Y es que muchos hispanos no pueden votar porque son menores de 18 años, o porque no son ciudadanos estadounidenses (residentes legales, portadores de visas, o indocumentados).

En ambos casos el tiempo será el antídoto, pues los jóvenes ciudadanos alcanzarán la edad para votar, los residentes legales habrán de cumplir los tiempos para solicitar la ciudadanía, y los ilegales beneficiados de una eventual reforma migratoria se pondrían también en la ruta hacia la nacionalidad. Pero hoy lo importante es: ¿cuál fue el impacto del voto latino en las elecciones primarias? ¿Logró este voto establecer una tendencia ganadora a favor de algún candidato? En el Partido Demócrata sí lo logró y en el Republicano influyó.

Primero habría que decir que el voto latino no se comporta estático y que ha demostrado que puede cambiar de preferencias de una elección a otra, una diferencia con los afroestadounidenses, que son demócratas cautivos. George W. Bush obtuvo 40% del voto latino cuando ganó la Presidencia en 2000; sin embargo, según el Centro Hispano Pew, en la actualidad sólo 23% de los latinos favorecen al Partido Republicano, mientras que 57% apoya a los demócratas. Entonces, es prudente analizar el impacto de este grupo en las primarias demócratas pues, se sabe, es ahí donde están sus votos.

Después de la batalla del supermartes, Hillary Clinton cuenta con 976 delegados mientras que Barack Obama tiene 867, de los 2 mil 25 necesarios para asegurar la nominación presidencial. A pesar de que la diferencia en triunfos por estado no fue significativa, sí lo fue el peso electoral de las entidades donde ganó Clinton.

California es el estado que más delegados aporta a los aspirantes presidenciales. Ahí 370 delegados fueron elegidos, de éstos la mayoría fueron para Clinton. Su victoria estuvo cimentada por el apoyo hispano en una relación de dos a uno sobre Obama. La participación de los votantes latinos de California fue de 67%, y si de éstos dos tercios favorecieron a la senadora eso explica el margen de 400 mil votos con el que derrotó a Obama.

Las campañas de Obama y Clinton inundaron de propaganda los buzones de los californianos y los bombardearon con comerciales de televisión en español. En este estado, en que 30% de los hispanos que votan son ciudadanos naturalizados, se marcó una tendencia: Clinton saca mayor ventaja a Obama en entidades con latinos inmigrantes naturalizados.

En Nueva Jersey (cuarto estado con más delegados) y en Nueva York (el segundo) donde más de 30% de votantes latinos son naturalizados, Hillary se impuso sacando una ventaja de 10% en el primero y de 17% en el segundo, ambos energizados por el voto hispano.

En Nuevo México, sin embargo, la historia fue distinta. Ahí Clinton también se impuso pero sólo con 1%. La diferencia es que aquí casi todos los latinos son estadounidenses por nacimiento y su comportamiento, más que responder a un segmento comunitario, sigue los patrones mainstream de tendencia dominante estadounidense. El porcentaje con que se pierde o se gana importa en la carrera demócrata. Y es que se asignan los delegados en un principio de representación proporcional a los votos obtenidos. Es decir, que perder por 1% es aceptable pero no así por 15% para mantenerse en la batalla.

A este punto la pregunta no es si es importante el voto latino, sino dimensionar su impacto, su diversidad, sus comportamientos regionales, a qué factores reacciona y por qué.

Esta información es vital para quienes desean llegar a la Presidencia en este país, pero también sirve a gobiernos como el mexicano, que deben estar pendientes dónde, cómo y con quiénes hacer alianzas que permitan dar impulso a sus negociaciones en Estados Unidos. Pues no hay nada como tener aliados con afinidades culturales y sentimentales en el extranjero.

Alanda@Tribune.com

Jefe de la Página Editorial del Diario HOY