En el fragor de las manifestaciones masivas en Brasil contra los servicios públicos malos y escasos, y en protesta contra las erogaciones gubernamentales con motivo del Mundial de Futbol y los Juegos Olímpicos, el Papa Francisco llegará a Río de Janeiro para encabezar la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud.
Este
viaje del pontífice no estará exento de riesgos, pues se espera que los
inconformes aprovechen los reflectores puestos sobre Jorge Bergoglio para dar
proyección mundial a sus causas. En este contexto, el Papa podría desatar un
infierno cuando imparta su bendición a las banderas de los países participantes
en la competencia olímpica de 2016.
El
próximo jueves 25 en Río de Janeiro el Papa Francisco bendecirá las banderas
olímpicas como preámbulo de los juegos veraniegos que se realizarán en esa ciudad
en 2016. Sin embargo este acto tiene muy preocupados al Vaticano y al gobierno
brasileño, pues puede colocar al pontífice en el centro de las protestas contra
los Juegos Olímpicos, que actualmente sacuden al país sudamericano.
El Papa
Francisco estará en Río de Janeiro del lunes 22 al domingo 28 para presidir la
XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que contará con la participación
de millones de jóvenes católicos de todo el mundo y marcará la primera visita
del argentino, ya como pontífice, a Latinoamérica.
Roberto
Velázquez Nieto, investigador del Archivo Secreto Vaticano y especialista en
relaciones internacionales de la santa sede, comenta a Proceso:
“Puede
haber multitudinarias protestas contra la visita del Papa. Existe ese riesgo y
lo saben muy bien el Vaticano y el gobierno brasileño. En estos momentos están
muy nerviosos por lo que pueda ocurrir.”
–¿Podría
cancelarse la visita, como algunos señalan, para evitar los riesgos?
–¡No!
¡Imposible! El viaje no puede cancelarse, por la importancia de ese evento
eclesiástico y porque estaba programado con mucha antelación, desde el
pontificado de Benedicto XVI, quien planeaba presidir ese encuentro.
–Los
brasileños protestan por lo costoso de la Copa Confederaciones, del Mundial de
Futbol y después las Olimpiadas. A esto se suma la onerosa visita del Papa.
–Es
cierto. Brasil acapara varios eventos internacionales: Copa, Mundial,
Olimpiadas, visita del Papa. Se quiere comer al mundo de un bocado. Y las
visitas papales representan un fuerte gasto para cualquier país anfitrión. El
gobierno brasileño seguramente desembolsará mucho dinero en este viaje de
Bergoglio.
–¿Ya se
maneja cuánto costará?
–No, que
yo sepa. Los costos de estas visitas no pueden manejarse con precisión pues
desembolsan dinero los gobiernos, la iniciativa privada y los feligreses que
dan donativos en especie o a través de cuentas bancarias abiertas ex profeso;
muchos otros participan con trabajo voluntario. De cualquier modo siempre se
hacen cálculos aproximados.
Para
Velázquez Nieto el “acto más riesgoso” de la visita papal ocurrirá durante la
bendición de las banderas olímpicas, pues ahí se conjugarán un acto religioso y
otro deportivo, ambos de carácter internacional y muy onerosos para la
población brasileña.
Agrega:
“El Papa y el Vaticano aquí quedaron entrampados en un dilema muy difícil de
resolver. Por un lado no pueden negarse a bendecir esas banderas, porque
quedarían mal con la comunidad mundial y concretamente con el Comité Olímpico
Internacional, con el cual seguramente ya acordaron los pormenores de ese
evento. Por otro, esa bendición puede provocar la irritación de la población
brasileña que padece un aumento de hasta 300% en el costo de la vida y exige
mejores servicios educativos, de salud y de transporte, entre otras demandas.
“Hasta
puede quedar en entredicho el mismo discurso manejado por el Papa, afín a la
línea pastoral de la opción preferencial por los pobres, el cual nos habla de
ayudar a los marginados dándoles mejores condiciones de empleo, salud y
educación. Por eso también tiene previsto convivir con los pobres al visitar
una de las favelas más representativas de Río de Janeiro.”
Otro
problema planteado por la visita –advierte el especialista– es el de la
seguridad, tanto para el pontífice como para los millones de jóvenes que
llegarán a Río de Janeiro. Quizá se topen con enfrentamientos callejeros entre
la policía y los manifestantes, como los ocurridos afuera de los estadios
durante la Copa Confederaciones, en junio pasado.
Detalla
Velázquez Nieto: “Las fuerzas policiacas brasileñas empiezan a tomar medidas
para afrontar los hechos violentos que puedan suscitarse durante la Jornada
Mundial de la Juventud. El secretario de Seguridad de Río de Janeiro, José
Mario Beltrone, reveló que sus agentes reciben adiestramiento de las policías
francesa y española para brindarles mejor seguridad a los peregrinos y a las
autoridades civiles y eclesiásticas que llegarán a la ciudad.
“Por su
parte, la arquidiócesis y el Colegio de Abogados de Río de Janeiro acaban de
emitir un comunicado conjunto para pedir que se resguarden los bienes inmuebles
públicos ante posibles agresiones durante la visita del Papa. Asimismo exigen a
las fuerzas de seguridad que sean respetuosas de las manifestaciones de
protesta, siempre y cuando se den de manera pacífica.”
Infiltrados
Según
información del diario brasileño Folha de Sao Paulo, los servicios secretos
detectaron a grupos radicales y de narcotraficantes que planean infiltrarse
entre los jóvenes asistentes a los eventos del Papa. Ante esto, los
organizadores religiosos y civiles sostienen encuentros a fin de acordar
medidas de seguridad para proteger a Bergoglio.
Está
previsto desplegar por aire, mar y tierra a 12 mil agentes de seguridad, de los
cuales 10 mil serán de las fuerzas armadas. La marina aportará 2 mil 200
efectivos, seis naves, 20 embarcaciones y 115 vehículos operativos. Alrededor
de los altares donde el pontífice oficiará ceremonias religiosas habrá policías
vestidos de civil.
Además
reforzarán la defensa aeroespacial, marítima y fluvial. En la actualidad equipos
militares especializados realizan operaciones de prevención del terrorismo,
sobre todo en las zonas fronterizas.
–¿Cuántos
jóvenes se calcula que participarán en esta Jornada Mundial de la Juventud? –se
le pregunta a Velázquez Nieto.
–Las
jornadas son de los eventos más multitudinarios organizados por la Iglesia
católica y confirman la vigencia de su poder de convocatoria. A éstas concurren
jóvenes de todos los continentes y han sido un éxito, a pesar de que son muy
recientes. La primera la organizó en 1984 el Papa Juan Pablo II, en la Plaza de
San Pedro, en Roma.
“A
partir de entonces esos encuentros se han realizado en países como Alemania,
España, Polonia, Estados Unidos, Canadá, Argentina y Filipinas. Al de este
último país asistieron 4 millones de jóvenes; fue el más concurrido de todos.
Ahora la Iglesia pretende congregar en Río de Janeiro a una cantidad igual. Ya
veremos si lo consigue, pues cálculos más conservadores esperan la
participación de sólo 2 millones de personas.”
–¿Cuál
es el objetivo de esas jornadas?
–Responden
a un proyecto mundial y de largo plazo de la Iglesia, consistente en inculcarle
sus valores morales a la juventud, pues ésta representa el futuro. De esta
manera Bergoglio y la jerarquía católica combaten la cultura del hedonismo, el
consumismo desaforado, el nihilismo y el narcisismo que, argumentan, tiene
atrapados a los jóvenes.
La
agenda
Bergoglio
llegará a Río de Janeiro el lunes 22 a las 14:00 horas. En el aeropuerto
internacional Antonio Carlos Jobim/Galeao será recibido por una comitiva
gubernamental. Luego se trasladará al Palacio Guanabara, en cuyos jardines se
desarrollará la ceremonia oficial de bienvenida y donde efectuará su primera
intervención. A las 17:40 se reunirá en ese lugar con la presidenta Dilma
Rousseff. De ahí partirá a pernoctar en la residencia de Sumará, en Río de
Janeiro.
El
miércoles 24 viajará al santuario de Nuestra Señora de Aparecida, unos 200
kilómetros al sur de Río de Janeiro. Tras venerar la imagen de la virgen en la
“Sala de los 12 apóstoles”, oficiará una misa. A las 13:00 horas almorzará con
los obispos y seminaristas de esa provincia eclesiástica, en el seminario Bon
Jesús, de Aparecida. A media tarde regresará a Río, donde llegará a las 17:25.
Una hora después visitará el hospital San Francisco de Asís de la Providencia.
El
jueves 25, a las 9:45, recibirá las llaves de la ciudad en el Palacio de la
Ciudad. Después bendecirá las banderas de los próximos Juegos Olímpicos. Al
parecer serán 204 banderas de los países afiliados al Comité Olímpico
Internacional; entre éstos hay algunos donde se profesan religiones distintas a
la católica. A las 11:00 horas visitará a los habitantes marginados de la
favela de Manguinhos, con un largo historial de violencia vinculada con el
narcotráfico. Será su encuentro con los pobres. Y a las 18:00 horas será
acogido oficialmente por cientos de miles de jóvenes asistentes a un acto de la
JMJ, en el paseo marítimo de Copacabana.
El
viernes 26, a las 10:00 horas confesará a varios jóvenes en el Parque da Quinta
da Boa Vista, frente al zoológico de Río de Janeiro, donde numerosos sacerdotes
harán lo mismo con los jóvenes que lo deseen. A las 11:30 rezará el Ángelus
desde el balcón del palacio arzobispal de San Joaquín. Después saludará al
comité organizador y a los patrocinadores de la JMJ. A las 13:00 almorzará con
un grupo de jóvenes en el palacio arzobispal. Y a las 18:00 presidirá el
tradicional vía crucis de estos encuentros en Copacabana.
El
sábado 27, a las 9:00 horas, oficiará una misa en la catedral de San Sebastián,
y a las 11:30 se reunirá con la clase dirigente de Brasil en el Teatro
Municipal de Río de Janeiro. A las 19:30 presidirá la tradicional vigilia en el
Campus Fidei, de Guaratiba. Se cree que éste será el acto más emotivo de la
JMJ.
A las
10:00 horas del domingo 28 oficiará la misa de la jornada mundial en el mismo
Campus Fidei. Tras la misa recitará el Ángelus y anunciará la sede del próximo
encuentro mundial de los jóvenes católicos. A las cuatro de la tarde se reunirá
con el comité de coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano. A las
17:30 se reunirá con los voluntarios de la JMJ y a las 19:00 emprenderá el
regreso a Roma.
Como ya
se indicó, este viaje a Brasil lo programó Benedicto XVI. Entre otras razones,
Ratzinger consideraba la visita como un gesto de agradecimiento al Estado
brasileño, que hace cinco años firmó un concordato con la Santa Sede mediante
el cual se le otorgaron a la Iglesia varios derechos.
“Fue un
hecho inusitado en América Latina el concordato firmado entre Brasil y la santa
sede. Sobre todo causó mucha sorpresa porque lo firmaban un presidente de
izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, y un pontífice ultraconservador,
Benedicto XVI. En noviembre de 2008 Lula fue al Vaticano y ahí firmó el
concordato con el Papa”, comenta Velázquez Nieto.
–¿Cómo
fue que Lula aceptó firmar ese concordato?
–Cuando
presidía el Sindicato de Metalúrgicos, en los setenta, recibió mucho apoyo del
cardenal brasileño Cláudio Hummes, quien entonces era obispo de Sao Bernardo.
Se hicieron amigos. Varios años después Benedicto XVI nombró a Hummes encargado
de la Congregación para el Clero, un puesto importantísimo en la curia romana.
“Y en
Brasil, Lula llegó a la presidencia. Hábilmente Ratzinger aprovechó la vieja
amistad entre su subordinado Hummes y Lula. Utilizó al primero como su
principal cabildero para llegar a ese concordato con Brasil. Y lo logró. Hummes
le hizo el lobby. Una típica maniobra de la experimentada diplomacia vaticana,
capaz de lograr acuerdos provechosos hasta con gobiernos de izquierda.”
–¿Y qué
obtuvo la santa sede del gobierno brasileño?
–Consiguió
dar instrucción religiosa en las escuelas públicas, poseer medios de
comunicación masiva, tener capellanías militares y, sobre todo, que el gobierno
brasileño recabara impuestos entre la población para entregárselos a la
Iglesia; ahora intenta repetir en México ese modelo brasileño.
–¿Cuánto
dinero recauda el gobierno de Brasil para la Iglesia?
–Según
cifras publicadas por el diario Folha de Sao Paulo, diariamente se destinan 39
millones de reales (más de 200 millones de pesos) para las Iglesias. Obviamente
la mayor parte es para la Iglesia católica, por ser la mayoritaria. Este
concordato, motivo de inconformidades cuando fue firmado, ahora podrá provocar
protestas contra el Papa Francisco durante su estancia en Brasil. Su
visita será muy riesgosa.