"No hay necesidad de construir muros. Estados Unidos los precisa (a los migrantes) y estos trabajadores seguirán construyendo la economía y la cultura de Estados Unidos", afirmó Donald Terry, gerente general del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), dependiente del BID, que celebra su reunión anual en Guatemala hasta el martes.

La imposibilidad de frenar la migración permitiría un incremento anual promedio de 15 por ciento en el envío de remesas, lo que hacer prever que para 2010 "la cantidad de las remesas de América Latina y el Caribe, por primera vez, superará los 100 mil millones de dólares", sentenció.

Además, consideró fundamental el proceso demográfico que se está viviendo, pues alrededor de 75 por ciento de las remesas provienen de Estados Unidos, pero ahora hay otros importantes destinos como Europa Occidental que ya representa el 15 por ciento, así como Japón y flujos intrarregionales.

Terry indicó que los trabajadores migrantes de Latinoamérica enviaron a sus países 62 mil 300 millones de dólares en 2006, más que ninguna otra región en el mundo, lo que significó un crecimiento de 14 por ciento respecto al año previo.

México sigue siendo el principal receptor de remesas, con más de 23 mil millones de dólares, seguido por Brasil y Colombia, que recibieron 7 mil y 4 mil millones, respectivamente.

El funcionario también reconoció que las remesas no ayudan a los más pobres de la región, pero a 40 por ciento de los 75 millones de personas beneficiadas les ha permitido superar la línea de la pobreza.

"Las remesas no son la panacea para el problema de la extrema pobreza y no lo hemos sugerido tampoco, es un programa efectivo que tiene un enorme potencial y que todavía no se ha logrado en poder ayudar al impacto de desarrollo de aquellas familias en las comunidades donde viven, así que lo lamento pero no es una panacea", puntualizó.

En tanto, Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia aprovecharon la reunión anual del BID para plantear y elaborar su proyecto de banco alternativo, Banco del Sur, informó el ministro venezolano de Finanzas, Eduardo Cabeza.