Luego de muchos años de regodeo ante la supuesta cortedad mental de este rústico llegado al poder por obra del azar y la violencia, a quien se consideraba un paleto de muy limitada imaginación política, típico ejemplar susceptible de ser domesticado por nuestros domadores de fieras, de bestias y demás bichos hechos presidentes y convertidos, luego, en perritos falderos de las clases dominantes, el antichavismo global recapacita y concluye que estamos ante un genio político. Eso sí, malévolo, infiel y desleal hasta la traición, pero un genio al fin. Desde las muy pulcramente académicas páginas de Foreign Affaire, hasta los desengañados renglones de la revista Veja (fue la semana pasada cuando los periodistas brasileños dejaron de ver en Chávez un vonciglero segundón manejado por el taimado Lula), pasando por la pluma incisiva de Alvarito Vargas Llosa en La Tercera de Chile, los empalagosos elogios de Alma Guillermo Prieto en National Geographic, los diarios mexicanos, la prensa chicha peruana, los presidentes de la Cumbre de Viena, los empresarios de Brasil, los banqueros españoles y la oposición venezolana en su conjunto, (dividida y escindida) se ha comprendido, por fin, que Chávez no es un golpista arrepentido, un parlanchín adinerado o un demócrata radical pero justiciero.

No, han clamado, divisando por fin las puertas del entendimiento, estamos ante un maquiavélico estadista, un consumado jugador de ajedrez y póquer, arriesgado y calculador a la vez quien, con la pequeña ayuda de Fidel, se quiere convertir, y lo está logrando, no ya en el Bolívar del siglo XXI, sino en "el salvador del mundo". Un grande hombre que, según como le han marchado las cosas en Venezuela (nosotros fuimos sus conejillos de indias, su modelo a pequeña escala), puede resultar, exactamente, todo lo contrario. Y me niego a hablar del Hitler de entreguerras, de las ingenuidades de Chamberlain y de la desaprensión de los franceses porque, como muy acertadamente lo dijo nuestro hermano el prefecto Casimiro, en La Salle de San Cristóbal, "las comparaciones son odiosas".

Lo cierto es que ahora se les fue la mano al otro lado. El brillo de ese genio político, la capacidad de anticipación y el sentido de la oportunidad para dar el zarpazo en el momento preciso, sin perder la compostura ni sentir escrúpulos, no son atributos rescatables en un estadista sino reflejo de una mentalidad inclinada a la vileza que ni el mismo Maquiavelo hubiera encomiado como virtud del príncipe.

Pero más allá de la cuestión ética, absolutamente execrable porque el objetivo es desintegrar, disolver y dominar, es decir, crear un modelo imperial (qué locura) está el aspecto práctico: el proyecto continental chavista el mismo de Fidel en los años 60, pero por otros métodos no tiene vida, es inviable, está condenado al fracaso. Primero porque depende del petróleo y segundo porque económica y políticamente no se puede sostener. No lo pudo hacer la URSS, mucho menos este pequeño país sumido en la miseria. Chávez es un político genial, lo reconozco, siempre y cuando tenga un pay loader a su disposición.