En el primer caso, no obstante la magra participación de jefes de Estado, se advirtió en lo trascendido de las conversaciones de los ejecutivos y en el comunicado de Turkeyen un compromiso de alcanzar en el corto plazo resultados concretos, capaces de responder a las demandas claramente refrendadas en las urnas de una decena de países, donde el agotamiento del modelo económico se transformó en un mandato inequívoco a gobiernos cercanos, con variantes y matices, a la izquierda.

El Grupo de Río, creación mexicana en los 80, probó en su encarnación inicial capacidad para convocar la atención de EU en temas de urgencia regional como el conflicto centroamericano o la deuda que oprimía a nuestros países. A ese esfuerzo se atribuyen con justicia los acuerdos de paz y la tregua de Cartagena convertida en bonos Brady. Posteriormente se sumió en la inercia que asfixia los mecanismos de concertación creados. A diferencia del G-8 que reúne a los más industrializados con absoluta efectividad, la rutinización ha impedido avances, provocando desinterés de los presidentes renuentes a participar en reuniones estériles. Es interesante destacar que en esta ocasión el encuentro se realizó por primera vez en un país anglófono, espacio geográfico excluido del periplo estadounidense, no obstante la tradicional lealtad caribeña a sus causas. También resalta la esperada reinserción mexicana que obtuvo apoyo para presidir el grupo en 2009, incorporándose de inmediato a la troika directiva.

La indiferencia bushiana hacia la región no es inédita y las razones de la súbita atención tampoco. Los dos periodos republicanos se han concentrado en la cruzada religiosa contra el terrorismo, pensando que el resto del mundo debe permanecer estable mientras ajustan cuentas con los infieles. Los escasos momentos que nos han dedicado son para recordar sus prioridades relacionadas con el tráfico de drogas y los flujos de personas. En cuanto a su preocupación por el incremento en la producción de narcóticos, de este lado observamos que todo se debe al crecimiento exponencial de los consumidores estadounidenses, y en el otro tema estelar, la explicación radica en el empobrecimiento de millones que comparten vecindad en el hemisferio con la nación más poderosa de la tierra. En síntesis, la negligencia para entender que somos una región estable sólo en la superficie, ha creado condiciones explosivas en las que EU permanece al margen, mientras se profundiza la irritación de quienes reclaman programas para combatir el hambre y la creación de servicios básicos para la mayoría de la población.

En condiciones normales, en lugar de visitar cinco países, Bush debió buscar la invitación para participar en el G-Río y tener contacto con la región en su conjunto. Su viaje, apresurado por la actuación efectiva de Chávez, que acompaña sus propuestas con los recursos para financiarlas, ha sido cuestionado por quienes resienten los efectos de la desatención injustificada. Si bien el ALCA fue un ejercicio fallido de Clinton, mostraba interés que se diluyó porque el socio poderoso nunca se comprometió. Los acuerdos comerciales de Bush con América Latina están hundidos en marañas burocráticas y gremiales, señal del escaso apoyo en la Casa Blanca.

Una encuesta reciente de la BBC asevera que 64% de los argentinos, 57% de los brasileños, 53% de los mexicanos y 51 % de los chilenos tienen una "imagen esencialmente negativa de la influencia estadounidense en la región". En esas condiciones, es difícil obtener resultados positivos de una gira con la que pretende recuperar espacios, sin propuesta alguna para resolver los problemas más urgentes. En su arrogancia, este presidente considera que ignoramos su falta de compromiso con la reforma migratoria. Es evidente que no cambiará este panorama hasta el 20 de enero de 2009 cuando asuma un nuevo jefe del Ejecutivo. Mientras tanto, lo ocurrido en Guyana con el compromiso mexicano incluido debe tener un seguimiento puntual para consolidar posiciones comunes en los temas prioritarios y, de ser posible, multilateralizar el tratamiento de esos asuntos en las negociaciones con EU.

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Vicepresidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales