- ¿La matanza del pasado miércoles tiene relación con asesinatos anteriores?

- Aunque parezca que no hay relación alguna con los asesinatos del 2006 del sacerdote católico Andrea Santoro y de un juez del Tribunal Supremo, y del periodista de origen armenio Hrant Dink [ enero 2007], creo que sí. Que hay una estructura organizada que ha vuelto a apretar el botón en Malatya. El objetivo es instaurar el caos en Turquía. Asistimos a una escalada de tensión muy peligrosa provocada por el auge nacionalista de los últimos años. Los asesinatos Malatya son un eslabón más de una cadena de acontecimientos destinados a polarizar la sociedad y desestabilizar al Gobierno. Es un periodo muy frágil. La posible candidatura del primer ministro Erdogan a la presidencia tendrá un impacto en el futuro colectivo del país. Si es elegido nadie sabe si el ejército intervendrá en el norte de Iraq o dará un golpe de Estado como dicen otros, aunque me cuesta creerlo.

- ¿Estos asesinatos forman parte de una estrategia determinada?

- A partir del 2004, en paralelo a la negociación de adhesión a la UE, estos incidentes han ido ganando en intensidad. Como parte de una estrategia bien planificada cuyo fin es dinamitar la adhesión turca al proyecto europeo. Y es que si se implanta una política eminentemente religiosa provocas un clima de desasosiego en las altas esferas laicas del país. Por lo tanto, podemos concluir que estos asesinatos políticos o marcadamente religiosos tienen la intención de debilitar el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).

- ¿Por qué se atenta contra cristianos?

- Turquía es un país con una riqueza cultural y religiosa, sin problemas confesionales. Al atentar contra cristianos se debilitan las relaciones entre comunidades. Se trata de crear un enemigo inexistente, ya sean las minorías o el islam político encarnado en el AKP, para justificar la propia existencia jugando con el miedo de la población.

- ¿Quién diseña esta estrategia?

- Si supieramos quiénes son, no habría estos asesinatos. Siempre se piensa que hay vínculos en la sombra entre generales retirados del ejército y los ultranacionalistas. Tienen en común que son antieuropeístas y antiamericanos. Pero para entender esta relación hay que seguir la pista del dinero. No hay más explicación que la búsqueda de beneficios económicos y políticos por parte de los poderes fácticos. Dicen que lo hacen para el beneficio del pueblo o del Estado, pero en realidad siempre se trata de su propio enriquecimiento. Se trata de una minoría, pero está en el poder y tiene el control.

- ¿Dentro del Estado?

- Hoy en día esta estructura está fuera del Estado gracias a la extraordinaria reacción de la sociedad civil ante el escándalo Susurluk de 1996. Pero hay personas de las fuerzas de seguridad, del ejército, de los servicios de inteligencia y del Estado que miran hacia otro lado cuando pasa algo. O que incluso colaboran y facilitan su tarea. Siempre que hay un crimen político pensamos en personas en los terroristas, pero nunca en los que están arriba, porque no suele haber una voluntad política de hacerlo y no se exponen públicamente.

- ¿Ha cambiado esta voluntad política con el Gobierno de Erdogan?

- Sí, su Gabinete ha demostrado ganas de querer hacer cambios, pero no sabemos si es por autoprotección o porque realmente cree en la democracia. Aunque también hay más presión de la sociedad civil, que se ha fortalecido mucho y ganado en respetabilidad.

- ¿Si el Gobierno no termina con la amenaza, la amenaza acabará con él?

- Es una descripción ajustada. Pero no es nada nuevo. El hecho de que tras el asesinato de Hrant Dink Erdogan reconociera la existencia del Estado en la sombra denota su importancia.