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19/05/2007 | Turquia - La guerra de los bikinis

Ricardo Ginés

En Estambul, cuando se acerca el verano y viene la canícula, vuelven las mujeres de exuberantes formas con su ropa de baño y sus cuerpos voluptuosos. Lo hacen desde lo alto, muy alto, en grandes carteles distribuidos por toda la ciudad y aledaños. Incluso con proporciones inusuales en Europa debido a su gran tamaño.

 

Parecía, empero, que todo iba a cambiar. La voz de alarma la dieron varios periódicos turcos los últimos días. Se habló de censura y prohibición, de "la guerra de los bikinis". La municipalidad de Estambul habría prohibido los reclamos publicitarios de modelos en bikini u otro tipo de ropa ligera en esta temporada primavera-verano. El rotativo liberal Milliyet reproducía ayer una carta del órgano oficial del Ayuntamiento, actualmente en manos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado), y hablaba de publicidad "no apropiada para las cualidades morales de la sociedad turca". Las razones esgrimidas: su falta de ética así como de adecuación a las normas europeas y el hecho de que distraen a los conductores en las carreteras con tal suerte de provocar accidentes.

Las grandes compañías turcas de trajes de baño femenino no islámico vieron peligrar de improviso su publicidad en esta temporada. Ni cortos ni perezosos pusieron de inmediato el grito en el cielo . "La municipalidad del AKP desea convertir a Turquía en otro Irán", declaraba Zeki Baseskioglu, dueño de la compañía de ropa interior y de baño Zeki, al rotativo de masas Posta.La medida recibe la condena incluso por parte de empresas de moda islámica como Armine. "Me parece una decisión equivocada. No deberían tener problemas", sostiene por teléfono Nilgün Tuncer, su relaciones públicas. Para desquitarse, Zeki ha comenzado a exponer berenjenas y pepinos al natural en sus espacios publicitarios, habitualmente reservados a sugerencias de curvas femeninas destinadas generosamente al ojo ávido de impactos visuales.

La municipalidad de Estambul se apresuró ayer a desmentir el contenido de los ataques. Como reacción al revuelo mediático, reiteró en su página web que no existe tal censura y que todo continuará como hasta ahora. Pero ya era demasiado tarde. El mismo día, las referencias a la amenaza de convertirse en otro régimen islámico como el país de los ayatolás se repitieron en los periódicos cercanos a la defensa del laicismo y formas de vida modernas, la mayoría en Turquía.

"Es un episodio más, pero es alarmante. Estamos viviendo en Turquía un crecimiento de la derecha religiosa. No tiene que ver con el islam en tanto se trata de una instrumentalización de la religión. Y no es la primera vez: las municipalidades donde gobierna el AKP llevan tiempo apretando las clavijas tratando de imponer poco a poco una moral conservadora", enfatiza a La Vanguardia Ipek Ilkkaracan, fundadora y directora de Mujeres por los Derechos de las Mujeres (WWHR). "No fui recientemente a manifestarme en contra del Gobierno por la atmósfera de los mítines, su contenido, su nacionalismo preocupante, pero lo cierto es que la mayoría de las mujeres turcas que nos consideramos modernas sentimos miedo porque creemos que nuestras formas de vida están amenazadas".

Un sondeo de la Universidad del Bósforo dado a conocer en marzo del 2006 indica que más de la mitad de los turcos no se siente a gusto con "mujeres que llevan ropa demasiado escotada" y el 24% tampoco está contento con mujeres sin velo. Quizá la solución que atienda a todos los gustos se refleje en el cómic de ayer del dibujante Haslet Soyöz. "Mira, llegaron a un acuerdo con la municipalidad", le dice un viandante a otro, ambos contemplando en Estambul el reclamo gigante de una mujer recostada, en bikini y con türban.La empresa es Zevk (deleite).

La Vanguardia (España)

 



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