes de Los Zetas derivó en la
detención de Julián Zapata Espinoza, El Piolín, quien según la Secretaría de la
Defensa Nacional (Sedena) era el mando de la organización delictiva en la zona.
Ricardo
Treviño, vocero de la Sedena, aseguró aquel 23 de febrero que el ataque se
debió a una confusión, pues por el tipo de vehículo en el que viajaban los agentes
del ICE, los sicarios asumieron que se trataba de miembros de un cártel rival.
El 28 de
febrero de 2011 el gobierno presentó a Sergio Mora Cortés, El Toto, detenido
por la Marina. A El Toto se le atribuyó estar a las órdenes de El Piolín. Con
inusual premura los zetas implicados iban cayendo.
Durante
un año nadie mencionó que los agentes del ICE iban armados, hasta que el pasado
miércoles 15 The Washington Post dio a conocer otros pormenores del ataque. Por
ejemplo que la camioneta en la que viajaban era blindada y hubiera podido
resistir los disparos de AK-47 y la detonación de granadas, pero el vehículo
tenía una falla técnica: al poner la palanca en “parking” se levantaban los
seguros de las puertas.
Los
agentes del ICE no pudieron responder la agresión, pues eran superados en
armamento.
Con las
declaraciones de Sarabia la información complementa lo que ya se había asentado
en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/051/2011, integrada a partir de la detención
de El Toto y El Piolín, ya que explica cómo se vivió la tensión por lo ocurrido
en las horas que siguieron al homicidio de Zapata.
Sarabia,
indiciado ahora por diferentes delitos federales, explicó que El Toto era el
contador de la plaza y se había quedado a cargo aquella semana cuando atacaron
a los agentes del ICE.
La
averiguación 051/2011 establece que Sarabia pidió a El Toto que explicara lo
ocurrido y le ordenó reunir a El Piolín con su “estaca (comando) para darle
piso (matarlo) o montarlo” (entregarlo a las autoridades).
Esto
último fue lo que ocurrió, por lo que la Sedena y la Marina pudieron tener
detenidos rápidamente y no por los trabajos de inteligencia presumidos por
Felipe Calderón, a quien inclusive felicitó Barack Obama tras las detenciones.
Sarabia
estaba en Monclova, a donde lo había convocado Heriberto Lazcano para que se
encargara de organizar una protesta contra la construcción de un penal federal
que se realiza en esa ciudad, según se establece en la averiguación 041/2012.
El
asunto había hecho crisis. La noche del 15 de febrero de 2011, horas después
del asesinato del agente Zapata, L-40 y El Lazca convocaron a Sarabia para
pedirle una explicación, por ser el mando principal de esa región. El primero
en llegar fue L-40.
De la
declaración de Sarabia: “Mi compadre 40 me pregunta qué fue lo que pasó en San
Luis Potosí, que quién se había chingado a los de Migración, refiriéndose a los
güeros del ICE, porque yo era el encargado, a lo que yo le dije que no sabía
cómo estaba el pedo, ya que se había quedado encargado El Toto”.
El
Piolín y otro sicario mencionado sólo como El Tarta han sido identificados por
las autoridades mexicanas como los ejecutores del ataque. De la declaración de
Sarabia se desprende que eso es cierto.
“Toto me
dijo que había mandado a Piolín y a Tarta a robarse trocas a la carretera de
San Luis a México, y al parecer había valido madre porque era gente del otro
lado, es decir de los güeros. Después de eso, mi compadre 40 le habló a Lazcano
para que checaran qué iban a hacer conmigo. Una vez que llega Lazcano le
explicamos cómo están las cosas y Lazcano explica que él me había mandado
llamar a Monclova para lo de las pancartas, por lo que queda mi compadre 40
conforme con lo dicho y me dejan seguir haciendo lo de las pancartas.”
Días
después, a principios de marzo, L-40 lo cambia de asignación y entonces Sarabia
opta por desertar de Los Zetas.
“(L-40)
me dejó dicho con El Abuelo (jefe de plaza en Monclova) que le migre para la
guerra (llaman así al enfrentamiento contra el Cártel del Golfo en la frontera
tamaulipeca), que ya no regrese a San Luis Potosí y me ponga a las órdenes de
El Gallo y La Papa (ambos ejecutados y calcinados en la carretera
Laredo-Monterrey), pero no obedecí y a finales de marzo de 2011 dejo de formar
parte de la organización de Los Zetas.”
Carreras
en Fresnillo
Unos
meses antes de su detención, Sarabia empezó a tener problemas dentro de la
organización criminal, según dice en su declaración.
El 15 de
diciembre de 2010 hubo carreras y fiesta entre zetas. Se reunieron en un
hipódromo en las inmediaciones del penal de Fresnillo los hermanos Miguel Ángel
y Omar Treviño, L-40 y L-42, respectivamente; Iván Velásquez Caballero, El
Talibán o Comandante 50; El Diamante, operador de Zacatecas; otro sujeto
conocido como El Gordo, quien se hace cargo de los caballos de la organización,
y La Ardilla, jefe de plaza en Zacatecas.
El
Talibán le preguntó a Sarabia si le había hecho algo a su compadre L-40, porque
andaba muy enojado y le quería montar “a aquel hombre”, refiriéndose a Lazcano.
“Yo lo
único que le dije fue que estaba enojado porque me había visto con una muchacha
que yo traía y que era de Veracruz, era una teibolera, pero al parecer le había
gustado a mi compadre Miguel (L-40)”, explicó Sarabia.
No hubo
reclamo, porque de repente recibieron reportes de la presencia de militares en
la zona y se acabó la fiesta.
El
Ejército reventó la carrera, pero todos los zetas lograron escapar y
enfrentaron a los militares a lo largo de la carretera estatal Jerez-Fresnillo.
Sólo murió un pistolero. L-40, L-42, Lazcano y La Ardilla volaron en aviones
privados a Monclova. Sarabia huyó por tierra y se fue a esconder a Saltillo.
La
información oficial sólo dio cuenta de que un grupo de hombres armados había
enfrentado un convoy militar que los repelió, dejando como saldo un sicario
muerto.
Villarín
y Cañada Park
El gusto
por las carreras de caballos de Heriberto Lazcano y Miguel Ángel Treviño ha
sido ampliamente referido, sobre todo porque en diferentes ocasiones se han
visto atacados o cercados por el Ejército al ser espectadores de justas
ecuestres.
Una de
las primeras menciones sobre esa afición ocurrió en El Villarín, Veracruz,
cuando un desencuentro entre los apostadores terminó en balacera. Aquella vez
se especuló con que uno de los muertos podría ser Heriberto Lazcano, pero en
realidad se trataba de Efraín Teodoro Torres, Comandante 14 o Z-14.
Villarín
es un rancho cuya carretera reducida apenas está pavimentada. Al transitar por
ahí es frecuente que salgan al paso gallinas o cerdos, antes de penetrar el
breve y paupérrimo caserío. Sin embargo en ese lugar se instaló un hipódromo
abatible, con capacidad para unas 10 mil personas y que entre sus curiosidades
contaba con arrancaderos profesionales.
La bolsa
era de unos 9 millones de pesos, pero al final de la carrera los apostadores no
quedaron conformes con el resultado. De ahí surgió la balacera en la que murió
el Z-14.
Dos años
después, en el Futurity 2009 del Cañada Park, en Ramos Arizpe, Coahuila,
asesinaron a balazos a Javier Urióstegui Román, El Gato Urióstegui, un tahúr
profesional originario de Morelos.
Dos días
después, en una finca de Allende, Nuevo León, donde lo velaban, un comando
acribilló a los dolientes. Ahí murió su hermano José Carmelo, además de que
otros familiares y amigos del apostador –procedentes de Teloloapan, Guerrero–
resultaron heridos.
En su
huída del Cañada Park, un convoy encabezado por el teniente coronel Manuel de
Jesús Cícero Salazar, entonces director de Seguridad Pública de Ramos Arizpe,
se encontró con los delincuentes. Su vehículo iba equipado con cámara y grabó
el enfrentamiento. Bajo el fuego se escuchan las desesperadas peticiones de
apoyo por radio a otras corporaciones. La ayuda no llegó.
De
acuerdo con las declaraciones de Sarabia, fue El Gato Urióstegui quien mató al
Z-14 o al menos así lo entendía L-40.
“Conocí
a esta persona (Cícero) el 30 de agosto de 2009 ya que hubo una balacera entre
la escolta de Cícero en contra de la gente de la Compañía, entre los que nos
encontrábamos mi estaca (comando) y yo.
“Fue en
la carretera Los Pinos, ya que ese día hubo carreras de caballos a las que fue
El Comandante 40, porque sabía que en ese lugar iba a estar un apostador que un
año antes (en realidad dos años antes), había matado en unas carreras de
caballos que se hicieron en Villarín, Veracruz, al Comandante 14.”
Sarabia
estaba estacionado en las inmediaciones de un convento ubicado por la carretera
a Los González, en Saltillo, cuando recibió la orden de acercarse al Cañada
Park, pero en el trayecto se dio cuenta de que había patrullas esperando el
convoy de L-40 que ya había ejecutado a El Gato Urióstegui y venía de regreso.
Sarabia fue quien hizo la custodia del convoy de L-40, haciendo frente a los
policías y resultando herido.