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19/05/2014 | Vuelven los rusos

Alejandro Armengol

El Consejo de Seguridad de la Federación Rusa y el Consejo de Defensa Nacional de Cuba acaban de firmar un memorando de cooperación y acordaron crear un grupo de trabajo conjunto.

 

Lo que llega ahora a la tinta y la mesa de trabajo no es más que la culminación parcial de un proceso iniciado hace años: buques de guerra rusos visitan con frecuencia La Habana, una nave espía de ese país llegó recientemente a la capital cubana, en una visita no anunciada, y hace pocos meses Moscú anunció su intención de establecer una o más bases militares en territorio cubano.

Ahora se da un paso más allá de las visitas y los apretones de manos; se firman documentos que abren la vía a una colaboración bélica más estrecha. ¿Y quién lo hace por la parte cubana? Pues el coronel Alejandro Castro Espín, el hijo del general que gobierna la isla.

No hemos vuelto aún a la época de la guerra fría, pero diariamente nos acercamos a una situación donde el pasado regresa con nuevas fuerzas y viejas actitudes: lo suficiente para que los dictadores se estén frotando las manos y asegurando a sus descendientes, para que los continúen en el poder. Así parece ser el caso de Cuba.

Dos datos elementales para percatarse de la importancia de esta noticia.

El Consejo de Defensa Nacional de Cuba es la institución encargada de prepararse, en tiempos de paz, para dirigir el país si estalla una guerra. Así lo establece la Constitución de la República de Cuba. No solo tiene a su cargo la movilización general de tropas en caso de emergencia, sino que asume el control total de la nación.

En representación de un órgano tan poderoso, con la capacidad de firmar documentos, y ante un aliado tradicional y futuro de primer orden en el campo militar, Raúl Castro sólo envía a alguien de su absoluta confianza: su hijo. Pero hay más: envía también una señal de que en el futuro este hijo jugará un papel clave en la isla.

El segundo elemento fundamental en la información es que el presidente ruso Vladimir Putin ya ha demostrado al mundo que su objetivo es la reinstauración del imperio ruso.

Si la anexión de Crimea es la señal última y más evidente, no ha sido la única, y tampoco una decisión de último momento.

Desde hace años, Putin viene restableciendo la capacidad rusa para dialogar o confrontar desde una posición de gran potencia.

Para lograr ese objetivo, Cuba y Venezuela son fundamentales. Brindan la opción de contraparte tan necesaria a Moscú, que lo que siempre ha temido más es verse rodeada por países pertenecientes o cercanos a la OTAN.

Para el Kremlin, más allá de una cuestión de poderío y seguridad nacional, hay en juego una forma de permanencia en el poder. Y en esto Moscú y La Habana coinciden.

Hay países cuyos gobiernos necesitan, más allá de los servicios imprescindibles para la seguridad nacional, llevar a cabo múltiples actividades secretas y con un potencial subversivo hacia aliados y enemigos, que incluyen desde labores de espionaje hasta diversas triquiñuelas internacionales. De lo contrario, les resultaría imposible a los miembros de la clase gobernante sobrevivir en el poder.

La Rusia de Putin es un buen ejemplo de ello. Otro es la Cuba de los Castro.

Pactos entre dictadores; actividades de obstruccionismo en foros internacionales; movimientos más o menos sutiles, bajo el disfraz de las buenas intenciones, destinados a la injerencia externa; grupos y alianzas creados para destruir o minar otros existentes, u otorgarle mayor poder a un sector determinado dentro de una zona geográfica o política. Estas y otras actividades se llevan a cabo bajo las apariencias más dispares, en ocasiones retomando tácticas de la guerra fría y en otras transitando nuevos caminos.

En febrero de este año, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigú, dijo que Rusia está negociando el establecimiento de bases militares en Venezuela, Nicaragua y Cuba.

"Planeamos aumentar la cantidad de las bases militares. Además de Vietnam y Cuba, planeamos ampliar su número con otros países como Venezuela, Nicaragua, islas Seychelles y Singapur", dijo el ministro, según la agencia de noticias RIA Novosti.

Shoigú subrayó que las conversaciones ya están en marcha y que Rusia está cerca de la firma de los acuerdos respectivos.

El memorando de cooperación militar se debe situar dentro de este espíritu expansionista militar ruso, pero hay otro dato importante.

Por la parte rusa firmó el documento Nikolai P. Patrushev, quien tiene el grado de general de Ejército, fue coronel de la KGB y sustituto de Putin en 1999, al frente del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, según información de la agencia Novosti.

Para que un general del Ejército ruso se siente a negociar con un coronel cubano han de existir consideraciones futuras, que van más allá de los grados y tienen que ver con la verdadera herencia del poder en Cuba.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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