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15/04/2015 | Cumbre de errores

Nicolás Pérez

La Cumbre de las Américas de Panamá del 2015 estuvo llena de contradicciones y errores.

 

El primer error lo cometió Barack Obama, cuando días antes de iniciarse un foro donde se iba a coronar como un portaestandarte de la paz hemisférica, capaz incluso de restablecer relaciones con la brutal dictadura cubana después de 56 años, emitió una orden ejecutiva, tras sancionar a 7 funcionarios venezolanos por violaciones a los derechos humanos en el año 2004, señaló a Venezuela como una amenaza “inusual y extraordinaria a los Estados Unidos”. En un gesto que indica que Barack carece por completo de coordinación corporal, porque su mano derecha ignora por completo lo que hace la izquierda. Y el error no consistió en sancionar a siete esbirros, sino utilizar un lenguaje hiperbólico para hacerlo, lo cual dio pie a Nicolás Maduro para agitar el antiimperialismo en su país y declarar el decreto como “irracional, desproporcionado y peligroso”. Eso para mí marca un récord: por primera vez he coincidido con el dictador venezolano. Aunque peligroso no es Washington para Maduro, sino él para su esposa Cilia Flores, que tiene que soplarse diariamente entre cuatro paredes las necedades de su marido.

Digo que fue una Cumbre de los Errores porque si Obama se equivocó, Raúl Castro demostró el lado más represivo y feo de su cara ante el mundo. Hoy incluso muchos simpatizantes del castrismo con dos dedos de frente, que son pocos, se deben de estar preguntando a esta altura si esta represión brutal contra una disidencia se atreven a hacerla en Panamá con los ojos del mundo puestos en la Cumbre, ¿que no harán con ella a la chita callando cualquier miércoles sin ninguna causa aparente en Cárdenas o Santa Isabel de las Lajas?

También se pudieron observar posiciones ideológicas nuevas y extrañas. Fue sorpresivo que figuras como Abel Prieto, Eusebio Leal y otros dirigentes que son las caras frescas del castrismo y podrían tender puentes con nosotros en un futuro, estuvieran presentes, e incluso algunos dirigieran agresiones a la disidencia. Es como si Raúl les hubiera gritado con estridencia: “Les ordeno que dejen de jugar a una reconciliación aberrante con el enemigo, aquí hay que embarrarse, con los peones no hay arreglo, solo con el Rey, y aquí quien único puede discutirlo todo y ser persuadido de algunas cosas, no de otras, soy yo. ¡Y todo el mundo bocabajo!”

Arenga tan sorpresiva como ver a Washington enfurecido con el mono que es Maduro sin atreverse a tocar la cadena que es Raúl Castro.

También indignante porque aquí hay que disparar a discreción hacia todas partes tras haber escuchado en la radio y la televisión de Miami calificar de “provocación” el gesto de un grupo de exiliados que fueron a colocar pacíficamente una corona de flores ante la estatua de José Martí. Me hubiera sentido orgulloso de estar allí junto a Silvita Iriondo, Cuesta Morúa, Orlando Gutiérrez, El Coco Fariñas, Antunez y otros.

¿Quién ganó en La Cumbre? Nadie. Pero hubo un gran perdedor, el presidente de Venezuela.

Se tuvo que tomar hasta el último buchito una taza llena de firmas suscrita por 122 ex presidentes de todo el mundo condenando la represión del gobierno venezolano contra su pueblo.

Y no hubo una declaración final, porque en ella Maduro quiso colocar una cláusula condenando a Washington por la declaración de Obama, lo cual fue rechazado. Se desdijo e intentó introducir otra versión eliminando el nombre de Estados Unidos de la misma, lo cual tampoco fue aceptado por el Foro. Otro papelazo fue su discurso inflamado en el cual llegó a decir: “Me encabrono cuando hablo de Venezuela”, olvidando que representaba a su país en un foro mundial y pensando que estaba hablando con un subalterno en un mitin de repudio.

¿El espíritu de la Cumbre? Positivo, soplan nuevos vientos de fronda. Y es un asunto puramente económico: el precio actual del petróleo ha dejado a Maduro como Pinocho sin su nariz o la Cenicienta sin su hada madrina. Y en este momento quien marca pautas en el mundo es Wall Street y Silicon Valley, por lo que los gobiernos latinoamericanos se comienzan a aconsejar lenta pero inexorablemente no por buenos, sino de a Pepe.

Nunca admitimos un acierto del enemigo en Miami, eso es caca, pero quien primero se olió los nuevos tiempos, y en la Cumbre quien avanzó, reculó e imitó a Cantinflas fue Raúl. Son canallas pero listos. Casi textualmente dijo: “Odio a Washington, esto no se resolverá tan fácilmente, siguen siendo nuestros enemigos eternos, una real interacción puede durar años”.

Pero si se observa con atención cada palabra de Raúl, besó a Obama, cedió. Y lo más trágico: Obama se dejó besar.

El Pais (Es) (España)

 



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