Los separatistas del este de Ucrania tienen sobre la mesa los resultados soñados y aseguran que prácticamente el cien por cien de los votantes respaldan la independencia de Lugansk y Donetsk. Es la palabra de los organizadores contra las críticas de Kiev, Bruselas y Washington que no dan legitimidad a la cita con las urnas. Imposible verificar los datos de la comisión electoral de forma independiente, pero las circunstancias en las que se ha desarrollado el referéndum no ofrecen las garantías de un proceso de estándares occidentales.

Los votantes ejercieron su derecho en medio de los enfrentamientos entre el Ejército y la Guardia Nacional ucranianos y los milicianos prorrusos. En Krasnoarmisk, localidad al oeste de Donetsk, al menos dos personas murieron y  varias resultaron heridas cuando miembros de la Guardia Nacional abrieron fuego para dispersar a una multitud concentrada en el centro de voto. La falta de cooperación de Kiev obligó a los rebeldes a emplear un censo de 2012, sin actualizar, y, según testigos consultados, a muchos puntos no llegó ni siquiera este censo antiguo por lo que era suficiente con apuntar el nombre en un papel en blanco antes de depositar la papeleta. Imposible garantizar que una persona no votó en más de una ocasión.

A falta de observación internacional, los organizadores desplegaron miles de voluntarios, algunos armados, que velaron por la seguridad del proceso y de unas urnas con el sello de la República Popular de Donetsk.

El problema dela falta de censo fue la base de las irregularidades a lo largo de los 2000 colegios en los que se pudo votar en las dos provincias. Slaviansk fue una de las excepciones ya que aquí el control militar prorruso es total y en el centro se habilitaron cincuenta centros de voto en los que el proceso fue similar al de cualquier otra elección, según repetían los vecinos consultados a pie de urna.

Las críticas de Kiev y de la comunidad internacional fueron similares en el caso de Crimea, pero finalmente no sirvieron de nada. En Lugansk y Donetsk ocurre algo similar y, por encima de lo que diga el gobierno interino, Europa y Estados Unidos, esperan la reacción de Rusia, la auténtica potencia regional que tiene la palabra final sobre esta consulta.