El giro hacia la izquierda se ha producido ya en Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay y Venezuela. Con distintos matices y con historias diferentes.

Brasil, Uruguay y Chile van en la dirección socialdemócrata, más o menos parecida a la del justicialismo de Kirchner en Argentina. En Venezuela se está muy cerca de una dictadura populista y en Bolivia no sabemos todavía cómo va a perfilarse la política de Evo Morales. Si Ollanta Humala gana en Perú el cambio habrá sido espectacular.

En todos los casos es fruto de procesos democráticos y abiertos. En Perú, Venezuela y Bolivia el tono populista de los dirigentes cae a menudo en la demagogia. Y la demagogia es la antesala de la falta de libertades, de las dictaduras.

Recuerdo el día en que Mario Vargas Llosa, candidato a la presidencia de Perú, arrojaba la toalla y no se presentaba a la segunda vuelta dando la victoria a Alberto Fujimori que también era un salvador del Perú y un populista de gran envergadura. Su historia personal ha pasado por el exilio después de dos mandatos al frente del gobierno y ahora no puede regresar a Perú sin rendir cuentas con la justicia.

Humala habla un lenguaje que no se entiende en Europa y Estados Unidos. Pero lo que ocurre en muchos países latinoamericanos hace casi inevitable que se produzcan fenómenos populistas y de izquierdas como los que van tiñendo de rojo el continente sudamericano.

La huída de miles de ciudadanos de esos países hacia Estados Unidos o hacia Europa es la demostración de un fracaso político y social. Especialmente en países en los que los recursos energéticos podrían crear amplias y sólidas clases medias.

Los que ganan las elecciones lo hacen en nombre de los pobres que están cada vez más al margen de la sociedad y son cada día más numerosos. No es una casualidad este giro hacia la izquierda, hacia el activismo de las etnias indígenas, hacia nacionalismos de tiempos de Bolívar y los libertadores del siglo ante pasado.

Durante muchos años esos países han seguido las directrices del neoliberalismo económico con programas que no han conseguido equilibrar social y económicamente el gran continente sudamericano. El Banco Mundial y el Fondo Monetario han invertido muchos dólares pero sin una estrategia adecuada.

Se ha puesto más énfasis en ayudar a los gobiernos que en regenerar las sociedades. La responsabilidad no es de Estados Unidos y Europa solamente. Son las clases dirigentes de esos países, políticas, económicas y mediáticas, las que no han conseguido modernizar a sus respectivos países. Las minorías se han enriquecido más allá de lo aconsejable y las mayorías han permanecido más pobres. La inversión en educación e investigación no ha sido prioritaria.

Hugo Chávez no es una excepción en América Latina. No son movimientos marxistas sino personajes que lideran corrientes políticas y de opinión para buscar soluciones que el capitalismo poco inteligente no ha conseguido.

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