No hay que olvidar que Venezuela no es un populismo autoritario sino un régimen totalitario. La decisión de la asamblea venezolana controlada por la oposición, de que Venezuela vuelva al TIAR es interpretada por Maduro y sus aliados internacionales como un paso hacia la intervención militar.
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)
firmado por todos los países del continente americano tras la Segunda Guerra
Mundial, establece que si un firmante es agredido militarmente por una potencia
extra-continental, todos concurren en su defensa.
Fue esgrimido por Washington durante la “Guerra Fría”
para alinear la región contra el comunismo y la URSS, pero cuando se produjo la
guerra de Malvinas, no funcionó a favor de Argentina.
Dirigentes venezolanos opositores han dicho que a partir
de que el país ha vuelto al TIAR, ello puede ser un argumento para pedir una
intervención militar internacional, para terminar con la agresión que el
régimen de Maduro, apoyado por sus aliados internacionales, realiza
contra el pueblo venezolano.
La reacción del presidente Maduro ha sido concreta: está
realizando nuevos ejercicios militares, ha denunciado que la reiteración de los
apagones en gran parte del país, son consecuencia de una operación cibernética
estadounidense, el número dos del régimen (Cabello) ha dicho que su país esta
listo para una “guerra absoluta” con EE.UU. y el Presidente afirmó que podría
detener a los legisladores que votaron el reingreso al TIAR.
Paralelamente, la Administración Trump y el Grupo de Lima
han intensificado denuncias y presiones contra el gobierno venezolano, buscando
provocar su crisis.
Un vocero estadounidense dijo que su gobierno está
dispuesto a darle garantías a Maduro, pero que “tiene corto plazo para dejar el
país”. Adoptó nuevas sanciones económicas contra Maduro y su círculo, las que
alcanzan a varias empresas, incluidas a las que están vinculados sus hijastros.
Sumó a Venezuela y Nicaragua a la “lista negra” de países que violan la
libertad religiosa. Avaló nuevas denuncias sobre la vinculación de Maduro con
el crimen organizado. Un ex gobernador chavista fue detenido en Costa Rica,
acusado de secuestro y tortura. También amplió las sanciones contra empresas
cubanas en el aniversario de la Revolución.
El “Grupo de Lima” integrado por 12 países latinoamericanos
que reconocen al gobierno de Guaidó, reunidos sus cancilleres en Buenos Aires,
reiteraron la condena al régimen venezolano por las violaciones a los derechos
humanos y por primera vez dijeron que la opción militar debe ser la última a
emplearse.
A su vez Uruguay -que no forma parte del grupo- acaba de
aceptar que el gobierno venezolano es una “dictadura”.
Por su parte la diplomacia chavista logró realizar
en Caracas una Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, integrados por un
centenar de naciones, la gran mayoría de Asia y África, las que respaldaron la
posición del régimen venezolano y tuvo lugar también en la capital venezolana,
el encuentro anual del Foro de Sao Pablo, que desde hace más de dos décadas
reúne a la izquierda latinoamericana. Reclamó la libertad de Lula y que cese la
“agresión” contra el régimen de Maduro.
Al mismo tiempo, Rusia, China y Cuba ratificaron en los
últimos días su apoyo a Venezuela.
En Brasil, tuvo lugar en preparación de la Cumbre Anual
de Presidentes de los BRICS, que integra a las potencias emergentes (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica), la reunión con los cancilleres del grupo en
Río. Como el presidente Bolsonaro, el canciller Araújo, fracasó al pedir un
pronunciamiento crítico hacia Venezuela.
Antes de participar en esta Cumbre, el canciller ruso
(Lavrov) estuvo en La Habana. Ratificó y reforzó la alianza rusa con Venezuela
y Cuba, contra “las imposiciones y los métodos neocoloniales de los EE.UU”.
Explicó con énfasis “los apoyaremos en todas las formas posibles, no sólo
política sino moralmente, y también fomentando la cooperación técnico-militar y
promoviendo activamente el comercio y los proyectos económicos”.
Sostuvo que “Continuaremos desarrollando estas relaciones
estratégicas, para que sean resistentes a diversos tipos de ataques externos.”
Apoyó una solución pacífica, rechazando cualquier tipo de injerencia
militar.
Pero a EE.UU. también lo preocupa el rol de Irán y no
sólo en Venezuela. El canciller iraní visitó la Paz -Evo ganaría la cuarta
elección consecutiva en octubre- acordando comprar drones a Irán y que
militares bolivianos reciben adiestramiento en nanotecnología en dicho país.
La crítica situación venezolana se agrava día a día, pero
sin solución a la vista. El PBI ha caído 50% entre 2013 y 2018 y este año
caería 35%, Los emigrados están superando los 4 millones. Una cuarta parte de
la población está desnutrida. El último apagón generó una situación de caos. El
crimen organizado se sigue extendiendo al mismo tiempo que el régimen resiste.
En el estado de Zulia, fronterizo de Colombia, han detectado 7 pistas de
aterrizaje clandestinas, usadas por el narcotráfico, de las 300 que
habría.
En la oposición crece el agotamiento y el cansancio
ante la falta de resultados de Guaidó. La negociación auspiciada por Noruega
que se desarrolla en Barbados, tiene pocas posibilidades de llegar a buen
puerto.
La intervención militar estadounidense no está
descartada, pero puede ser contraproducente si no logra una rápida derrota de
las fuerzas venezolanas.
La crisis del Chavismo puede dar lugar a una “anarquía
armada” que genere consecuencias más graves para la región que la masiva
emigración que está teniendo lugar.
No hay que olvidar que Venezuela no es un populismo
autoritario sino un régimen totalitario. En este tipo de sistema, los militares
no se sublevan, desertan. La población afectada por la hambruna no se rebela,
emigra.
En conclusión, Venezuela no tiene solución a la vista y
una crisis o colapso del régimen puede llevar a situaciones anárquicas, aún más
peligrosa para la región.
****Por Rosendo Fraga - Consultor y Escritor. Especial
para Los Andes